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¿Dónde está puesta nuestra esperanza hoy?

Una serie producida en conjunto por ICM y el Club Católico

Durante el tiempo de Adviento quisimos compartir con ustedes 4 historias, que demuestran que la esperanza está más presente que nunca.

Las historias

La esperanza presente en una joven madre, que junto a sus dos hijos construyen caminos para sustentarse y desarrollarse. La historia de Daniela y su emprendimiento, Rufina Design, nos muestran a una mujer que ante la adversidad no baja los brazos; pero también nos muestra como la sociedad civil (en este caso a través de Ceprodih) va creando sus propios caminos de superación. Es también un claro ejemplo de alguien que tiende una mano, alguien que toma esa mano tendida y a su vez tiende nuevamente su mano para alguien más que la necesite. Un círculo virtuoso, como lo llaman.

Otra muestra de esperanza es la vida de Kenia. Esta misionera nacida en República Dominicana, que forma parte de la Hijas de Jesús, nos enseña que todos somos hermanos en Cristo, estemos donde estemos. En continuo movimiento, la religiosa de origen caribeño trabaja en nuestro país con migrantes provenientes de todo el continente. Día a día, recibe en su hogar a familias que han vivido innumerables peripecias para llegar a Uruguay, brindado un plato de comida, un lugar donde descansar y un oído para escuchar. En el otro, y sobre todo en el más necesitado, está nuestra esperanza.

Estela tenía un sueño: desde chica quiso estudiar, conocer más, ampliar su horizonte. La vida no siempre, más bien pocas veces, es lineal. Tuvo dos hijos, formó su familia, construyó un hogar; pero el sueño seguía en su cabeza. Lucía, su hija, pudo terminar bachillerato y proyectar una carrera universitaria gracias, entre otras razones, a su paso por el Liceo Jubilar. Ese liceo también le abrió los brazos a su madre, que pudo terminar el Ciclo Básico para adultos. Una historia de madre e hija, que se convirtió en una historia de hija y madre, y la educación como nexo.

Adrián y Alicia son un feliz matrimonio de casi 30 años de duración. Fueron felices desde el primer día: familia de barrio (del Cerro), con su trabajo y esfuerzo construyeron su hogar junto a sus dos hijos. Pero algo faltaba. Algo que no se elige, que es un regalo. Y como regalo llegó de sorpresa. Un fogón del colegio de la hija se convirtió en el momento que marcó un antes y después en sus vidas. Hoy, Adrián es diácono y junto a Alicia y sus 2 hijos comparten la vida de fe en la Parroquia de Ntra. Sra. de Fátima en el Cerro. Hoy, el matrimonio, junto con la comunidad parroquial, llevan adelante la iniciativa “Recibir la vida como viene”, un proyecto que busca sacar del pozo a los que menos esperanza tienen. La fe amplía la capacidad de amar y nos hace obrar en consecuencia.

Estas historias, como otras cientos o miles, nos demuestran que lejos de bajar los brazos tenemos que poner manos a la obra; y ser nosotros también portadores de esperanza para otros. Por esto mismo estas vidas nos muestran que no vivimos aislados y que dependemos de los demás. 

Puedes leer las cuatro historias aquí

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