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Sínodo de la Sinodalidad: ejemplo de diálogo y símbolo de esperanza

Durante este año se continúa trabajando en torno a la sinodalidad, oportunidad para que nuestra Iglesia camine unida y anuncie con claridad la Palabra de Dios.
El sínodo tuvo una dinámica de encuentro y oración. Fuente: CNA

Hablar de la sinodalidad no resulta novedoso. Este recorrido de la Iglesia católica comenzó en octubre de 2021, y desde allí el tema se encuentra ‘arriba de la mesa’. No obstante, la finalización de la pasada XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, permite destacar algunos puntos que la convirtieron en histórica.

Uno de ellos fue, claramente, su extensión (el proceso iba a durar dos años, hasta octubre de 2023, pero culminará un año más tarde). El segundo, sin ninguna duda, es su novedosa composición: no solo participaron los obispos, sino que religiosos y laicos (hombres y mujeres) también tuvieron voz y voto.

Evangelizar, tarea de todos

Este proceso de reflexión comenzó con una reunión en el Vaticano, y posteriormente se desarrolló, durante varios meses, una etapa de consulta diocesana. Tras el diálogo con las Iglesias locales, inició el año pasado la llamada fase continental, para que todas las conferencias episcopales ahondaran en las conclusiones de dicho proceso.

La asamblea de octubre, por tanto, se enmarca en una metodología de trabajo previamente implementada. Dentro de la reciente convocatoria, representaron a Uruguay el cardenal Daniel Sturla como arzobispo de Montevideo y miembro del consejo ordinario del sínodo; monseñor Milton Tróccoli, obispo de Maldonado-Punta del Este-Minas, y Leonardo Lima, laico vinculado con comunidades de vida cristiana y que integra el departamento de laicos de la Conferencia Episcopal del Uruguay.

“Hay algo que escuchamos muchas veces pero que estamos llamados a insistir en ello: la Iglesia no es el obispo, los sacerdotes, los religiosos. La Iglesia somos todos”

Card. Daniel Sturla

Cuando la delegación local retornó de Roma, el arzobispo de Montevideo destacó la importancia de este Sínodo de la Sinodalidad y enfatizó en la necesidad de tener una Iglesia evangelizadora y abierta: “Todos participamos de la vida de la Iglesia, lo hacemos en comunión y con este sentido misionero que nos da, a todos los cristianos, nuestra razón de ser: llevar a Cristo y hacer presente en el mundo el Reino de Dios. Entiendo que, para el futuro, es clave motivar la participación de todos los cristianos en la misma vida de la Iglesia, para ser de verdad todos misioneros, cada uno realizando la tarea que le corresponda dentro del camino del Pueblo de Dios”, resumió.

La riqueza del encuentro

El llamado Sínodo de la Sinodalidad puso en práctica una metodología particular. Cada uno de los encuentros se realizó en torno a una mesa circular, compuesta por diez a doce personas según su idioma. ¿El objetivo? Un espacio de confianza y acogida, basado en la oración.

“Pasamos por distintas composiciones en las mesas, compartimos con obispos, cardenales, etcétera. Había variedad de lenguas, y nos repartimos a partir de eso para evitar barreras al comunicarnos. En una oportunidad estuve con seis cardenales, cuatro de ellos presidentes de dicasterios. Fue maravilloso sentir que todos somos iguales más allá de nuestro rol”, explicó Leonardo Lima, una vez que arribó a Montevideo.

El llamado a "caminar juntos" —sobre el que suele enfatizar el papa Francisco— va de la mano con la propuesta del sínodo, que permitió el encuentro de diversidad de voces mediante la denominada conversación en el Espíritu, técnica que se implementó en cada uno de sus intercambios.

Una dinámica especial

“Tal vez podríamos decir que esto fue una reunión de personas que se convocaron para reflexionar y negociar cosas, pero la verdad es que fue muchísimo más que eso (…) En cada encuentro había roles asignados previamente. Primero se rezaba y después se compartían reflexiones. Cada participante de la mesa tuvo el mismo espacio, las reuniones fueron acompañadas por la oración y eso es una gracia muy grande”, valoró Lima.

El método de la conversación en el Espíritu tiene tres grandes momentos y un modo o carácter esencial que es el de la oración; se inicia y se termina en oración. Al comienzo se prepara cada uno desde la reflexión, el silencio y la escucha de la Palabra de Dios.

El primer momento de intercambio es donde cada integrante de la mesa hace uso de la palabra, a partir de su preparación previa. Todos cuentan con el mismo tiempo para exponer sus apreciaciones y, mientras un exponente habla, los demás están llamados a mantener una escucha activa y atenta.

“El sínodo tuvo muchos momentos para reflexionar desde la Palabra de Dios, muy enriquecedores”

Mons. Milton Tróccoli

Luego de una pausa de oración, en silencio y reflexión sobre los aportes de todos los miembros de la mesa, comienza el segundo momento de intercambio, donde cada integrante comparte sus impresiones sobre lo conversado y las resonancias de lo escuchado anteriormente, dejándose guiar por el Espíritu Santo. Terminada esta segunda ronda, nuevamente todos son invitados a guardar silencio y rezar sobre lo expuesto.

Finalmente, en el tercer momento de intercambio, vuelven a dialogar entre sí, todos los participantes, para construir y plasmar los frutos de dicho encuentro. En este paso, se recogerán todas las convergencias y se identificarán las discordancias, si es que se presentan. Al culminar, se unen todos en una oración de agradecimiento. Los aportes de cada grupo fueron luego recogidos para la síntesis general del encuentro.

¿Un horizonte sinodal?

“Una cosa son los países que tienen una larga tradición cristiana, otros los de una evangelización más reciente en la historia; y otro tema son las comunidades cristianas que son minoría frente a otras religiones o las que están viviendo conflictos bélicos. Los desafíos son diferentes, pero todos importantes”, acotó Mons. Tróccoli una vez culminada la asamblea.

El obispo sostuvo la necesidad de mantener esta perspectiva sinodal en los próximos pasos de la Iglesia: “El proceso continúa. Esta fue la primera etapa de un camino que culmina en octubre del año próximo. El Documento de Síntesis, que se aprobó al finalizar la Asamblea, deja varios temas para seguir profundizando. La idea es que, hasta el siguiente encuentro en octubre del 2024, la Secretaría General del Sínodo facilite algunas pautas para ir trabajando y reflexionando en ellos”.

“Es emocionante recordar que todos nos sentimos llamados por un mismo Dios y escuchando un mismo Espíritu”

Leonardo Lima

El documento al que Mons. Tróccoli hacía mención es un material público que sintetiza el progreso de esta asamblea. De acuerdo con los distintos temas de la Iglesia, se establecieron convergencias, cuestiones para afrontar y algunas propuestas específicas.

En líneas generales, se hizo hincapié en la necesidad de misionar, en el rol evangelizador de los propios laicos y el valor de la vida consagrada y de los diferentes carismas, entre otros aspectos, siempre en el marco de una Iglesia que escucha y acompaña, y que pone a Jesús en el centro de nuestra vida.

 

Por: Leandro Lia

Redacción Entre Todos

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