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Un tiempo dedicado a Jacinto Vera

La beatificación del primer obispo de Montevideo significó un hito histórico para la Iglesia uruguaya.
Jacinto Vera fue beatificado ante un Estadio Centenario colmado de personas. Fuente: Romina Fernández

La noticia iba a llegar en algún momento. Y finalmente llegó. La mañana del sábado 17 de diciembre de 2022, la Iglesia católica del Uruguay amaneció con el anuncio de que Jacinto Vera, el primer obispo de Montevideo, sería beatificado tras la aprobación por parte del papa Francisco de un milagro obtenido por su intercesión. 

El milagro que llevó a Vera al “honor de los altares” ocurrió el 8 de octubre de 1936 y tuvo como protagonista a una niña de catorce años que se llamaba María del Carmen Artagaveytia, quien tuvo una curación rápida, duradera y completa tras tener una infección que se agravó debido a una operación de apendicitis.  

Dado que la niña sufría de fuertes dolores, su tío, Rafael Algorta Camusso, le llevó una estampa con una reliquia de Vera y le pidió que se la aplicara en la herida y que tanto ella como su familia rezaran por la intercesión del entonces siervo de Dios. Esa misma noche los dolores cesaron, la fiebre bajó y al día siguiente la niña se sentía completamente bien. Fue algo inexplicable hasta para el médico ―ateo― que atendía a la menor. Artagaveytia falleció en 2010, a los ochenta y nueve años. 

El sepelio de Vera estuvo acompañado por miles de personas.

Los pioneros que iniciaron, en 1930, la causa de beatificación de Vera fueron el P. Faustino Salaverry y la Congregación Mayor del Colegio Seminario que comenzaron la recolección de firmas para presentar la petición al entonces arzobispo de Montevideo, Mons. Juan Francisco Aragone. El 26 de julio de 1930, Mons. Aragone recibió el pedido y dio los siguientes pasos para encaminar la causa. 

En 1942 los documentos de la causa fueron remitidos a Roma. Durante varios años no hubo avances significativos, pero al cumplirse el centenario de la muerte de Vera, en 1981, se retomaron los trabajos. El 6 de mayo de 2015, el primer obispo de Montevideo fue declarado venerable por el papa Francisco. 

Dos años después se retomó el estudio del caso. Se realizó un exhaustivo informe médico, que luego fue analizado por una junta médica en el Vaticano. Ante el tribunal formado para estudiar el presunto milagro, los hijos de Artagaveytia declararon que conocían el hecho por el testimonio de su madre. Aportaron diversos elementos y recuerdos, entre otros, que ella tuvo en su mesita de luz la estampa con la reliquia de Vera que había colocado en su herida hasta que falleció.

Homenajes del pueblo uruguayo a su primer obispo

El 26 de enero de 2023, los obispos del Uruguay anunciaron que el papa Francisco había concedido que la celebración de la beatificación de Vera tuviera lugar en Montevideo el siguiente 6 de mayo, día del aniversario del fallecimiento del obispo gaucho.

Al ser uno de los grandes momentos de la historia de la Iglesia uruguaya, se sabía que el evento iba a congregar a miles de personas provenientes de distintos puntos del país. Por medio de gestiones con la Intendencia de Montevideo y la Comisión Administradora del Field Oficial (CAFO), finalmente se fijó que la Tribuna Olímpica del Estadio Centenario fuera el lugar para celebrar la beatificación de Vera. 

Todo iba encaminado. En paralelo a la preparación del multitudinario evento, se empezaron a realizar actividades para dar a conocer y profundizar en la figura del primer obispo del Uruguay. El 24 de febrero se realizó el reconocimiento canónico de sus restos, los cuales son considerados reliquias. En otro orden, se diseñó un material para catequesis de niños.

El 16 de marzo, en la Facultad de Teología, se realizó un acto académico sobre Vera que contó con las ponencias del Dr. Juan José de Arteaga, Mons. Alberto Sanguinetti y el Dr. Mario Cayota. Este último, con el humor que lo caracterizaba, dijo que, por su edad, quizás sería su última intervención pública. Por lo tanto, antes de empezar, anunció que se tomaba alguna licencia en cuanto al tiempo de su exposición. El 3 de mayo, Cayota falleció a los ochenta y seis años de edad.  

Además, el 27 de abril, en la casa Rivera del Museo Histórico Nacional, se realizó una mesa redonda integrada por el expresidente Julio María Sanguinetti, el P. Gabriel González Merlano, la Dra. Carolina Greising y el Card. Daniel Sturla. Por esos días, también se hizo, en el espacio cultural del Edificio Artigas, una exposición de objetos y pertenencias de Vera

El 5 de mayo, víspera de la misa de beatificación, fue un día cargado de actividades. En la tarde, en la antesala de la Cámara de Diputados, el Correo Uruguayo presentó el sello conmemorativo de la beatificación de Vera. En la noche, cientos de jóvenes se reunieron en la parroquia del Sagrado Corazón del Colegio Seminario, para vivir una vigilia de oración.

El Card. Daniel Sturla durante el matasellado. Fuente: Romina Fernández

Por último, el 6 de junio la Cámara de Representantes rindió homenaje al nuevo beato uruguayo. Diputados de los diversos partidos políticos honraron su figura y destacaron su lugar en la historia nacional.

A esto se sumaron algunos acontecimientos editoriales: la presentación de Con los zapatos al cielo, la biografía de Vera escrita por Gonzalo Abadie (Editorial LEA Arquidiocesana); la reedición de El misionero santo, novela de Laura Álvarez Goyoaga (Editorial Planeta); y el lanzamiento de Jacinto: la vida del primer obispo oriental (Editorial LEA Arquidiocesana), una historieta con ilustraciones de Nicolás y textos de Alejandro Rodríguez Juele. De algún modo quedó en evidencia que varios uruguayos —creyentes y no creyentes— le rindieron un homenaje a Vera como figura de la cultura nacional, con independencia de la fe religiosa.  

Una fiesta nacional

El 6 de mayo, Montevideo amaneció nublado y con lloviznas. Era una lluvia suave, pero que igual generaba incertidumbre sobre la realización del evento. En caso de tormentas fuertes, la convocatoria se iba a trasladar al Santuario Nacional del Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerrito de la Victoria. Muchos se quedarían afuera, debido a la capacidad del templo. Y, aunque podían seguir la transmisión por YouTube o la radio, no sería lo mismo.  

La lluvia cesó y permitió que la ceremonia de beatificación se desarrollara como estaba previsto, en la Tribuna Olímpica del Estadio Centenario. Primero hubo una previa artística y después la misa de beatificación que fue presidida por el Card. Paulo Cezar Costa, arzobispo de Brasilia y enviado del papa Francisco para la ocasión. Justo durante el rito en el que se proclamó a Vera como beato, el cielo se abrió literalmente, en medio de las nubes, el sol iluminó el momento y apareció un arcoíris. 

Se calcula que unas dieciocho mil quinientas personas colmaron, casi, el recinto. Entre los invitados se destacó la asistencia del presidente de la república, Luis Lacalle Pou, y la vicepresidente, Beatriz Argimón. Además, participaron senadores y diputados de todos los partidos políticos, integrantes del cuerpo diplomático, ministros, subsecretarios de cartera, ediles, e incluso expresidentes de la república, como Luis Alberto Lacalle Herrera y José Mujica. La beatificación de Vera fue una fiesta para todos. 

Al finalizar la celebración se percibió una felicidad que desbordaba a los presentes. Parecía que a nadie le importaba estar mojado por la lluvia. Las sonrisas eran miles y los aplausos se escucharon hasta el último momento. Varias generaciones de católicos uruguayos soñaron con participar de este acontecimiento. Los católicos de hoy fueron —fuimos— unos privilegiados. Fue un regalo de Dios para esta Iglesia. 

Unas semanas después, el domingo de Pentecostés, se publicó una carta pastoral del Card. Daniel Sturla titulada Don Jacinto Vera: la gracia de la beatificación

La beatificación de Jacinto Vera en cifras

196 banderas con la imagen de Jacinto Vera se repartieron en parroquias y capillas. 

4.864 usuarios siguieron la transmisión de la beatificación en vivo. 

18.500 personas se hicieron presentes en la Tribuna Olímpica del Estadio Centenario. 

Un homenaje desde el otro lado del río

El pasado 5 de diciembre, los cardenales Mario Aurelio Poli, arzobispo emérito de Buenos Aires, y Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo, bendijeron la placa que da el nombre de Jacinto Vera al aula magna del seminario de Villa Devoto, en Buenos Aires. Fue en esta casa de estudios, que antes se ubicaba en el centro de la capital, donde el beato uruguayo se formó para ser sacerdote.

Por: Fabián Caffa

Redacción Entre Todos 

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