El P. Sebastián Pinazzo estudió entre 2018 y 2022 un doctorado en Dogmática —un área de la Teología—, en Alemania. Durante esos años, el sacerdote visitaba con frecuencia el convento que las Hermanas de María Stella Matutina tienen en el país germano, dado que iba a presidir la misa y cumplía la función de capellán.

El P. Pinazzo le habló sobre la existencia de la congregación al Card. Daniel Sturla, quien en junio de 2022 visitó un convento de las religiosas ubicado en España. Así se comenzó a gestionar la llegada de la comunidad religiosa al Uruguay. Dos hermanas visitaron por primera vez el país para conocer la Iglesia uruguaya y las posibles casas a habitar. Era noviembre de 2022.

Otra realidad

La fundación se concretó el 18 de febrero de 2023. Fueron cuatro las religiosas que arribaron: una española, una italiana, una mexicana y la Hna. Marie Thomas —norteamericana— quien fue la superiora general durante las primeras semanas y se quedó hasta la Semana Santa de ese año. Se ubicaron en Camino Castro 667, una enorme casa que antes dependía de las Hijas de la Caridad Cristiana, también conocidas como Hermanas Alemanas, y en los últimos años había habitado Mons. Nicolás Cotugno, tras dejar de ser arzobispo de Montevideo.

La Hna. Lydia María —de nacionalidad mexicana— fue una de las primeras en llegar. “No conocíamos el país, nos llamó la atención la Iglesia de Montevideo”. ¿El motivo? La Hna. María Abihail responde: “Nos parecía curioso que los católicos estén súper comprometidos pero son los mismos que andan en todas partes”.

La comunidad de religiosas cumple un año de presencia en Uruguay. Fuente: Romina Fernández

La Hna. Gabriel Marie, actual superiora de la casa, es de nacionalidad francesa y cuenta que tuvo un pasaje por México. “Lo que me conmueve es la cercanía de la Iglesia de Montevideo. Aquí hay cooperación, colaboración y oración. Hay sacerdotes y misioneros de distintos países. Es como que toda América Latina está representada en la diócesis”.

Monjas libres

La comunidad de las Hermanas de María Stella Matutina fue constituida como instituto religioso el 25 de julio de 2014 por el obispo de San Sebastián, España, Mons. José Ignacio Munilla, tras la autorización del papa Francisco.

Su espiritualidad se distingue por llevar una vida contemplativa y oración sin claustro. No tienen un apostolado. No son maestras ni enfermeras. Su vocación es la oración, pero con una apertura al mundo. Reciben intenciones de oración y se dedican a rezar.

"En nuestra vida tenemos un equilibrio entre lo común —oración, adoración al santísimo, los oficios, la misa— y la soledad que nos ayuda a interiorizarnos más con Cristo. La soledad ayuda a personalizar la elección de cada una”, dice la Hna. Gabriel Marie. En tanto, la Hna. María Abihail explica: “Vivimos una soledad con Cristo y con la Virgen, es una soledad sin estar sola”.

“Lo que me conmueve es la cercanía de la Iglesia de Montevideo. Aquí hay cooperación, colaboración y oración”

Hna. Gabriel Marie

Sus conventos no tienen rejas. Su vocación es generar vínculos y recibir a la gente. “Hacemos una presencia de Cristo orante en medio de la ciudad, de una parroquia o un grupo”, dice la Hna. Gabriel Marie.

Las jornadas comienzan cuando el sol todavía no salió. A las 5:15 horas se encuentran en la capilla para dirigir el Oficio de las Vigilias. Después tienen cuarenta y cinco minutos de lectio divina personal. A las 06:15 tienen la adoración silenciosa frente al Santísimo y el oficio de Laudes. De lunes a sábado, a las 8 o a las 12 horas, depende del día, se celebra la misa que es abierta a todo público. “La eucaristía es para nosotros el culmen del día, por eso es una preparación y una acción de gracias”, dice la Hna. Gabriel Marie.

Sus días se dividen en dos momentos. Las mañanas son de silencio y formación intelectual. Las tardes son dedicadas al trabajo manual, al cuidado de la casa y a recibir a personas.

Presencia en la ciudad

En Montevideo, las hermanas de María Stella Matutina se trasladan en ómnibus para sus actividades. En la mayoría de los casos, han visto una reacción positiva por parte de la gente. La Hna. Lydia María relata: “Un día, mientras volvíamos de la parroquia, se subió al ómnibus un budista. Lo reconocimos porque llevaba la túnica de Buda. Empezó a hacernos preguntas y tuvimos una buena conversación. Fue muy amigable”.

Para la religiosa mexicana, llevar el hábito es “una oportunidad para dar testimonio y decir que Dios existe”. La Hna. Gabriel Marie, en tanto, opina que “a pesar de la laicidad, la gente entiende lo que representa el hábito” por verlo en las películas.

Preparación del Cirio Pascual, tarea realizada por las Hermanas de la congregación. Fuente: Romina Fernández

Desde su llegada a Uruguay, las hermanas destacan la cercanía de los sacerdotes y sus pares religiosas. “La familia de María Abihail iba a venir de visita desde México. Necesitábamos muebles y ropa de cama para recibirlos. Las Carmelitas enviaron un mensaje por Whatsapp a sus contactos y empezamos a recibir donaciones de todo lo que no teníamos: cubiertos, manteles y mesas. Esa fue una oportunidad para conocer a quienes nos ayudaron. Los invitamos a pasar a la capilla y les pedimos intenciones de oración. Fue algo que nos tocó mucho el corazón”, relata la Hna. Lydia María.

El trabajo manual es otro de los pilares que distingue su espiritualidad. Tras llegar al país, realizaron un "estudio de campo" para ver en qué podían colaborar en la diócesis y vender para subsistir. Para no generar competencia, elaboran productos diferentes a otras congregaciones religiosas. Ellas optaron por fabricar velas y cirios pascuales, que antes hacían las Benedictinas. “Los ingresos que genera la artesanía no son suficientes para pagar todos los gastos. A veces vamos a las ferias y pedimos lo que no pueden vender. Aceptamos lo que la gente nos da”, dice la Hna. María Abihail.

El próximo objetivo es construir un taller de ropa litúrgica para “servir a la Iglesia uruguaya y a los sacerdotes”, dice la Hna. Gabriel Marie. Por medio de estas ventas y otras donaciones se sostienen económicamente.

Además, reciben pagos por la hospedería. El convento en el que viven es una casa de puertas abiertas. Las religiosas reciben a jóvenes, familias, sacerdotes, diáconos que van a hacer retiros personales y silenciosos. El espacioso jardín permite encontrar un espacio para rezar y la capilla es amplia.

“No somos exclusivas de una parroquia”, dice la Hna. Lydia María. Además de ir a Inmaculada Concepción de Paso de las Duranas por ser la comunidad que más les queda cerca, son de ir a Stella Maris, Nuestra Señora del Sagrado Corazón y María Reina de la Paz. Recorrer las parroquias les permitió conocer de primera mano la realidad de la Iglesia. Incluso, en varias ocasiones, a la salida de las misas venden los artículos religiosos elaborados por ellas.

Hna. María Abihail, Hna. Lydia María y Hna. Gabriel Marie. Fuente: Romina Fernández

Pero, además de participar de las celebraciones litúrgicas, organizan veladas de oración en las parroquias. “Nos gusta invitar a la gente para que se acerque a Jesús y al Santísimo. Les damos el tesoro que tenemos: la vida monástica, la liturgia, la formación y los cantos”, dice la actual superiora. Sobre el último punto, aclara: “El canto monástico llega de otra manera que un canto de alabanza”.

Tras la profesión perpetua, las religiosas de María Stella Matutina tienen formación permanente: Filosofía, Teología, Magisterio y Biblia. “No podemos amar y contemplar a Cristo sin conocerlo”, dice la Hna. Gabriel Marie.

Espíritu misionero

Las religiosas no tienen un voto de estabilidad. Es normal que pasen por varios conventos. Todas hablan por lo menos dos idiomas. “Hay estudiantes de Europa, Alemania, Bélgica y Francia que vienen de intercambio estudiantil y vienen a visitarnos”, dice la Hna. Gabriel Marie.

Actualmente hay seis religiosas y tres misioneras laicas, dos provenientes de México y una de Francia. Además de compartir la vida de oración y formación con las hermanas, ayudan en la parroquia Inmaculada Concepción y en el Cottolengo Femenino Don Orione.

Las tres religiosas entrevistadas estallan a carcajadas cuando son consultadas por cuál es su perspectiva de futuro. Piensan que todavía es muy próximo hacer una proyección. “Nos gustaría que más gente se convierta porque vemos que es lo que Uruguay necesita. Necesitamos que se sumen más católicos fervorosos”, dice la Hna. Lydia María.

“El futuro no nos pertenece, pero la esperanza sí. Estamos felices de sentirnos en casa, en poco tiempo. Nos sentimos bien acogidas por la diócesis. Tenemos muy buenos sacerdotes que nos acompañan”, agrega la Hna. Gabriel Marie.

Ellas solo vienen a rezar por la gente. Ese es su apostolado para vivir plenamente su vocación en Uruguay. “No venimos a 'pescar' vocaciones sino para acompañar a esta Iglesia”, concluye la hermana superiora.

Por: Fabián Caffa

Redacción Entre Todos