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El Niño Jesús, Dios en lo sencillo

Misa de Navidad en la Catedral de Montevideo

Este viernes 24 de diciembre se celebró la Misa de Nochebuena en la Catedral Metropolitana. La celebración fue presidida por el Card. Daniel Sturla, y que contó -a diferencia del año pasado- con la presencia de fieles. La Misa se transmitió por el canal de Youtube de ICMtv, para quienes no pudieron concurrir.

Compartimos con ustedes la homilía del Card. Daniel Sturla

Queridísimos: "Hoy les ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor". Lo cantábamos y lo escuchábamos en el Evangelio, en el el anuncio que los ángeles les hicieron a los pastores. Y esto que resonó hace 2 mil años en las colinas de Belén, los escuchamos como dirigido a nosotros hoy, en este hoy de la historia del mundo y de nuestra historia personal. Nos nace el salvador.

Es alguien que puede rescatarme, alguien que me puede liberar. ¿De qué me rescata y me libera este salvador? Del pecado, de la muerte, de la soledad, del desconsuelo, del sinsentido de la vida, de aquello que me duele y no le encuentro respuesta.

Jesús me salva y me sana: me cura en lo más profundo del interior, allí donde tengo heridas que me vienen de lejos. Porque el me trae la Buena Noticia. Pero no solamente una e esas noticias que puedo leer en el periódico, o escuchar en la radio, o ver en la televisión; sino una noticia poderosa que es capaz de transformarme y de cambiar mi vida. Me trae el perdón, me trae la noticia de que he sido amado por Dios y que este amor es para siempre, que es incondicional, que puede llenar mi vida.

Y entonces, hoy nos nace el salvador. pero sabemos que la Navidad está unida, está en tensión, hacia la Pascua (la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo). Allí donde este niño que hoy nace, y miramos dulcemente en el pesebre, ha dado su vida después de ser abandonado por sus amigos, traicionado por aquel que él dejaba como jefe de la Iglesia, que había sido dejado de lado por su gente y entregado al poder extranjero romano.

"Hoy les ha nacido un salvador...", y para los pastores que lo escucharon, y que vaya a saber que idea tenían del salvador, creyeron y confiaron en esa señal insólita de que al salvador no lo iban a encontrar en el palacio del rey, ni en la mejor casa de belén, ni iban a verlo como un soldado poderoso; sino que la señal fue "verán un niño en pañales y acostado en un pesebre".

¿Pero cómo puede ser este el salvador? No deben haber pensado lo mismo aquellos que viendo al crucificado decían: "pero si eres el Mesías baja de la cruz, demuestra que eres Dios". Y ahí viene lo insólito del Dios en quien creemos los cristianos. Creemos en un Dios salvador y poderoso, creador del universo y que, sin embargo, se manifiesta envuelto en pañales o crucificado.

Dios raro este en el que creemos. Dios extraño el que nos salva en la sencillez, en la pobreza, en la desnudez. Pero es el Dios que nos ama, y porque nos ama es que está acostado en un pesebre y envuelto en pañales; o estará después desnudo en la cruz.
Dios nos ama y por nos libera y nos rescata. Y se manifiesta de este modo a los sencillos y en la sencillez. Si será complicada la vida, todo lo que hacemos y sentimos; si seremos nosotros complicados, aún en nuestro interior, y sin embargo el Dios en quien creemos es simplicísimo. Y las verdades fundamentales de la fe son de meridiana sencillez. Se trata de creer en un amor inaudito.

Y por eso los pastores sencillos entendieron el mensaje, fueron con sus ovejas y adoraron al niño, le ofrecieron sus dones, como luego lo harán los magos de Oriente siguiendo la estrella. Donde estará el niño; en un pesebre. ¿Qué es un pesebre? Un comedero de animales. Esto nos trae otra reminiscencia con la Semana Santa y con la Pascua, porque precisamente este Dios creador del universo, poderoso, se nos manifiesta después como alimento. Y el mismo Jesús, que nosotros contemplamos hoy en el pesebre, es el Jesús vivo y palpitante que se nos entrega en la Eucaristía.

Qué Dios extraño este, que en su locura de amor se hace alimento para nuestra vida. Y hoy iremos a adorar al pesebre, al final e la misa, pero antes vendremos al comedero, a alimentarnos de ese Cristo que se ha hecho alimento para nuestra vida. Esta es la maravilla del amor de Dios.

Hoy contemplamos al Niño Jesús, al amor de su Madre, a José que adoptó el papel de padre adoptivo, haciendo de Padre de ese Niño Dios. Todo en la Navidad está entrelazado de amor, de amor silencioso, de amor de entrega, de amor que no piensa en yo, me, mi, conmigo; sino que abre al misterio de Dios.

Es complicada la vida, pero es sencillo venir como humildes penitentes, pecadores en camino, y adorar al Niño y recibir a ese Jesús que se nos quiere dar como alimento.

Que podamos vivir esta Navidad, que sin dudas entre en este periodo tan especial de la historia que hemos vivido en estos dos años, la sencillez el Niño Dios que nace en el establo y que podamos nosotros hacernos más sencillos. Y que vengamos a alimentarnos de Él, en su Palabra, en la oración, en el perdón y en la Eucaristía.

Adoración al pesebre

Al terminar la celebración, el Card. Daniel Sturla se acercó a adorar al Niño Jesús en la imagen del pesebre.

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