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Iglesia Matriz: faro de nuestra fe

La Catedral de Montevideo funciona como centro de nuestra realidad arquidiocesana.
Para el P. Juan González, la capilla del Santísimo es su lugar preferido en el templo. Fuente: R. Fernández

La Iglesia Matriz, Catedral Basílica Metropolitana de la Inmaculada Concepción y San Felipe y Santiago, fue catalogada como Monumento Histórico Nacional en 1975.

No debería generar sorpresa alguna. En más de dos siglos de historia, la Catedral no solo guarda, en cada rincón, historias por contar, sino que también tiene una relación directa con el proceso de formación de nuestro país.

De esta manera, su rol como centro arquidiocesano de nuestra fe se combina con constituir un museo vivo y actual, en el que su comunidad desarrolla una función indispensable para mantener vigente a este símbolo de la época colonial, verdadera obra de arte de nuestra arquitectura. 

Una historia viva

“La Catedral es un testimonio silencioso de la historia del Uruguay. El vínculo de la Iglesia Matriz con el de nuestra patria parte desde sus inicios”. Con estas palabras, el artista y escultor Ramón Cuadra Cantera define la importancia del templo desde su aspecto histórico. Estas paredes han sido testigo de derrumbes, ataques, reformas, túneles coloniales hacia el Cabildo y muchas obras artísticas, además de albergar los restos de diferentes personalidades de nuestra historia —tanto laicas como eclesiales—.

Las puertas de la Iglesia Matriz, que están firmadas por sus autores, todavía conservan las marcas de los impactos de balas que el templo recibió durante la época de las invasiones inglesas. Fuente: R. Fernández

“En el presbiterio se encuentran los sillones en los que se juró la primera constitución de la República, en 1830. Arriba se conserva un sillón con su tapizado original. El vínculo de la Catedral está ligado con el de nuestra patria desde sus inicios. El año que viene comenzarán las celebraciones por los trescientos años del proceso fundacional de Montevideo, porque en 1724 vinieron dos sacerdotes jesuitas con dos mil indios tapes para fortificar la futura ciudad. Esto dio origen a una primera capilla, ubicada entre las calles Piedras y Zabala, y que fue la Matriz hasta 1940”, explica Cuadra, quién además guía el grupo de liturgia de la Catedral y oficia habitualmente allí como maestro de ceremonias.

La historia de la Catedral, tal cual como la conocemos, parte del día 20 de noviembre de 1790, con la colocación de su piedra fundamental. Su inauguración fue tardía, y los fieles debieron esperar hasta el 21 de octubre de 1804 para presenciar su consagración, por intermedio del obispo de Buenos Aires, Benito de Rue y Riega. No obstante, la parroquia actual —cuya arquitectura presenta un claro estilo neoclásico— guarda recuerdos de los templos anteriores.

“La capilla del Santísimo Sacramento es el corazón de la Catedral, porque es donde se conserva Jesús Eucaristía, vivo y presente en cuerpo, alma y divinidad. Pero, por otro lado, allí está la imagen de la Virgen Nuestra Señora de la Fundación, tallada en madera en 1726”

Ramón Cuadra

“Pasó a ser Catedral cuando se nombra a Jacinto Vera como obispo. Sin dudas, está llena de historia. Desde la pila bautismal que usó Artigas en 1764, por ejemplo, que la realizó José de Miranda, vecino artesano de aquella época. Él también integró el grupo de carpinteros que hizo la puerta de la Iglesia Matriz, junto a Santiago Montoro, Mateo Castro, Antonio Frontán y Juan Zuloaga. La Catedral funcionó también como hospital durante las invasiones inglesas y como cementerio en algunos sitios. Las puertas tienen trazos de algunos golpes y de balas que habían penetrado las puertas de la Catedral, pero posteriormente fueron restauradas durante la primera mitad del siglo XX. Y así podríamos seguir recordando hechos históricos de nuestro país”, reconoció Cuadra.

Proceso de cambios

El P. Juan González es el párroco de la Iglesia Matriz, además de desempeñarse como Secretario Canciller del Card. Daniel Sturla. “Es una parroquia absolutamente única y diferente del resto de las otras comunidades”, advierte, para luego explicar su punto: “Lo primero es el territorio parroquial, que es absolutamente pequeño y lleno de oficinas, y el despoblamiento de la Ciudad Vieja tampoco ayuda. Eso hace que todas las personas que vienen a participar de muchas actividades son, en realidad, fieles de otras zonas de la capital. Pero, además, el hecho de que sea una catedral altera todo su funcionamiento diario”.

La Archicofradía del Santísimo Sacramento participa activamente de las actividades litúrgicas de la Iglesia Matriz. Fuente: R. Fernández

“Tenemos una serie de grupos, que creo no son muchos y la comunidad no es muy grande, pero estamos en una etapa de crecimiento y de cambios”, explica su párroco. Durante la semana se realizan encuentros correspondientes al grupo de catequesis de adultos y de niños, equipo de Biblia, el grupo de liturgia, el consejo parroquial o la Legión de María, entre otras actividades. “En este sentido, es importante la reestructura que estamos realizando desde el Consejo Parroquial, para poder consolidar nuevos grupos, como uno de jóvenes. Para este crecimiento, es fundamental la función de la Legión de María. Quiero mucho a ese grupo porque formé parte de él, y no solo se juntan a rezar sino que consiguen niños para la catequesis, bautismos y varias cosas más, como vecinos que se quieran confesar o que estén enfermos. Gracias a su trabajo, este año tuvimos doce niños para la catequesis”, detalla el P. Juan González.

“Siento que tengo una dedicación especial hacia el grupo de liturgia. Una de las razones es que lo conformaba cuando era laico y fue mi primera aproximación hacia la liturgia de la iglesia, que es algo que me encanta, lo disfruto muchísimo”

Pbro. Juan González

También funciona allí la Archicofradía del Santísimo Sacramento, conocida también como la Hermandad de los Esclavos del Santísimo Sacramento, la cual también llegó a integrar. Se trata de la institución con personería jurídica más antigua del país (en 1740), y su cometido es la adoración al Santísimo, además de colaborar en el mantenimiento del culto, en el desarrollo diario de la Catedral.

Dedicación por la fe

Juan González sabía que estaba llamado para algo más. Criado en un hogar católico y practicante, su gran influencia fueron los capuchinos, cuando, con solo cinco años, frecuentaba la intersección de las calles Canelones y Minas para participar como monaguillo. “Ahí comencé mi vínculo con la fe, y ellos fueron mis grandes formadores y a quienes amo profundamente. Poco a poco fui descubriendo que Dios me llamaba para algo distinto de lo que era una vida de familia. Lo curioso es que nunca sentí que Dios me pedía que fuese capuchino, a pesar de que me formé con ellos y les tengo mucho aprecio. Sentía que mi vocación era pertenecer al clero diocesano”, recuerda.

El P. Juan González reparte su tiempo entre su rol como párroco de la Catedral y sus tareas como Secretario Canciller del Card. Sturla. Fuente: R. Fernández

Por distintas circunstancias de su vida familiar, tuvo que partir hacia el mercado laboral y buscar empleo, pero nunca se apartó de su vocación. Tras veinticuatro años como funcionario bancario —que incluyó todo el proceso que derivó en la recordada crisis bancaria de 2002—, en 2003 presentó su renuncia, mientras que tres años antes ya había iniciado su proceso de formación camino hacia el sacerdocio. “Cuando tenía dieciocho años, una vez que vine, Mons. Delpiazzo me invitó a integrar el equipo de liturgia, grupo en el que hasta el día de hoy participo y al que le tengo un cariño especial. Hasta ese entonces, alguna vez leía en misa y en otras ocasiones me pedían que cantara. Ahí estábamos en el año 1979 aproximadamente, y durante ese camino fui responsable laico. Hace mucho tiempo que estoy aquí, así que tuve la bondad de Dios de también poder ser su párroco, rol que desempeño desde 2010”.

“Con la tumba de Mons. Barbieri se cerró el último de los túneles que comunicaban a la Catedral con el Cabildo de Montevideo, que databan desde la época colonial”

Ramón Cuadra

Una vida de amistad

Juan Pablo Franchi comenzó a tocar el órgano en misas cuando tenía solamente diez años, en la parroquia Sagrada Familia, ex capilla Jackson. A sus dieciocho años se sumó a tocar en algunas celebraciones de la Iglesia Matriz, cuando transcurría el año 1976.

El monumento al beato Jacinto Vera se realizó a través de un concurso internacional y se financió por colecta popular. Ricos y pobres colaboraron con un céntimo y lo inauguraron en 1883. Fuente: R. Fernández

“Hubo una época tuve que dejar por un tiempo por tener problemas de horarios en el Sodre, que era mi otro trabajo, pero luego retomé. Estuve unos quince años al margen, en los que iba a tocar a otras comunidades parroquiales. El P. Juan González me invitó a retornar y pude organizar mejor los horarios. Incluso me consiguió un órgano para poder tocar en la capilla del Santísimo. Otro organista tocaba los domingos, pero al tiempo se apartó y me sumé también esos días”.

“La catedral es la comunión de la diócesis con su obispo, en la iglesia madre. No solo es un monumento histórico sino el centro de nuestra fe”

Pbro. Juan González

Al igual que sucede con el P. Juan González o con Ramón Cuadra Cantera, Juan Pablo también pertenece a una generación de la comunidad que participa activamente desde hace varias décadas. “Como otros, empecé a venir en la época de Mons. Delpiazzo. Disfruto mucho de poder participar en la Catedral, y de hacerlo con gente que conozco hace tanto”, afirma el habitual organista del templo. Templo en el que, precisamente, cada piedra y escultura guardan fragmentos de nuestra historia, mientras que sus pasillos mantienen y transmiten la vitalidad de una comunidad dedicada a preservar la llama de la fe.

Una comunidad en crecimiento

La Iglesia Matriz se encuentra consolidando distintas iniciativas para fomentar una fe viva y compartida. Entre sus diferentes propuestas se destaca el grupo de biblia (integrado por diecisiete personas) y el equipo de lectores de misa (con dieciséis voluntarios), pero existe una gran variedad: el Consejo Parroquial, el mencionado equipo de Liturgia, un grupo de guías de misa y otro de acólitos, la obra de la Legión de María, los grupos de catequesis para niños y adultos, o el equipo económico. Además, están en proceso de formación un grupo de jóvenes y un equipo dedicado a un proyecto particular: la constitución de un museo en la Catedral.

Por: Leandro Lia

Redacción Entre Todos

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