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Vergüenza, perdón y compromiso

ICM presenta una serie de videos, en los que 4 sacerdotes de nuestra Arquidiócesis comparten sus sensaciones y reflexiones sobre el tema de los abusos en ámbitos eclesiales

“Ante los abusos de menores estos sentimientos afloran en nosotros: compasión con las víctimas e indignación con los abusadores”, con estas palabras el Card. Daniel Sturla se hacía eco de una difícil realidad que vive la Iglesia Católica alrededor del mundo.

Desde ICM queremos compartir una serie de videos testimoniales , en los que diferentes sacerdotes de la Arquidiócesis de Montevideo comparten sus impresiones y reflexiones sobre el tema de los abusos dentro de ámbitos eclesiales. Estos videos complementan el número especial del quincenario Entre todos, dedicado casi en exclusividad a esta temática.

Hoy compartimos las palabras del P. Francisco Lezama, sdb, que actualmente vive su ministerio en el Santuario Nacional María Auxiliadora del barrio Villa Colón.

¿Cómo te afectó la noticia sobre abusos?

Cuando empecé a enterarme de la noticia de los abusos me golpeó muchísimo. Me dio un profundo dolor y una gran vergüenza. Como sacerdote, y acompañando pastoralmente, he estado cerca de víctimas de situaciones de abusos, también abuso sexual, recibidos en la familia o en otros lugares y siempre es algo que provoca muchísimo dolor y una especie de vergüenza humana de que estas cosas ocurran. Cuando uno se entera de que estas cuestiones pasan adentro de la Iglesia, y por sacerdotes, lo sentí muy personal. Sentí un dolor y una vergüenza como católico, como sacerdote, que me golpeó muchísimo.

Y un segundo momento, que también me dolió profundamente, fue irme enterando de que estas situaciones fueron acompañadas por encubrimiento. En determinados momentos, y en determinados tiempos, se creó todo un sistema por el que se encubrieron estas barbaridades, estos actos lamentables. Eso multiplica el problema, multiplica el dolor de las víctimas y es algo que también me cuestiono muchísimo como Iglesia, que hayan sucedido estas cosas en nuestras comunidades.

¿Por qué ocurrió esto?

Creo que las razones por las que esto llegó a ocurrir sin duda que habrá especialistas en psicología y en sociología que podrán aportar elementos más específicos, a mí me parece que faltó prevención en el acompañamiento de los sacerdotes, en el acompañamiento a las personas que se preparaban para el sacerdocio.

Después, como ha remarcado el Papa Francisco, una cultura clerical, elitista, ciertos ambientes muy rígidos favorecieron este ambiente de silencio y de encubrimiento, que de alguna manera generaron un caldo de cultivo para que estas situaciones de abuso se multiplicaran. Allí hay un punto en el que tenemos que estar muy atentos.

¿Qué hay que hacer para que no ocurra nunca más?

Lo primero es hablarlo, reconocerlo, pedir perdón desde lo más profundo, sacarlo del secreto, sacarlo de esa nube medio oscura donde no se sabe bien y donde no se quiere hablar. Poder hablarlo, dialogarlo, ponerlo sobre la mesa y reconocerlo. Después, para los que trabajamos en la formación de los aspirantes al sacerdocio, hacer una invitación a estar muy atentos en el acompañamiento, y sobre todo en el acompañamiento de la dimensión humana.

En los aspectos emocionales, psicológicos, de maduración, donde me parece que no tenemos que descuidarlo... más allá de todo lo que apostemos al crecimiento espiritual y vocacional. Esos elementos más humanos no tenemos que darlos por contado, hay que estar allí ayudándonos de los recursos técnicos, psicólogos y otras especialidades, que nos puedan aportar en el acompañamiento de los futuros sacerdotes. Como Iglesia debemos generar una cultura, como nos dice el Papa Francisco, de sentirnos pueblo de Dios donde nadie es más que nadie, como decimos en nuestro dicho criollo.

En la Iglesia todos somos hermanos, como dice el evangelio, y todos tenemos que cuidarnos unos a otros más allá de nuestra vocación, más allá del servicio que prestamos en la Iglesia. Tenemos que tener esa capacidad de acompañarnos, de corregirnos, de saber que nadie está libre del pecado, sino que justamente estamos todos en camino de conversión.

¿Cómo seguir adelante como Iglesia?

Sin duda que es muy duro. A veces me da la impresión de que recién estamos empezando a ver las consecuencias de estos hechos terribles que se dieron. En el desprestigio como Iglesia, y en particular nosotros como sacerdotes en una especie de “linchamiento público” que a veces se da en donde se generaliza. Yo lo percibo y lo sufro como una consecuencia de estos hechos lamentables que sucedieron.

Pero, al mismo tiempo, tengo una esperanza. A lo largo de la historia, de los 2000 años de historia de la Iglesia, en los momentos donde los cristianos hemos caído más bajo y que hemos pasado las crisis más profundas y en las que muchos profetizaron el final de la Iglesia, es en esos momentos en que Dios interviene y sucia los santos más grandes, los movimientos espirituales que renuevan la Iglesia y en que los católicos nos sentimos llamados a profundizar nuestra vivencia del evangelio.

Yo tengo esa esperanza, en la gracia de Dios. No por ningún impulso humano, sino la confianza en que Dios en este momento nos va a ayudar a aprender y a poder seguir adelante sacando lo mejor de nosotros, que es el mensaje de Jesús.

Commentario(1)

  1. Lidia Iglesias says

    Comparto profundamente los conceptos del P.Lezama y sobre todo su sinceridad al expresar su dolor que es el de todos los que nos sentimos hijos de la Iglesia.Orar y ver esta realidad con la luz del Espiritu,solidarizandonos con el sufrimiento de las victimas,ayudara a sanar esta herida.

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