Este año, el papa Francisco busca remarcar el análisis atento de todos los aspectos que caracterizan las diversas etapas de la experiencia migratoria, desde la partida hasta la llegada, incluyendo un eventual regreso. Por eso, el lema elegido para esta edición es: “Libres de elegir si migrar o quedarse”.

Libertad y dignidad

Como es habitual, el santo padre redactó un mensaje con motivo de la jornada, dado a conocer en mayo, en el que destacó que de la escucha constante a las Iglesias particulares ha podido comprobar “que la garantía de esa libertad constituye una preocupación pastoral extendida y compartida.

“Migrar debería ser siempre una decisión libre —aseveró—; pero, de hecho, en muchísimos casos, hoy tampoco lo es. Conflictos, desastres naturales, o más sencillamente la imposibilidad de vivir una vida digna y próspera en la propia tierra de origen obligan a millones de personas a partir”.

También mencionó que los migrantes escapan debido a la pobreza, al miedo, a la desesperación. “Para eliminar estas causas y acabar finalmente con las migraciones forzadas es necesario el trabajo común de todos, cada uno de acuerdo a sus propias responsabilidades. Es un esfuerzo que comienza por preguntarnos qué podemos hacer, pero también qué debemos dejar de hacer”, explicó. “Debemos esforzarnos por detener la carrera de armamentos, el colonialismo económico, la usurpación de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común”, añadió.

Más adelante, el obispo de Roma agregó: “Para que la migración sea una decisión realmente libre, es necesario esforzarse por garantizar a todos una participación equitativa en el bien común, el respeto de los derechos fundamentales y el acceso al desarrollo humano integral. Solo así se podrá ofrecer a cada uno la posibilidad de vivir dignamente y realizarse personalmente y como familia”.

Empezar de nuevo

Después, el papa Francisco recordó que en 2025 se celebra un nuevo jubileo. Para esto recordó el significado que tenía este hecho en Israel. La celebración del jubileo para el pueblo de Israel representaba un acto de justicia colectivo; todos podían “regresar a la situación originaria, con la cancelación de todas las deudas, la restitución de la tierra, y la posibilidad de gozar de nuevo de la libertad propia de los miembros del pueblo de Dios»”, explicó. Y enfatizó: “es bueno recordar este aspecto de las celebraciones jubilares. Es necesario un esfuerzo conjunto de cada uno de los países y de la comunidad internacional para que se asegure a todos el derecho a no tener que emigrar, es decir, la posibilidad de vivir en paz y con dignidad en la propia tierra”.

"Migrar debería ser siempre una decisión libre; pero, de hecho, en muchísimos casos, hoy tampoco lo es"

Papa Francisco

Los migrantes en nuestra Iglesia

En Montevideo, la Iglesia trabaja a través de diferentes iniciativas para brindar ayuda y acoger a migrantes que llegan desde diferentes lugares, principalmente del mismo continente americano.

María José Carrau, que forma parte del equipo de Pastoral Social, y que sigue de cerca la temática de los migrantes, informó a Entre Todos que en el primer semestre del año se convocó, por parte del SJM, a una reunión entre las diferentes organizaciones y grupos que trabajan a nivel de nuestra Iglesia. Enfatizó que se hace un trabajo importante en red, no solo con instituciones o grupos eclesiales, para atender mejor a los hermanos, que por diferentes razones, llegan del exterior a vivir en nuestro país.

Destacó, además, las tres iniciativas más fuertes en nuestra Iglesia para el trabajo con migrantes: la obra de los scalabrinianos, la Casa “Paz y Bien” —gestionada por la Confru— y el Servicio Jesuita al Migrante.

En el primer caso, en la parroquia Nuestra Señora de la Asunción y Madre de los Migrantes, perteneciente a la congregación de los scalabrinianos, se ofrece un lugar de acogida a los quienes llegan al país con pocos recursos o en estado de vulnerabilidad. Allí permanecen un tiempo, hasta que logran conseguir la documentación, un trabajo y pueden salir adelante para sostener a su familia.

Por su parte, desde el 19 de febrero de 2020 funciona la casa Paz y Bien, ubicada en El Fortín de Santa Rosa, dentro de la Diócesis de Canelones. Se trata de un hogar para migrantes que surge del trabajo de la Arquidiócesis de Montevideo (a través de la Pastoral Social), la Conferencia de Religiosos del Uruguay (Confru) y la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU); a través del proyecto Puentes de Solidaridad. En este caso, la idea también implica brindar un alojamiento transitorio como apoyo para quienes ingresan al país.

En otro orden, existe el Servicio Jesuita a Migrantes, institución que el 16 de junio de 2022 inauguró su Casa de Acogida, que integra el proyecto habitacional de la organización. Se trata de un espacio brindado por las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, para dejarlo a disposición de los migrantes más necesitados. El Servicio Jesuita a Migrantes también promueve la realización de diversos talleres y capacitaciones, además de espacios de encuentro y de promoción de la diversidad cultural.

También se ha verificado un aumento en la participación de los migrantes, en diferentes comunidades de Montevideo. Esto se debe, en gran medida, a que muchos de ellos llegan con una experiencia de fe muy rica de sus países de origen, donde las advocaciones marianas y las fiestas religiosas están muy presentes. de hecho en algunas parroquias han sido una nueva aliento para las propias comunidades de recepción.

A nivel nacional, Cáritas es otra institución que nuclea el trabajo con los llegados a nuestro país.