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¿Dónde está puesta tu esperanza hoy?

En la voz de Daniela Herrera
Daniela Herrera, madre y emprendedora textil/ Fuente: Federico Gutiérrez

En el momento justo

Daniela tiene 26 años, una bebé y un hijo de 8 años. Tiene un pequeño emprendimiento, trabaja desde su casa y publicita sus productos en las redes sociales. Además, su hijo la define como una madre feliz y alegre. Pero hace poco tiempo esto no era así...

Cuando se enteró que estaba embarazada de su hija no pasaba por el mejor momento de su vida; estaba sola con su hijo, no tenía trabajo y la paralizante oscuridad de la depresión envolvía su día a día.

Daniela cuenta que estaba aterrada, sin rumbo, sin un apoyo y embarazada. Cuenta que en ese momento pensó en dar su hija en adopción, era la opción menos dolorosa de una situación sumamente desesperante. Porque a la desesperación siempre la acompaña la falta de opciones, de evaluar otros caminos; es algo que nunca se elige.

“Hoy lo puedo hablar más abiertamente gracias a todo el equipo que me acompañó, por eso me animo a contarlo”, admite. Ese equipo del que habla es Ceprodih, al que llegó a través de una amiga. “Empecé en el programa Por venir y ellas me mostraron que otra realidad era posible. Yo estaba pasando por una depresión inmensa y ellas me ayudaron a seguir adelante con mi embarazo, con mi beba que es mi vida y quien me inspiró a todo” relata y por primera vez se quiebra.

Toma un poco de aire y retoma “allí mismo en Por venir, me dijeron que hiciera un curso, sobre todo para mantener la cabeza ocupada en otra cosa y para encontrar una salida laboral”. Durante todo ese proceso estuvo acompañada por gente que conoció en Ceprodih, que no la abandonaron, que estuvieron con ella en el momento del parto y que ahora son parte de su vida.

 

 

Más que un trabajo

Rufina es el primer nombre de su hija; una beba de ojos vivaces, que como todo niño de su edad no puede mantenerse quieta por más de un segundo y medio. Pero además Rufina Design es el nombre que Daniela eligió para su propia marca de coleros, esas moñas que van adosadas a una gomita y adornan el pelo de niñas, adolescentes y más de una madre. También fabrica vinchas.

El emprendimiento nació como respuesta a una situación crítica tanto económica como anímica. Daniela había comenzado en Ceprodih un curso de trabajo textil, aunque no tenía ningún tipo de experiencia previa en este campo. “De hecho, cuenta, los primeros días decía que no iba a ir más al curso porque no le agarraba la mano a la máquina, nada”.

Pero con un poco de paciencia y mucho de esfuerzo lo logró. Fue el primer mojón de una serie que le fue marcando el camino. El segundo, relata Daniela fue conseguir una máquina de coser de su abuela; “mi familia la tenía guardada como si fuera una reliquia y dijeron: 'Bueno, está bien, te la damos'”. Después una conocida le hizo llegar retazos de tela, que seguramente tenían como destino el tacho de basura, y Daniela los fue guardando en su casa.

Un día se preguntó qué iba a hacer con todo eso, los retazos, el curso, el trabajo, su vida. “Me puse a hacer una vincha, para ver cómo le quedaba a ella (señala a Rufina), le hice una moña, me encantó como quedó y de caradura publiqué una foto. Y en seguida la gente que tenía en Facebook me dio para adelante y ahí empecé”, comenta como si todo fuese parte de un desarrollo natural de los acontecimientos.

“Se volvió algo gigante”, subraya Daniela, y agrega “hace un mes, que es algo que aún estoy asimilando, publiqué en un estado de Whatsapp unas fotos de coleros, y un amigo que está en Canadá trabajando hace muchos años con emprendedores, me dice: 'Disculpá, te robé fotos, las mostré acá y quieren coleros'. En un primer momento pensé que eran pocos, pero me dijo 'quieren de a 100, así que necesito que me mandes 1000 para el 27 de noviembre'”.

El asombro de Daniela tuvo que ceder a la prisa ante la seguridad de su amigo: “ya había averiguado el envío, los costos, todo. Y bueno le dije que sí, que las hacía. Y acá estoy haciéndolas...”, sonríe. De hecho la novel empresaria tuvo que pedirle ayuda a algunas de sus amigas para entregar los productos a tiempo.

Pero incluso en estos momentos de trabajo, sinónimos de alegría, dignidad y compromiso para Daniela, Ceprodih la sigue ayudando. A través del programa Oportunidades y del Club de emprendedoras, la contadora de la ONG la está asesorando en la formalización de su emprendimiento.

En ese mismo programa cuenta Daniela “me ayudaron con el logo, el packaging, los stickers, el manejo de redes sociales, a sacar fotos (que era un desastre), todo lo aprendí acá”.

Una vida agradecida

Es que la vida de esta madre ha cambiado en apenas unos meses “nunca imaginé que iba a vender mil coleros en Canadá y que todos los días me siguen llegando un montón de pedidos aparte de ese. Y trabajo también con un par de peluquerías”, confiesa.

Daniela, a pesar de la rapidez de los cambios, de poder respirar un poco más aliviada, de disfrutar a pleno de sus dos hijos, no se olvida del camino. “Estoy súper agradecida y feliz porque esto hoy en día me da para vivir, pagar las cuentas, salir adelante con mis hijos. Además puedo trabajar en casa, que con una bebé es algo bueno”, reflexiona.

También fue para ella un tiempo de crecimiento como madre, como mujer, “saqué una fortaleza que no sé de que lugar”, afirma. “Yo pasé de rechazar mi maternidad, en el embarazo, a encontrarme que mi vida es ella y el hermano. Y después que el papá falleció (apenas hace 4 meses) me di cuenta que yo soy todo lo que tienen, tengo que ser fuerte para ellos. Lo que pasa con ellos es muy tremendo”, dice visiblemente emocionada.

Pero Daniela no quiere dejar de testimoniar lo vivido y casi sin pausa asegura “creo que hay algo más allá que todas estas cosas, que no sé como explicarlo, es algo que me impulsa. Me descubrí en un montón de cosas. No sé como expresarlo... porque hace un año estaba en un pozo y ahora estoy en donde quiero estar, siento que todo va por buen camino”. Y es precisamente ese quedarse sin palabras, o que estas no alcancen, la mejor forma de describir su vivencia.

Pero para Daniela, como para cualquiera de nosotros, el logro de un objetivo siempre debe servir como aprendizaje para un próximo logro. Por eso la emprendedora quiere seguir formándose, diversificar los productos y, por qué no, poder darle trabajo a sus amigas; las mismas que estuvieron con ella cuando dio a luz a su hija.

Por lo pronto, nos explica que desde Ceprodih la siguen acompañando. “Primero pasé por el programa Porvenir durante el embarazo, incluso hasta ahora; después en los cursos; la psicóloga y el programa Oportunidades, con la contadora que se pone a los emprendedores al hombro. Incluso tenemos un Club de emprendedoras que vamos a ir con Ceprodih a una feria de Navidad”, relata agradecida.

La de Daniela es una historia en desarrollo, sin un final guionado. Es una historia, que al igual que la de sus hijos, está marcada por el agradecimiento y la esperanza, a pesar de las adversidades. Es una historia de esfuerzo pero también de alegría. “Mi hijo, que es muy expresivo, me dice: 'sos una mamá muy divertida, muy feliz'. Y yo lo veo reflejado en Rufina, una niña súper feliz y alegre”. ¿Hay mejor punto y aparte?

"¿Dónde está puesta tu esperanza hoy?" es una campaña del Club Católico e ICM para el Adviento 2019

Comentarios(2)

  1. María Elba says

    Que hermosa historia, cuánto bien hacen esas personas que ayudan a estás mujeres atrapadas en el desaliento. Dios los bendiga y les de mucha fortaleza para seguir este camino inspirador para todos nosotros. Feliz Navidad!!!

  2. Beatriz Dos Santos says

    Felicitaciones a Daniela!!! Por ese gran emprendimiento llamado «Ruffina Design». Llego en el mejor momento cuando mas lo necesitaban ella y sus hijos. Gracias al apoyo de Ceprodith y de los amigos que consiguio, logro emprender este gran proyecto y salir adelante. Gran abrazo y adelante Daniela a continuar por esa senda y ve por mas.

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