Es de noche en Montevideo, más aún en el Prado donde los árboles no permiten que el alumbrado público cumpla su función básica: alumbrar. Para colmo espera agazapado uno de los temporales más fuertes del año. Digamos que estar afuera no es la primera opción para la mayoría de nosotros. Para otros estar afuera no es una cuestión de opción, es lo que les toca vivir un día sí y otro también. Hay otros que eligieron estar afuera con los que están afuera. En este último grupo está el Movimiento Luceros, que todos los lunes y miércoles se reúnen en un salón de la Parroquia Virgen del Carmen y Santa Teresita (Las Carmelitas). Allí preparan más de 100 platos de comida que reparten en diferentes puntos de la capital para personas que viven en la calle.

Una luz en la noche

Felipe Silva y Juan José Malvárez son dos jóvenes veinteañeros, católicos, que tomaron la posta de dirigir a otros jóvenes católicos. Reciben al recién llegado afectuosamente y hablan de forma sencilla, segura, sin discursos grandilocuentes sobre los comienzos del Movimiento: “Todo surge con un grupo de jóvenes en una peregrinación a la Virgen de Salta, hace 8 años. Cuando vuelven, movidos por la experiencia que tuvieron forman un grupo de oración acá en el Prado”. Con el tiempo empiezan a ser más, empiezan a sentir la inquietud de no quedarse sólo en la oración, “Ahí surge la posibilidad de hacer leche achocolatada con unos sándwiches y salir a repartir a la gente que estaba en la calle, acá en la vuelta” nos cuenta Juan José, conocido como “El Bocha” dentro del grupo.

A esta altura, aunque parezca una obviedad, se impone la pregunta por el origen del nombre Luceros. “Es ser luz en la noche. El no guardar la lámpara, que esté bien arriba para que ilumine. El ser pequeñas luces que iluminen en la oscuridad. La Virgen de Salta habla un poco de eso: <<Pronto verán cómo se irán transformando en pequeñas luces que irán iluminando>>” comenta Juan José. Felipe acota que todo surge de esa experiencia fundante en Salta, que está presente cada lunes y miércoles que se juntan para preparar la comida que van a repartir: “Como que allí encontró el sentido todo esto. Creo que ha ayudado mucho a que algunos jóvenes se hayan mantenido”. Además antes de empezar cada encuentro los jóvenes rezan un Rosario bajo la advocación de la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús.

Salir al encuentro

El movimiento fue creciendo y la casa donde se reunían fue quedando chica. El párroco de Las Carmelitas, el Padre Oscar Ordóñez ocd, les abrió las puertas y les cedió un salón. Ahora el lugar “es parte de la identidad del grupo” afirma Felipe. Juan José, por su parte, recuerda que el lugar “era bastante diferente a lo que es hoy en día, está bastante cambiado para bien. Era un comedor antes que un salón , así que ya tenía cierta infraestructura”. Además de la cocina cuenta con un gran ropero donde se guarda ropa que será entregada a las personas que lo necesiten. “Gracias a la Embajada de Alemania se refaccionaron los baños y la idea es poder habilitarlos para que la gente pueda venir a bañarse. Por lo menos dos veces a la semana tener esa posibilidad, porque también, y es parte de lo mismo, dignifica a la persona; le cambia el ánimo, le cambia el humor, le cambia el vínculo. La gente puede abrirse más, incluirse más. Ir a un lugar, estar sucio y que la gente te mire: es tremendo lo que se sufre. Va un poco en intentar dignificar a la persona”,comenta.

El Movimiento Luceros empieza las actividades en marzo y hasta diciembre le dan “de punta y pa´delante, sin vacaciones” afirma El Bocha porque “la gente no puede esperar y hay que estar. Sos un poco la esperanza de ellos a la noche. Algunos es lo único que comen”. Tienen cuatro recorridos divididos en zonas para poder ayudar a más gente. El primero recorre la rambla portuaria, la zona de Canal 4, la estación de AFE y continúa hasta el Centro. Otro va hacia Millán y Luis Alberto de Herrera, pasa por el Viaducto y un tramo de Joaquín Suárez. El tercero va hacia el Palacio Legislativo y toma parte de la Aguada. El último comprende el barrio Goes.

Juan José comenta “A la gente que está más en la lona nosotros la vamos a buscar y si no están en el mismo lugar recorremos”. No da igual que estén o no estén, que la persona coma o no. Afirma que “Es un trabajo que cansa, a esta altura del año uno siente la fatiga y las ganas que llegue fin de año. Te querés tomar tiempo para vos, pero la necesidad de ellos hace que uno ponga en la balanza eso y pese mucho más que el cansancio. El estar disponible para el otro es fundamental”.

“Todo empieza ahí”

Unas 60 personas conforman el Movimiento Luceros que semana tras semana brinda 100 platos de comida. Justamente comida, ¿por qué? “A cualquiera le pasa si vive en Montevideo, que al salir de tu casa, en tu cuadra o a dos cuadras, haya alguien durmiendo o viviendo en la calle. Es algo que choca y que lo ves de primera. Y por lo menos para quienes arrancamos el Movimiento, sobre todo los más grandes, esto estaba a nuestro alcance. Siempre se dijo la comida es una excusa, la comida es un vehículo” responde Felipe. Y agrega “es importante llenar la panza, pero mucho más importante es llenar el corazón a esas personas”. A partir de la comida aceptada se crea la confianza, el vínculo y “te permite ayudar de verdad a esas personas. Todo empieza por el plato de comida, todo empieza por ahí” reafirma.

Juan José dice: “Que en Uruguay haya personas que pasen la noche en la calle sin nada que comer, sin poder abrigarse, mojados hasta las patas, eso duele”. Argumenta que “para trabajar con gente con problemas de droga hay que estar preparado, para construir casas hay que tener un tipo de infraestructura que no tenemos. Para hacer una olla de comida, juntar ropa y salir en auto a compartirla con otros que la precisan es algo que está a nuestro alcance y me parece que lo hacemos bien”. En definitiva “todo suma y cada uno desde su lado. Yo hago esto que puedo, otros grupos de la Iglesia hacen otras cosas, y creo que así se logra la globalidad”.

Pipe, el apodo con el se conoce a Felipe Silva, nos clarifica el panorama “Con algunos tenemos un vínculo especial, porque algunos de nosotros somos padrinos de los hijos de ellos. Somos padrinos de niños y también de adultos. Hemos celebrado varios bautismos gracias al vínculo que se ha creado acá. Se me vienen a la cabeza tres familias en este momento”. Es lo que ambos reafirman una y otra vez, se evangeliza explícita e implícitamente, en toda ocasión como afirma San Pablo.

De salida

Un tema que surge es cómo se financia el Movimiento. Felipe nos explica “actualmente no tenemos cuenta en un banco. En realidad siempre nos manejamos por el correo electrónico  donaciones@movimientoluceros.org.uy y después muchas llamadas de conocidos. A mí me ha pasado que viene un conocido del barrio y me dice: <<Tomá, esto es anónimo, lo quiero aportar>>". Además, en junio de cada año, se realiza un torneo de truco “hasta junio tenemos que aguantar, y de junio en adelante tenemos que tirar con lo del campeonato. Y nosotros tenemos esa base que es fundamental, sin esa base no podríamos subsistir. El arroz y los fideos es lo que más donan. Al campeonato de truco lo hacemos rendir. Le metemos cantina, sorteos, costo de la inscripción. Acá en el Prado ya es una tradición de siete años. Y la gente ya sabe y viene a colaborar”.

La creatividad juega un rol importante en el Movimiento. Tienen que ser creativos para llegar hasta fin de año con las donaciones y el campeonato de truco. Tienen que ser creativos y atentos para tratar de satisfacer las necesidades de las personas que esperan por ellos cada lunes y miércoles. Tienen que ser creativos para alimentar su fe y la de las personas a las que ayudan. Tienen que ser creativos porque hay alguien que los impulsa.

El Prado cada vez está más oscuro, el viento amenaza con tirar algún árbol, la lluvia se hace sentir. Los que pueden ya están en su casa, cenando, mirando por televisión imágenes de lo que pasa afuera o descansando. Otros no tienen esa opción están afuera un temporal sí y otro también. Hay un grupo de jóvenes que decidió hoy, como hace 8 años, estar afuera con los que están afuera; porque en definitiva todos estamos llamados a entrar.

Por Camilo Genta