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Solemnidad de la Inmaculada Concepción: fiesta de toda la Iglesia y patrona de nuestra Catedral

Hoy celebramos la Fiesta de la Inmaculada Concepción de María, día en que agradecemos al Señor por haberla concebido sin pecado.
El Card. Sturla celebró la misa en la Catedral de Montevideo. Fuente: R. Fernández

Desde hace 169 años, la Iglesia Católica conmemora en cada 8 de diciembre la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. Esta celebración parte de la proclamación de un dogma de fe por el papa Pío IX, en 1854, en la que la Virgen fue preservada del pecado original.

Como en cada año, se realizó una misa especial desde la Iglesia Matriz, Catedral de Montevideo, parroquia que también está dedicada a la Inmaculada Concepción. Presidió la celebración el cardenal Daniel Sturla, y también estuvo presente el Nuncio Apostólico del Uruguay, monseñor Gianfranco Gallone.

La casa de María

El arzobispo de Montevideo comenzó su homilía agradeciendo por toda la obra de nuestra Madre: “Hoy le agradecemos a Dios este don inmenso que es la Virgen Santísima, en esta fiesta que ha sido tan importante en la tradición española y en la tradición latinoamericana de la Inmaculada Concepción, y que es solemnidad de toda la Iglesia”, fueron sus primeras palabras hacia la asamblea. Entre los fieles, estaba la Archicofradía del Santísimo Sacramento, además de seminaristas del Seminario Redemptoris Mater y del Seminario Cristo Rey.

La celebración de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción moviliza a muchos fieles en nuestra capital. Fuente: R. Fernández

El Card. Sturla aprovechó el comienzo de su prédica para, además, explicar el vínculo entre la Virgen y la Iglesia Matriz. “Ella es la patrona, la Virgen Inmaculada, de nuestra hermosa Catedral de Montevideo, que tiene además, en su párroco, el padre Juan González, un celoso custodio (…) La Catedral es casa de Dios y también es casa de María, la Inmaculada”, precisó.

Belleza de Madre

“Lo que hoy celebramos con mucho gozo es la belleza de la Virgen. Este misterio del amor de Dios que María nos muestra, acerca de su sueño sobre la humanidad”, sintetizó el Card. Sturla.

También participó la Archicofradía del Santísimo Sacramento, la institución con personería jurídica más antigua del país. Fuente: R. Fernández

De acuerdo con el arzobispo, el plan de Dios no es otro que el de la comunión plena entre la criatura y el creador, que fue rota por el pecado humano pero reestablecida por Jesucristo. “Él es redentor, pero Dios es previsor. Para Él, para quien no hay tiempo, ha previsto y ha preparado su Hijo. Y para ello, el Señor también preparó a la Virgen desde todos los siglos. María fue preservada en previsión de la redención obrada por Cristo, el Señor. Por eso, ella la purísima flor, es la representación de toda belleza”, explicó.

Imperfectos, pero llamados a la santidad

Durante su homilía, el Card. Sturla ahondó en el rol de la Virgen como compañera y guía de nuestros pasos: “Eso es María para nosotros, abogada de gracia y modelo de santidad. Por eso la contemplamos. Porque fue inmaculadamente concebida porque fue preparada. Esa previsión de Dios era que fuese concebida sin pecado. Nació por sus padres, Joaquín y Ana, pero Dios, el fundirle el alma, se la infundió sin la marca del pecado original. Concebida sin pecado. Entonces, hoy es un día de mirarnos unos a otros y de alentarnos en la belleza de la vida cristiana, en la belleza de la santidad”.

El Card. Daniel Sturla aconsejó a los fieles presentes acudir a María para permanecer fieles a las enseñanzas de Cristo. Fuente: R. Fernández

“Todos nosotros, pecadores, miramos hacia el cielo y nos sentimos alentados por el Señor. Tratamos de mantener nuestra fidelidad a Dios movidos por la gracia y recurriendo frecuentemente a las fuentes de esa gracia, que son los sacramentos y María, la llena de gracia, Madre de misericordia”, reflexionó el arzobispo.

Posteriormente, el Card. Sturla realizó un pedido colectivo hacia los fieles presentes. “Que este día no sea solo una contemplación de una belleza que queda fuera de nosotros mismos, porque ella se hace compañera de nuestro caminar. Como buena madre, le podemos confiar nuestra realidad, porque tendrá oídos que no se asustarán de nuestras cosas y nos alentará a la fidelidad a Dios. Damos gracias al Señor. Celebramos las fiestas patronales de nuestra Catedral y de varias parroquias que también llevan el nombre de la Inmaculada. Cuando recibamos el pan de la Eucaristía, también podemos decir, por pura gracia, que podemos ser un nido donde el Hijo de Dios encuentre un lugar digno para dar luz hacia nuestros hermanos que lo necesitan”, concluyó.

 

Por: Leandro Lia

Redacción ICM

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