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Gracias a los servidores de Corpus

Unos 400 jóvenes y adultos prepararon la fiesta con oración y la sostuvieron con su trabajo
Algunos tuvieron la función de caminar junto al carro de Jesús. C. BELLOCQ

El Rosario empezaba a las 10.30 pero ellos llegaron a las 8.45. Identificados con pañuelos dorados y por una sonrisa, se encargaron de ayudar en lo que hiciera falta, pes para eso estaban: para ser servidores.

El domingo 23, nada más llegar, retiraron su pañuelo y recibieron instrucciones. Hubo una foto de todos y luego fue la oración, para empezar el día en manos de quien los había convocado. Después se desplegaron por la zona, cada uno en lo suyo.

Al comenzar la jornada, todos los servidores posaron para una foto. C. BELLOCQ

Al comenzar la jornada, todos los servidores posaron para una foto. C. BELLOCQ

En una primera instancia, se dividieron en dos grupos, uno de adultos y otro de jóvenes. En el primero había 205 hombres y mujeres, de la costa y de la periferia. Varios ya habían servido en el Gran Rosario de Bendiciones para las Familias que se hace en enero, o en la Misa final del Encuentro con María en octubre de 2017. Llegaron al trabajo por el boca a boca, porque alguien los convocó para ayudar. Y una vez en él, se adaptaron a lo que les tocara.

De esta manera, 60 personas se encargaron de pasar las urnas para la colecta de la Misa, y otros 34 acompañaron a los sacerdotes durante la comunión, con un cartel que les daba visibilidad y una bandeja para evitar que cayeran partículas al suelo. En la zona de confesionarios había servidores con exámenes de conciencia, y más temprano otros habían repartido las hojas de cantos. Así se podrían seguir ennumerando tareas.

Escoltas de Cristo

Los jóvenes, que eran 176, fueron los llamados “escoltas de Cristo”. Se organizaron en cuatro equipos, donde los más numerosos eran los de las filas 1 y 2, con unos 60 chicos cada uno. Ubicados a un lado y al otro del pasillo o cantero central en la Misa, oficiaban de cordón humano. Un tercer grupo, de unos 30, conformó el bloque que rodeaba el carro con la custodia, que era llevado por el cuarto equipo, el “locomotor” o “cireneo”. Cuanto más cerca del Señor estaban, más elegantemente se vistieron, como detalle de delicadeza para con el homenajeado. Y aunque solo los cireneos lucieron traje, todos se destacaron por su prolijidad en el vestido y el calzado.

Además de contagiar alegría y piedad, los chicos cumplieron una función fundamental para garantizar cierto orden en la procesión. El Padre Juan Andrés Verde fue quien coordinó los movimientos, que implicaban adelantarse o atrasarse en bloque para garantizar el flujo de los fieles.

“Se necesitan muchas manos para ayudar y me anoté”, había dicho a ICM Noticias Agustín Calvo. “Es importante que todos los jóvenes salgamos a la calle por Jesús. Como somos una Iglesia en salida, es importante que lo mostremos”, agregaba María Noel Flores.

El tesoro espiritual

Estaba claro que los servidores no habían ido solo para para trabajar, sino que estaban allí principalmente para rezar. En sus rostros se notaba la comunión con la fiesta, el sentido de un evento que había sido muy bien preparado a nivel interior.

Los servidores trabajaron antes, durante y después de la fiesta. A. GOZNÁLEZ

Los servidores trabajaron antes, durante y después de la fiesta. A. GOZNÁLEZ

Efectivamente, el miércoles 19, en pleno feriado, los servidores habían tenido su reunión de capacitación y Misa de envío. Entonces recibieron el manual especialmente preparado para ellos y escucharon las indicaciones de primera mano. También rezaron juntos, una parte fundamental de toda la preparación, en la que desde el comienzo se propuso generar, entre todos los trabajadores voluntarios, un “tesoro espiritual” de oraciones, al que todos aportaron con la generosidad de sus rezos. Días después, cuando se desarrollaría la fiesta en un gran clima de alegría, encontrarían allí la explicación del éxito.

La noticia en ICMtv

En la previa de la fiesta, ICM Noticias entrevistó a algunos servidores jóvenes.

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