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Resplandecer, escuchar y no tener miedo

Misa de envío de la JMJ 2023
Una multitud presente en la Vigilia y la misa de envío de la JMJ 2023/ Fuente: Duarte Nunes, Flickr oficial JMJ 2023

Esta mañana, en Lisboa, tuvo lugar la misa de envío de Jornada Mundial de la Juventud 2023 (JMJ). La celebración, presidida por el papa Francisco, contó con la presencia de un millón y medio de jóvenes en el Campo da Graça. Fue el final de una JMJ que comenzó el martes 1° de agosto y a reunido a centenares de miles de jóvenes de todo el mundo para compartir experiencias de vida, celebraciones y oración, y compartir con el santo padre cinco de días para fortalecer la fe.
Además, cuando concluía la celebración, se dio a conocer la sede de la próxima JMJ de 2027.
Compartimos con ustedes la homilía del papa Francisco durante la misa de envío.

“No tengan miedo”

«Señor, ¡qué bien estamos aquí!» (Mt 17,4). Estas palabras le dijo el apóstol Pedro a Jesús en el monte de la Transfiguración, y también las queremos hacer nuestras después de estos días intensos. Es hermoso lo que estamos experimentado con Jesús, lo que hemos vivido juntos y es hermoso cómo hemos rezado. Y con tanta alegría de corazón. Y entonces nos podemos preguntar: ¿qué nos llevamos con nosotros volviendo a la vida cotidiana?

Quisiera responder a este interrogante con tres verbos, siguiendo el evangelio que hemos escuchado. ¿Qué nos llevamos? Resplandecer, escuchar y no tener miedo ¿Qué nos llevamos? Respondo con estas tres palabras: resplandecer, escuchar y no tener miedo.

Primera, resplandecer. Jesús se transfigura y el evangelio dice que «su rostro resplandecía como el sol» (Mt 17,2). Hacía poco que había anunciado su pasión y su muerte en la cruz, y con esto rompía la imagen de un Mesías poderoso, mundano, y frustra las expectativas de los discípulos. Ahora, para ayudarnos a recoger el proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros, Jesús toma tres de ellos —Pedro, Santiago y Juan—, los conduce a un monte y se transfigura. Y este baño de luz nos prepara para la noche de la pasión.

Amigos, queridos jóvenes, también hoy nosotros necesitamos algo de luz, un destello de luz que sea esperanza para afrontar tantas oscuridades que nos asaltan en la vida, tantas derrotas cotidianas para afrontarlas con la luz de la Resurrección de Jesús. Porque Él es la luz que no se apaga, es la luz que brilla aún de noche. «Nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos» (Esd 9,8), dice el sacerdote Esdras. Dios ilumina, ilumina nuestra mirada, ilumina nuestro corazón, ilumina nuestra mente, ilumina nuestras ganas de hacer algo en la vida, siempre con la luz del Señor.

Pero quisiera decirles que no nos volvemos luminosos cuando nos ponemos debajo de los reflectores. No, eso encandila, no nos volvemos luminosos. No nos volvemos luminosos cuando mostramos una imagen perfecta, bien prolijitos, bien terminaditos. No, no, aunque nos sentamos fuertes y exitosos. Fuertes, exitosos, pero no luminosos. Nos volvemos luminosos, brillamos cuando, acogiendo a Jesús, aprendemos a amar como Él, amar como Jesús; eso nos hace luminosos, eso nos lleva a hacer Obras de Amor. No te engañes amiga amigo, vas a ser luz el día que hagas Obras de Amor. Pero cuando en lugar de hacer Obras de Amor mirás hacia fuera, mirás a vos mismo como un egoísta, ahí la luz se apaga.

El segundo verbo es escuchar. En el monte, una nube cubrió a los discípulos y qué, esa nube de la cual habla el Padre, ¿qué dice?: «Escúchenlo, este es mi hijo amado» (Mt 17,5). Escúchenlo. Está todo aquí,. Y todo eso que hay que hacer en la vida está en esta palabra: Escúchenlo. Escuchar a Jesús, todo secreto está ahí, escuchar qué te dice Jesús. Yo no sé qué me dice, agarrá el Evangelio y lee lo que dice Jesús y lo que dice en tu corazón. Porque Él tiene palabras de vida eterna para nosotros; Él revela que Dios es Padre, es amor; Él nos enseña el Camino del Amor. Escuchalo a Jesús, porque por ahí nosotros con buena voluntad emprendemos caminos que parecen ser del amor, pero en definitiva son egoísmos disfrazados de amor. Tené cuidado con los egoísmos disfrazados de amor, escuchalo porque Él te va a decir cuál es el Camino del Amor, escuchá.

Resplandecer, la primera palabra, sean luminosos, escuchar, para no equivocarse de camino y, al final, la tercera palabra: no tener miedo, no tengan miedo. Una palabra que en la Biblia se repite tanto, en los evangelios. Se repite tanto en los Evangelios: «No tengan miedo» (Mt 17,7). Y esta fue las últimas palabras que en este momento de la transfiguración Jesús dijo a sus discípulos: «No tengan miedo».

A ustedes, jóvenes, que han vivido esta, este gozo; estaba por decir esta gloria; bueno, algo de gloria es este encuentro con nosotros. Ustedes cultivan sueños grandes, pero a veces, ofuscados por el temor de no verlos realizarse; a ustedes, que a veces piensan que no serán capaces, un poco de pesimismo se nos mete a veces; a ustedes, jóvenes, tentados en este tiempo por el desánimo, por juzgarse quizás fracasados o por intentar esconder el dolor disfrazándolo con una sonrisa; a ustedes, jóvenes, que quieren cambiar el mundo, y está bien que quieran cambiar el mundo; a ustedes que quieren cambiar el mundo y quieren luchar por la justicia y la paz; a ustedes, jóvenes, que le ponen ganas y creatividad a la vida, pero que les parece que no es suficiente; a ustedes, jóvenes, que la Iglesia y el mundo necesitan como la tierra necesita la lluvia; a ustedes, jóvenes, que son el presente y el futuro; sí, precisamente a ustedes, jóvenes, hoy les dicen: “No tengan miedo, no tengan miedo”. En un pequeño silencio cada uno repita para sí mismo, en su corazón, estas palabras: no tengan miedo.

Queridos jóvenes, quisiera mirar a los ojos de cada uno de ustedes y decirles: no tengan miedo, no tengan miedo. Es más, les digo algo muy hermoso: ya no soy yo, es Jesús mismo el que lo está mirando en este momento, nos está mirando. Él los conoce: conoce el corazón de cada uno de ustedes, conoce la vida de cada uno de ustedes, conoce las alegrías, conoce las tristezas, los éxitos y los fracasos. Conoce el corazón de ustedes, ve en vuestros corazones, y Él hoy les dice, aquí en Lisboa, en esta Jornada Mundial de la Juventud, “no tengan miedo, no tengan miedo, anímense, no tengan miedo”.

JMJ 2027 y Jubileo de los Jóvenes en 2025

Antes de anunciar cual sería la sede de la 41ª. JMJ, el santo padre invitó a los jóvenes de todo el mundo al Jubileo del Año Santo de 2025, que se realizará en Roma, con el lema: “Peregrinos de esperanza”.

Enseguida, el papa Francisco anunció que dos años más tarde, en 2027, la Jornada Mundial de la Juventud, tendrá lugar en Asia, en la ciudad de Seúl, en Corea del Sur.

 

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