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Hna. María Eloísa González, religiosa uruguaya y misionera en Mozambique: "Siento esta tarea como una vocación extra"

La religiosa que pertenece a la congregación de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús visitó Uruguay y habló de su experiencia en el país ubicado en el sureste de África.
La Hna. María Eloísa González durante su estadía en Uruguay. Fuente: Romina Fernández

La Hna. María Eloísa González es originaria de Pando, pero entre idas y vueltas hace diez años vive en Mozambique, en el sureste de África. Con cincuenta años de edad y cerca de treinta como religiosa de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús estuvo por unos días en su tierra natal, y en el programa Hoy quiero hablarte, de Radio Oriental, aprovechó para entrevistarla sobre su experiencia misionera. Entre Todos comparte con ustedes parte de ese diálogo.

¿Cómo se dio tu llegada a un país y una realidad tan alejada a la nuestra?

Llegué hace diez años a Mozambique, junto a la Hna. Carmen, que actualmente está en Uruguay, y otra hermana. En mi primera estancia estuve ocho años y tuve que salir del país para recuperarme de la malaria, porque estaba con las defensas muy bajas. Viví aquí hasta que me recuperé y hace dos años volví a Mozambique.

¿Qué tarea cumple tu comunidad en Mozambique?

Estamos en una zona que podríamos denominar rural. Prestamos servicio principalmente en dos frentes: el primero es la atención a los niños malnutridos y huérfanos; el otro, la educación de las adolescentes y las jóvenes. Tenemos un hogar con capacidad para cuarenta y seis jóvenes, y optamos generalmente por que sean mujeres, porque son las que tienen menos posibilidades de educación y de futuro en la sociedad mozambiqueña. 

Hna. María Eloísa González. Fuente: Romina Fernández

Imagino que es una experiencia fuerte, en la que te encontrás con el dolor y con la dificultad todos los días.

Sí. Algunas veces, en las que he venido a Uruguay y he dado testimonio en algún grupo, me preguntan cómo enfrento estas situaciones. Para mí las más fuerte son cuando llegan los bebés malnutridos o enfermos; de hecho he recibido a algunos agonizando. Son situaciones que en Uruguay no estamos acostumbrados a vivir, por lo menos para mí que no soy enfermera. Pero con todo lo que hemos aprendido, los intentos que hemos hecho para formarnos y el trabajo con los bebés, vamos asumiendo la tarea.

Desde lo humano son situaciones extremas a las que se suman la falta de recursos para ayudarlos, y en eso se siente muchísimo la limitación. Anímicamente y afectivamente esas cosas van desgastando, y entonces lo mejor que podemos hacer es procurar ir a la capilla, estar frente al Santísimo y a la Virgen, y ofrecerles la impotencia que sentimos en ese momento, en nuestras manos y en nuestros corazones, y poder así ayudar a esos niños.

¿Qué te hizo querer volver, luego de regresar a nuestro país por una enfermedad, más allá de la obediencia a la comunidad como religiosa? 

Bueno, en realidad nunca quise salir de Mozambique, pero entendí que física y afectivamente era algo necesario. Pero siempre mantuve la intención y disponibilidad de regresar, porque a pesar del sufrimiento que uno ve y vive, y lo difícil que muchas veces se hace, realmente me siento plenamente desarrollada en ese lugar.

Y yo en esta misión siento la presencia de Dios, lo que no quiere decir que no esté presente en otros lugares. Pero en esas situaciones límites yo siento su presencia y eso me ha enamorado.

Me ha enamorado el estar en ese lugar, me ha enamorado el esfuerzo que realizan las mujeres por sus familias, por sus hijos, a veces levantándose a las cuatro de la mañana para ir a un hospital y estar hasta las tres de la tarde para recibir atención.

Esas cosas me movilizan el corazón, y siento esta tarea como una vocación extra a mi propia vocación religiosa.

¿Cómo es la situación social de Mozambique?

Podríamos decir que en Mozambique hay un sistema democrático entre comillas, con dos partidos muy fuertes luchando continuamente por el poder. E institucionalmente hay un alto nivel de corrupción que está alcanzando al resto de la sociedad. Económicamente, desde que llegamos por primera vez hasta ahora, la moneda ha sufrido una fuerte devaluación. No es de los países que está peor en África, pero la moneda sí ha sufrido una fuerte devaluación.

El empleo formal es prácticamente inexistente, y en la mayoría de los casos la gente vive de la venta callejera y trabajos precarios. Las personas que tienen empleo en el comercio, o en alguna fábrica, se pueden considerar bendecidas. 

Mozambique es un país muy rico en recursos minerales ―oro, rubí, diamantes, petróleo―, en maderas finas, pero el pueblo no se ve beneficiado por esta riqueza. Muchas veces la explotación de estas riquezas naturales son la fuente de la corrupción.

Hna. María Eloísa González. Fuente: Romina Fernández

Justamente, por los motivos que explicabas de la falta de recursos, es que se está organizando una campaña de recaudación para colaborar con la misión. Nos podés contar de qué trata. 

Esta campaña surgió por iniciativa de la Hna. Carmen, con el apoyo del padre Luis Eduardo en la parroquia de Pando. La idea es que toda la comunidad pueda participar de alguna manera en esta misión. 

Una de las iniciativas fue dar algunos testimonios en las misas del domingo, mostrando algunas fotos, y en esas celebraciones se puso una alcancía en las que la personas que querían y podían daban su apoyo. También se ha colaborado con medicamentos.

Yo me siento muy sostenida por una cantidad de gente que reza por nuestra vocación y por nuestra misión en Mozambique, y cada vez que vengo de licencia a nuestro país me lo hacen saber. Siento el apoyo tanto de la gente de Pando como de otros lugares del Uruguay y eso me da mucha fuerza.    

¿Quién fundó la congregación de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús?

El 20 de enero de 1864 nace Juan Collell Cuatrecasas, fundador de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús. 

Su familia era pobre y sencilla. En ella había aprendido a conocer y amar a Jesús y a la Virgen María. Fue monaguillo de su tío sacerdote en la Iglesia de las monjas “Devallades”.

A los 8 años entra en el SemiCollell, aunque no sabía muy bien que era eso de ser sacerdote, sentía dentro de su corazón como Dios le amaba y él también quería amarle. No tenía que ir muy lejos, el Seminario estaba delante de su casa, en la calle de San Justo.

A los 22 años es ordenado sacerdote y el obispo de Vic le envía como párroco a un pueblo llamado Muntanyola, . En febrero de 1891 reúne a un grupo de personas para dar comienzo a la “Pequeña obra del Sagrado Corazón”. Todo comienza con mucha pobreza y muchas dificultades.

Las hermanas Siervas del Sagrado Corazón de Jesús han extendido el Amor de Jesús por las jóvenes obreras y sus hijos. Actualmente, viven su vocación de amor y servicio a través de guarderías, escuelas, residencias, parroquias y proyectos sociales en España, Argentina, Paraguay, Brasil, México y Mozambique (África).

Por: P. Fabián Rovere

Radio Oriental 

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