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Culminó el encuentro sobre protección de menores

El Papa en su discurso calificó los crímenes de abuso como abominables y llamó a los obispos a tomar medidas concretas
El Papa Francisco junto a los participantes del encuentro/ Fuente: Vatican Media/CNA

El domingo 24 de febrero, luego de la celebración eucarística en el Vaticano, el Papa Francisco realizó un discurso de clausura a los 190 representantes que han participado del Encuentro “La protección de los menores en la Iglesia”, que comenzó el pasado jueves 21 de febrero.

La plaga del abuso

Al comenzar su discurso el Pontífice subrayó que el trabajo de estos días llevó a reconocer, nuevamente, la plaga de los abusos a menores dentro de la Iglesia y como “de manera relativamente reciente ha sido objeto de estudios sistemáticos, gracias a un cambio de sensibilidad de la opinión pública sobre un problema que antes se consideraba un tabú, es decir, que todos sabían de su existencia, pero del que nadie hablaba”.

Fue tajante el Obispo de Roma al explicar que esta situación le traía a la mente “la cruel práctica religiosa, difundida en el pasado en algunas culturas, de ofrecer seres humanos —frecuentemente niños— como sacrificio en los ritos paganos”. Y recordó que “en la actualidad las estadísticas disponibles sobre los abusos sexuales a menores, publicadas por varias organizaciones y organismos nacionales e internacionales , no muestran la verdadera entidad del fenómeno, con frecuencia subestimado, principalmente porque muchos casos de abusos sexuales a menores no son denunciados, en particular aquellos numerosísimos que se cometen en el ámbito familiar”.

El Papa Francisco explicó que “muy raramente las víctimas confían y buscan ayuda. Detrás de esta reticencia puede estar la vergüenza, la confusión, el miedo a la venganza, los sentimientos de culpa, la desconfianza en las instituciones, los condicionamientos culturales y sociales, pero también la desinformación sobre los servicios y las estructuras que pueden ayudar. Desgraciadamente, la angustia lleva a la amargura, incluso al suicidio, o a veces a vengarse haciendo lo mismo”.

Más adelante, el Santo Padre presentó datos recabados a nivel internacional por diferentes agencias y concluyó: “La primera verdad que emerge de los datos disponibles es que quien comete los abusos, o sea las violencias (físicas, sexuales o emotivas) son sobre todo los padres, los parientes, los maridos de las mujeres niñas, los entrenadores y los educadores”. Y más adelante agregó: “Teatro de la violencia no es solo el ambiente doméstico, sino también el barrio, la escuela, el deporte y también, por desgracia, el eclesial”.

"Anunciar el Evangelio a los pequeños y protegerlos de los lobos voraces"

Siguiendo su alocución, el Pontífice remarcó que de los estudios más actuales “emerge que el desarrollo de la web y de los medios de comunicación ha contribuido a un crecimiento notable de los casos de abuso y violencia perpetrados online”. Y se refirió a la difusión enorme y acelerada que tiene la pornografía en la Red. “Una parte muy importante de la producción pornográfica tiene tristemente por objeto a los menores, que así son gravemente heridos en su dignidad”, añadió.

En otro momento de su discurso Su Santidad se refirió al turismo sexual: “según los datos de 2017 de la Organización Mundial del Turismo, cada año en el mundo tres millones de personas emprenden un viaje para tener relaciones sexuales con un menor”. “Es significativo el hecho de que los autores de tales crímenes, en la mayor parte de los casos, no reconocen que están cometiendo un delito”, se lamentó.

En uno de los pasajes más duros del discurso el Papa Francisco dijo: "La inhumanidad del fenómeno a escala mundial es todavía más grave y más escandalosa en la Iglesia, porque contrasta con su autoridad moral y su credibilidad ética. El consagrado, elegido por Dios para guiar las almas a la salvación, se deja subyugar por su fragilidad humana, o por su enfermedad, convirtiéndose en instrumento de satanás. En los abusos, nosotros vemos la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los niños”. Y recalcó: “La Iglesia se siente llamada a combatir este mal que toca el núcleo de su misión: anunciar el Evangelio a los pequeños y protegerlos de los lobos voraces”.

Abuso de poder y manifestación del espíritu del mal

Para el Obispo de Roma para comprender el fenómeno de los abusos sexuales a menores “hay que tomar en consideración el poder, en cuanto estos abusos son siempre la consecuencia del abuso de poder, aprovechando una posición de inferioridad del indefenso abusado que permite la manipulación de su conciencia y de su fragilidad psicológica y física”.

Ahondando en el concepto de abuso de poder dijo: “está presente en otras formas de abuso de las que son víctimas casi 85 millones de niños, olvidados por todos: los niños soldado, los menores prostituidos, los niños malnutridos, los niños secuestrados y frecuentemente víctimas del monstruoso comercio de órganos humanos, o también transformados en esclavos, los niños víctimas de la guerra, los niños refugiados, los niños abortados y así sucesivamente”.

En otro aspecto, el Santo Padre explicó que “necesitamos tanto explicaciones como significados. Las explicaciones nos ayudarán mucho en el ámbito operativo, pero nos dejan a mitad de camino”. Y se preguntó “¿Cuál es, por tanto, el 'significado' existencial de este fenómeno criminal?”, a lo que respondió “teniendo en cuenta su amplitud y profundidad humana, hoy no puede ser otro que la manifestación del espíritu del mal. Si no tenemos presente esta dimensión estaremos lejos de la verdad y sin verdaderas soluciones”.

Conferencia de prensa/ Fuente: Daniel Ibáñez -CNA

Mejores prácticas

Su Santidad también quiso mencionar las “mejores prácticas” formuladas, bajo la dirección de la Organización Mundial de la Salud, por un grupo de diez agencias internacionales que ha desarrollado y aprobado un paquete de medidas llamado INSPIRE (por sus iniciales en inglés). Y agregó que sirviéndose de estas directrices, la Iglesia se centrará en las siguientes dimensiones:

1. La protección de los menores: el objetivo principal de cualquier medida es el de proteger a los menores e impedir que sean víctimas de cualquier abuso psicológico y físico.

2. Seriedad impecable: deseo reiterar ahora que «la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes. La Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso» (Discurso a la Curia Romana, 21 diciembre 2018).

3. Una verdadera purificación: a pesar de las medidas adoptadas y los progresos realizados en materia de prevención de los abusos, se necesita imponer un renovado y perenne empeño hacia la santidad en los pastores, cuya configuración con Cristo Buen Pastor es un derecho del pueblo de Dios.

4. La formación: es decir, la exigencia de la selección y de la formación de los candidatos al sacerdocio con criterios no solo negativos, preocupados principalmente por excluir a las personas problemáticas, sino también positivos para ofrecer un camino de formación equilibrado a los candidatos idóneos, orientado a la santidad y en el que se contemple la virtud de la castidad.

5. Reforzar y verificar las directrices de las Conferencias Episcopales: es decir, reafirmar la exigencia de la unidad de los obispos en la aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación. Normas, no solo orientaciones.

6. Acompañar a las personas abusadas: El mal que vivieron deja en ellos heridas indelebles que se manifiestan en rencor y tendencia a la autodestrucción. Por lo tanto, la Iglesia tiene el deber de ofrecerles todo el apoyo necesario, valiéndose de expertos en esta materia.

7. El mundo digital: la protección de los menores debe tener en cuenta las nuevas formas de abuso sexual y de abusos de todo tipo que los amenazan en los ambientes en donde viven y a través de los nuevos instrumentos que usan. Los seminaristas, sacerdotes, religiosos, religiosas, agentes pastorales; todos deben tomar conciencia de que el mundo digital y el uso de sus instrumentos incide a menudo más profundamente de lo que se piensa.

8. El turismo sexual: la conducta, la mirada, la actitud de los discípulos y de los servidores de Jesús han de saber reconocer la imagen de Dios en cada criatura humana, comenzando por los más inocentes. Para combatir el turismo sexual se necesita la acción represiva judicial, pero también el apoyo y proyectos de reinserción de las víctimas de dicho fenómeno criminal. Las comunidades eclesiales están llamadas a reforzar la atención pastoral a las personas explotadas por el turismo sexual.

Conversión personal y colectiva

Sobre el final el Papa Francisco aseveró “El resultado mejor y la resolución más eficaz que podamos dar a las víctimas, al Pueblo de la santa Madre Iglesia y al mundo entero, es el compromiso por una conversión personal y colectiva, y la humildad de aprender, escuchar, asistir y proteger a los más vulnerables. Hago un sentido llamamiento a la lucha contra el abuso de menores en todos los ámbitos, tanto en el ámbito sexual como en otros, por parte de todas las autoridades y de todas las personas, porque se trata de crímenes abominables que hay que extirpar de la faz de la tierra: esto lo piden las numerosas víctimas escondidas en las familias y en los diversos ámbitos de nuestra sociedad”.

 

Medidas concretas

Por su parte, en la última sesión informativa sobre el Encuentro “La protección de los menores en la Iglesia”, realizada en la tarde del 24 de febrero, el Padre Federico Lombardi destacó momentos importantes del encuentro. Además de las reuniones con las víctimas y de sus testimonios, las diferentes exposiciones, principalmente la de la periodista mexicana Valentina Alazraki y los diferentes debates, hizo hincapié en los dos grandes momentos de oración: la liturgia penitencial del sábado 23 y la Misa del domingo 24.

El sacerdote jesuita también habló sobre las iniciativas concretas que se están preparando desde la Santa Sede para prevenir y erradicar los actos de abuso de menores. Por un lado se espera un nuevo Motu proprio del Papa Francisco sobre la protección de los menores y de las personas vulnerables. También se refirió a una nueva ley para el Estado de la Ciudad del Vaticano y directrices para el Vicariato sobre el tema de la protección de los menores y de las personas vulnerables.

Otro punto importantísimo es un vademécum preparado por la Congregación para la Doctrina de la Fe para ayudar a los obispos del mundo a comprender claramente sus deberes y tareas. “No se trata de una enciclopedia, sino de una cosa muy sencilla, muy breve, pero precisa, tanto desde el punto de vista jurídico como desde el punto de vista pastoral que será muy útil porque como dijo el Papa necesitamos catequizar, tenemos que dejar claro que todo el mundo puede volver a su casa con ideas muy claras”, destacó el P. Lombardi según el sitio web Vatican News.

También surgió la idea del Papa de fomentar la creación de grupos de trabajo de personas competentes, para ayudar a las conferencias episcopales y a las diócesis que se encuentran en dificultades para hacer frente a los problemas debidos a la falta de recursos.

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