No comments yet

Todo por y para Jesús

La fiesta de Corpus Christi volvió a ser una demostración pública de la fe
El Santísimo Sacramento recorrió las calles de Montevideo rodeado del cariño de miles de personas. Fuente: Federico Gutiérrez y Romina Fernández

La convocatoria era a las 14 horas, pero antes del mediodía ya se veía movimiento. El frío se hizo sentir, pero no fue un impedimento para que miles de católicos se congregaran para celebrar Corpus Christi, la fiesta del cuerpo y la sangre de Jesús. Quienes llegaban lo hacían con una sonrisa en su rostro. Motivos había, porque en los dos últimos años el multitudinario evento no se pudo realizar por la pandemia.

El punto de encuentro —al igual que en 2019— fue en la intersección de las calles Av. Del Libertador y Cerro Largo. Allí se colocaron 900 sillas que fueron ocupadas por los primeros en llegar y se instaló un escenario que tenía en el centro la imagen de Jesús en la cruz y a un costado una estatua de la Virgen María.

El coro ensayaba los cantos. Por otra parte, los técnicos ajustaban todos los detalles de la transmisión. A su vez, cientos de jóvenes y adultos, identificados con pañuelos dorados, se movían de un lado para otro para ayudar en lo que hiciera falta. Eran los servidores, que tenían varias tareas, como estar con las alcancías para recaudar dinero para cubrir los gastos o cuidar el carro que iba a trasladar a Jesús en la hostia.

A la hora prevista inició el rezo del Rosario, y enseguida tuvo lugar la celebración de la Santa Misa, que estuvo presidida por el Card. Daniel Sturla, acompañado por el obispo auxiliar, Mons. Luis Eduardo González, y los sacerdotes y diáconos de la ciudad.

El Card. Daniel Sturla con la custodia que lleva a Jesús en la hostia. Fuente: Federico Gutiérrez y Romina Fernández

Un amor incondicional

“Si estamos hoy aquí es porque amamos muchísimo a Jesucristo, pero mucho más que nuestro amor a Él es que Él nos ama. Estamos aquí para adorar, alabar, bendecir y dar gracias al Señor”, comenzó diciendo en su homilía el Card. Sturla.

En este sentido, el arzobispo de Montevideo enfocó su prédica en la importancia de la Eucaristía: “El sacrificio de la cruz se actualiza cada día en los altares de las iglesias del mundo, y hoy aquí en el centro de la ciudad, diciéndonos a todos nosotros, pero proclamándolo también a nuestros hermanos, que creemos en Cristo salvador. Él es quien da sentido y plenitud a la vida. Que Él es el único que cada uno de nosotros puede decir ´me amó y se entregó por mí´”.

Después explicó que Eucaristía significa “acción de gracias” y añadió que “es una acción de gracias al Señor que me amó y se entregó por mí, y que derrama sobre todos nosotros y sobre todo el mundo su sangre redentora”.

Al referirse a la lectura del evangelio que se proclamó, que narra la multiplicación de los panes y los peces por parte de Jesús, el pastor de la Iglesia capitalina aprovechó a reconocer el servicio que realizan cerca de 30 grupos parroquiales y de movimientos que salen y dan un plato de comida a las personas en situación de calle: “Me consta que muchos de ustedes dan de comer al que necesita. Sabemos que el alimento, tras ese plato de comida caliente que estamos dando, es Cristo. En todos nosotros está hoy el mandato de Cristo para llevarlo a otros, para darle a otros de comer”.

Posteriormente, habló sobre la historia de esta celebración, que se realiza desde hace ocho siglos en el mundo y hace tres en Montevideo, desde que se fundó la ciudad: “Seguimos lo que han hecho nuestros padres, nuestros abuelos y tantos otros; seguimos lo que han otros pastores”.

Más adelante, destacó la presencia de los integrantes de la Archicofradía del Santísimo Sacramento, que es la asociación católica más antigua que existe en el Uruguay y que “da testimonio de un amor inalterable a Jesucristo, salvador y redentor que está presente en la Eucaristía”.

En el tramo final de su homilía, el Card. Sturla mostró su alegría porque trajeron la cátedra que usó Mons. Jacinto Vera. Acerca del primer obispo de Montevideo, dijo que “él quiso al pueblo uruguayo y anunció en todas partes la salvación que viene de Dios”. A su vez, manifestó que espera que muy pronto se lo pueda venerar en los altares para también “expresar la fe de nuestro pueblo y anunciar a tantos otros, que hoy andan perdidos o que siguen tras los pasos de la cultura de la muerte, que la vida vale la pena porque el Señor Jesús la llena de sentido”.

“Lo hacemos bajo el amparo y protección de la Santísima Virgen, que en su seno virginal engendró el Cuerpo de Cristo, Hijo de Dios e Hijo de María, que también en nosotros nos haga una Iglesia capaz de engendrar a Cristo y de darlo a luz”, concluyó.

Corpus Christi, una manifestación pública de la fe. Fuente: Federico Gutiérrez y Romina Fernández

Caminar con Jesús

La misa siguió como de costumbre. En el momento de la consagración del pan y el vino sorprendió el silencio que reinó en el ambiente. Solo se escucharon el sonido de algunos vehículos que circulaban a lo lejos. Para el momento de la comunión se colocaron 40 puntos para recibir el sacramento. Cada sacerdote y diácono fue acompañado por un servidor que sostenía un cartel que les daba visibilidad y una bandeja para evitar que cayeran partículas al suelo.

Al terminar la misa se trasladó a Jesús, presente en la hostia, a la custodia. Estaba previsto que esta pieza fuera llevada por un carro, especialmente preparado al estilo de los que se usan en otros países. Pero a último momento al vehículo se le rompió una rueda y no se pudo utilizar. Por esta razón, un grupo de jóvenes se pusieron sobre sus hombros a Jesús e hicieron el trayecto. Cada cierto tiempo, las personas se iban turnando para llevar a Cristo.

La procesión ocupó varias cuadras de la avenida. Por los parlantes se escucharon meditaciones y cantos que invitaron a aprovechar el momento para la oración.

El lugar de destino de la procesión fue la Basílica Nuestra Señora del Carmen (Parroquia de la Aguada). La peregrinación avanzó unos metros más y llegó hasta la esquina del Parlamento Nacional, para después retornar al templo.

La procesión de Corpus Christi con el Parlamento Nacional de fondo. Fuente: Federico Gutiérrez y Romina Fernández

Un encuentro de salvación

En el atrio de la basílica hubo un momento de adoración ante el Santísimo Sacramento. Hubo quienes se pusieron de rodillas para cantar en honor al Señor, no importaba que estuvieran en la calle. Después, el Card. Sturla dirigió unas palabras y pronunció tres “vivas”: viva Jesucristo, viva su santa Iglesia y viva María Santísima, que fueron replicadas por los presentes.

El arzobispo de Montevideo agradeció a todos los que participaron y a las personas que trabajaron en la organización: “Mucha gente ha pensado con cariño, ha puesto esfuerzo, ha puesto trabajo y ha sabido capear las tempestades”. Hizo una mención especial a los jóvenes que se “pusieron sobre sus hombros a Jesús” durante la procesión. “Esta es la juventud que queremos, que lleve a Jesús a todas partes”, dijo, y extendió el llamado al resto de los presentes: “Ese es el compromiso de todos y de cada uno de nosotros”.

“Uruguay y el mundo necesitan de Cristo y de su paz”, manifestó el Card. Sturla al cerrar el encuentro. “Que podamos tener esta alegría de haber llevado a Jesús por nuestra ciudad y que ahora lo llevemos en el corazón, pero que lo demos de conocer a otros”, concluyó.

Finalmente, el cardenal tomó la custodia y con ella impartió la bendición final. Acto seguido, el párroco de la Basílica de la Aguada, P. Guillermo Porras, se llevó la Eucaristía, lo que provocó un aplauso espontáneo del público lleno de afecto.

Escribir comentario