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Gracias por los diez años en el Seminario Cristo Rey

Mons. Luis Eduardo González se despide de la casa de formación sacerdotal.
Mons. Luis Eduardo González en la capilla del Seminario Cristo Rey. Fuente: DECOS Montevideo (archivo)

Al finalizar el tiempo del año litúrgico con la solemnidad de Cristo Rey, quiero comentarles brevemente mi experiencia y testimonio de lo que ha significado celebrar esta fiesta litúrgica asociada a mi misión, en el Seminario Mayor Intediocesano Cristo Rey. Este año, ha sido muy especial para mí, al culminar mi tiempo como rector del Seminario Mayor Interdiocesano Cristo Rey. Doy gracias a Dios por la experiencia vivida en estos diez años en la formación inicial. Comencé en febrero de 2013 como formador de la etapa de Introductorio, y estuve cuatro años. En el 2017 fui nombrado rector, y estuve dos períodos de tres años cada uno, hasta diciembre del presente año.

Agradezco de corazón a mis hermanos obispos, que confiaron en mi persona y mi formación para este servicio en el Seminario. También agradezco la disponibilidad y entrega de los sacerdotes que me han acompañado en el equipo de formadores, en su servicio constante y silencioso, a los acompañantes espirituales de los seminaristas, a los sacerdotes párrocos, que reciben a los seminaristas los fines de semana, a los profesionales que ayudan desde las ciencias auxiliares, al personal de la casa, a los bienhechores, y a tantos que con su oración y cariño, están en mi corazón y en la oración de quienes vivimos en el Seminario. Siempre hemos tenido presente, que nuestra misión en el Seminario es un servicio a la Iglesia de Cristo que peregrina en nuestra Patria. No es un proyecto personal ni tampoco el de un equipo de formadores. Intentamos ser fieles a lo que la Santa Sede y la Conferencia Episcopal del Uruguay pide al Seminario Interdiocesano. Con el equipo de formadores hemos intentado responder al Señor, cuidando a cada persona que ingresó al Seminario como un enviado de su parte, que necesita el discernimiento eclesial para confirmar su vocación. Cada día, pedimos la luz del Espíritu Santo para desempeñar la tarea con sinceridad y responsabilidad, siendo cercanos para escuchar la voz de Dios, y acompañar el discernimiento vocacional de cada seminarista.

Movido por el Espíritu Santo, me encontré muchas veces, con el Cristo vivo, en medio de nosotros, en la persona de los formadores, en los seminaristas, en el personal de la casa, en las personas que llegaban al Seminario buscando ayuda, o algún hermano que se acercó para ser escuchado y acompañado. Durante todos estos años, siempre me ha impresionado la maravillosa obra Dios en cada persona, siempre única y sublime. Los sentimientos del corazón de Jesús se manifiestan de muchas maneras y doy testimonio de las transformaciones en el corazón creyente. Desde la aurora hasta el ocaso, caminamos juntos la vida. Experimenté el amor paciente y misericordioso de Dios Padre, que me sostiene siempre. Encontré la mano tendida, la mirada y la cercanía de Jesús, Buen Pastor, que se detuvo a mi lado, para estar ahí. El impulso del Espíritu Santo en momentos que había que avanzar con paciencia y serenidad, y en momentos donde detenerse, corregir y volver a empezar.

En el camino formativo hay oración de Getsemaní, hay noches de cruz, hay amanecer de luz y belleza, hay corridas de esperanza, hay encuentros de un renovado Pentecostés, y sobre todo, vida compartida en fraternidad. Las nuevas generaciones dan esperanza a la Iglesia, y al mismo tiempo, plantean desafíos interesantes. En el Seminario se van entrelazando historias, así, como la experiencia y la sabiduría de los mayores, con los sueños y propuestas de los jóvenes. Fueron varias generaciones que recibí el primer día de Seminario, seminaristas que vinieron acompañados por sus familiares, sacerdotes y el obispo. Los rostros llenos de alegría, esperanza y ciertas dudas. Luego, al conocerlos, y verlos avanzar en la respuesta vocacional, madurando y creciendo en lo humano-espiritual, en lo académico y en la formación pastoral, me han ayudado a ser agradecidos con Dios, a valorar a cada persona en su forma de ser, y en su camino de fe. Algunos de ellos, ya ordenados sacerdotes o en camino a serlos. Los momentos compartidos en los ejercicios espirituales, retiros, convivencias, peregrinaciones, celebraciones, talleres, deporte, servicio al prójimo, nos ayudaron a unirnos entre nosotros, y con el Señor. Las risas, los llantos, las preguntas, los silencios, las respuestas, los tiempos de cada uno, las marchas y contramarchas, los límites y las posibilidades, los sueños, las entregas, los fracasos y heridas, las decisiones y los mates compartidos, todas las vivencias son parte de mi vida para siempre.

Continuemos rezando y cuidando del Seminario Interdiocesano Cristo Rey, donde Jesús espera a los jóvenes que llama, para trasmitirles su amor sacerdotal y enviarlos a servir a su pueblo santo. Sin duda, contamos con la intercesión de María, madre de Dios y de la Iglesia, que cada día, invocamos como Virgen de los Treinta y Tres, patrona de la patria. Seguiré rezando cada día, por todas las vocaciones en la Iglesia, y especialmente, por las vocaciones a la vida sacerdotal. Vuelvo a renovar mi entrega y amor al servicio del pueblo de Dios que hace camino en la Arquidiócesis, en aquellos servicios que acompaño como obispo auxiliar.

Comentarios(4)

  1. Adriana Chiesa says

    Que los obreros de Dios tengan un Alma sana y noble es esencial. Podemos acudir a los recursos que existen hoy en día?

  2. Lorenzo Musetti says

    Gracias Lalo realmente una persona cercana y con ese Don que Dios te regalo, por tu sencillez por ser como sos.
    Dios te proteja y te bendiga

  3. María Elba Fripp Ramsés says

    Gracias Monseñor por su sencillez y humildad. Manteniendo sipre un perfil bajo pero que destaca su espiritualidad magnifica. En abril de 2022 en el Cerro ,en la fiesta de Jesús Misericordioso me bendijo con unas palabras que me tocaron el corazón y el alma. Y lo mismo en Nueva Helvecia cuando Luciano hizo la profesión diaconal. Dios lo bendiga, todos los días rezo por usted.

  4. Susana Gargano says

    Gracias por su testimonio y que el Señor continúe bendiciendo su camino de entrega a la Iglesia uruguaya! Bendiciones!!

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