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El camino hacia el servicio: dos nuevas ordenaciones sacerdotales

Los diáconos Ignacio Donadío y Agustín López comenzaron con emoción y alegría su nuevo ministerio.
La Iglesia Católica de Montevideo tiene dos nuevos sacerdotes para el anuncio de la Buena Noticia. Fuente: R. Fernández

El aroma a incienso perfuma el aire, mientras los sacerdotes se terminan de ubicar en sus respectivos lugares. La procesión de las decenas y decenas de curas hacia el presbiterio demanda más de cuatro minutos. Mientras tanto, muchos de los fieles presentes registran el momento con sus celulares.

Al frente de los dos primeros bancos de la Iglesia Matriz se encuentran los dos grandes protagonistas de la convocatoria. Cuando Agustín López e Ignacio Donadío reciban el gesto apostólico de la imposición de manos, los ornamentos sacerdotales y otros signos propios de su nuevo ministerio, lucirán visiblemente emocionados. Pero todavía falta para ese momento.

Los dos diáconos aguardan en sus asientos, próximos a sus familias, amigos y comunidades. En los tiempos que corren, donde el relativismo y el escepticismo se encuentran en auge, el llamado que recibieron parecería una locura demasiado simple. Se trata, ni más ni menos, de responderle a Cristo que irán tras sus pasos, entregando su propia vida.

Una vida de fe

“Acérquense los que van a ser ordenados presbíteros”. La voz del Pbro. Gonzalo Estévez, vicario general de la arquidiócesis, capta la atención de los cientos de personas que acompañan la celebración desde la Catedral de Montevideo. Todos los bancos del templo están ocupados, y muchos presentes están parados en las naves laterales. La Iglesia Matriz luce literalmente colmada, como era de esperarse.

—¡Aquí estoy! —respondieron los futuros sacerdotes, al escuchar sus respectivos nombres—. Querido padre y pastor, Daniel, la Iglesia te pide que ordenes presbíteros a estos hermanos nuestros —prosiguió el P. Estévez, párroco de Stella Maris.

—¿Sabes si son dignos? —le preguntó el Card. Sturla. El vicario general contestó afirmativamente, enumerando las distintas comunidades por las que pasaron Ignacio y Agustín, que dan testimonio de su fe y vocación sacerdotal.

La Iglesia Matriz lució colmada para acompañar a Ignacio y Agustín en su nuevo ministerio. Fuente: R. Fernández

Agustín López es oriundo de Las Piedras. Nació en 1992, y a los quince años ingresó a las comunidades del Camino Neocatecumenal. En 2011 sintió el llamado al sacerdocio durante la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. Cuatro años más tarde, ingresó al seminario Redemptoris Mater, para formarse con miras a su ordenación. Durante 2019 estuvo en una particular misión en Bolivia, y en el segundo semestre de 2020 finalizó su misión en la parroquia Cristo de Toledo, de Villa García. En 2023 llegó a la comunidad de Stella Maris y fue ordenado diácono. Una vez sacerdote, Agustín continuará sirviendo a esa parroquia de Montevideo.

Por su parte, Ignacio Donadío nació en Tacuarembó, en el año 1988. Comenzó su formación sacerdotal en 2017, cuando ingresó al seminario Cristo Rey. Durante este proceso, estuvo por María Reina de la Paz y San Juan Bautista, además de la fraternidad contemplativa María de Nazaret, y sus colaboraciones en el Hogar Sacerdotal y en el Liceo Jubilar. Desde marzo, acompaña al Pbro. Alejandro Korahais en la parroquia Inmaculada Concepción de Paso de las Duranas, comunidad donde servían los Oblatos de San Francisco de Sales hasta la partida de la congregación, tras ciento veinticuatro años de servicio. ¿Un dato curioso? Ignacio es veterinario egresado de la Universidad de la República.

El compromiso del anuncio

La emotiva celebración es presidida por el arzobispo de Montevideo, junto con Mons. Nicolás Cotugno (arzobispo emérito de Montevideo), Mons. Alberto Sanguinetti (obispo emérito de la diócesis de Canelones), Mons. Pablo Jourdan (obispo de Melo) y el secretario de la Nunciatura, Mons. Stephen Kelly. Todos ellos concelebran la santa misa, además de decenas de sacerdotes de nuestra arquidiócesis.

“Queridos Agustín y Nacho, sus familias y amigos. Queridos obispos que nos acompañan”. El cardenal introduce su homilía dirigiéndose a los diáconos y con referencias al evangelio dominical. Los fieles presentes acompañan con silencio y atención.

“Dice el evangelio que los discípulos no podían creer de la pura alegría. Cristo se les había vuelto a aparecer. Les había mostrado sus manos y sus pies, para que vieran sus llagas gloriosas. Incluso, había pedido algo para comer, para que se dieran cuenta que no era un fantasma o un producto de su imaginación (…) Era cierto; Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado. La muerte no tiene la última palabra”, explica el Card. Sturla, para luego desarrollar el trabajo de evangelización de nuestra Iglesia:

El Card. Sturla también vivió con alegría la celebración. Fuente: R. Fernández

“Ellos, los apóstoles, y sus sucesores, encabezando el nuevo Pueblo de Dios, eran el mismo cuerpo de Cristo, presente en la historia hasta el fin de los tiempos. Desde Jerusalén salieron y anunciaron, proclamaron la Buena Nueva del Reino de Dios, y fueron instituyendo aquí y allá a la Iglesia Santa, que es principio y germen del Reino. Y así transmitieron, por un gesto simple y venerable, la dignidad de sacerdotes de la nueva alianza, y de servidores del Pueblo de Dios”.

El arzobispo de Montevideo, visiblemente contento por la ordenación de dos nuevos sacerdotes también destaca la crianza de Agustín e Ignacio para que tomen esta decisión: “El llamado de Dios, del cual la Iglesia hoy se hace eco, tiene origen en la fe de las familias, que los bautizaron desde pequeños. Ambos tuvieron la inmensa alegría de nacer y crecer en familias de fe, llenas de amor y de buenos ejemplos (…) Jesús se cruzó en sus vidas, con este llamado particular: ‘¡Ven y sígueme!’”.

“En el corazón de Jesús y de María nunca serán defraudados”, fue la advertencia con la que el Card. Sturla culmina su prédica, para continuar con el rito de la ordenación.

Al servicio de toda la Iglesia

A medida que transcurren los minutos, se acerca el momento esperado de la ceremonia: la imposición de manos y la oración de consagración. También el arzobispo unge sus manos con el Santo Crisma, para recordarles la misión primordial a la que han sido llamados: a bendecir, a perdonar los pecados, pero, sobre todo, a prestarle su voz a Jesús Resucitado y decir —como recordó el Card, Sturla durante su homilía— sobre el pan y el vino, las mismas palabras que escucharon los apóstoles en la última cena.

Los obispos y sacerdotes colocan sus manos encima de las cabezas de Ignacio y Agustín, quienes se encuentran de rodillas. La procesión hasta los nuevos presbíteros se repetirá por segunda ocasión, una vez que ya hayan recibido los ornamentos sacerdotales y otros signos propios de su nuevo ministerio.

Luego de su ordenación, los dos nuevos presbíteros participaron de la celebración y entregaron la Eucaristía. Fuente: R. Fernández

Este momento de alegría culminará al finalizar la celebración, con una interminable fila por la nave central para saludar a los ya ordenados sacerdotes. Todos los fieles acuden a ellos con profunda gratitud y con la genuina esperanza de que Dios siga tocando más corazones que estén dispuestos a dejar todo y seguirlo.

 

Pbro. Agustín López


"Dios Padre, te alabo porque me has llamado a la vida, porque me has enviado a tu hijo Jesucristo y donado el Espíritu Santo. Gracias, porque me has regalado una familia con fe, una madre sabia y un padre servicial, siete hermanos —cada uno de ellos, una perla—, y en especial los tres con síndrome, ¡qué belleza! A través de ellos, me has enamorado de la imagen de tu Hijo sufriente, a quien me llamas a descubrir y servir en distintos rostros. Gracias por haber llamado a tu presencia a mi hermana Matilde, y escribir con eso una historia hermosa, haciendo que desee el cielo. Te doy gracias, porque me has llamado a tu Iglesia a través del bautismo, y por haberme elegido para recibir este don inmenso del ministerio sacerdotal"

 

Pbro. Ignacio Donadío


"Gracias, Señor, por permitirnos compartir juntos esta celebración, en la que recibí el regalo del sacerdocio. Un regalo que no es por mis méritos ni tampoco es para mi; este regalo brota del corazón de Jesús y es para todos, nos habla del amor de Dios por cada uno de nosotros. Gracias, Señor, por la vida de mi familia, abuelos, tíos, primos, y sus hijos (...) Gracias por su presencia, cercanía y compañía. Ellos han sido grandes instrumentos tuyos para que hoy esté acá. Gracias, Señor, por la vida de mis amigos, los del colegio, los de la Facultad de Veterinaria y los amigos en la fe, que siempre han estado atentos a cómo iba, y aunque algunos no entendían mucho de que se trataba todo esto, siempre se alegraban por mí"

Por: Leandro Lia

Redacción ICM

 

¡Mirá más fotos de la celebración! 

 

¡Reviví la Santa Misa de su ordenación sacerdotal!

Comentarios(3)

  1. Claudia Bartolotta says

    Muchas Felicidades y Éxitos, Gracias!!!

  2. Adriana Chiesa says

    Conozco a Nacho ,será un buen Ministro tiene un Alma Sana!!Que importante pregunta!! Sabes si son dignos?Que Dios los bendiga a ambos!!!

  3. Nicolás P says

    Qué bueno que mas jóvenes se animen a seguir al Señor, felicitaciones a Ignacio y Agustín por tan lindo testimonio de fe!!

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