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Card. Sturla: "el Señor no llama superhéroes, sino que cuenta con nosotros"

Se celebró la misa crismal en la Iglesia Matriz

“Pueblo de reyes, asamblea santa/ Pueblo sacerdotal, pueblo de Dios/ Bendice a tu Señor”, con este estribillo, daba inicio, este jueves por la mañana, la misa crismal en la Catedral de Montevideo. Al mismo tiempo, el cardenal Daniel Sturla junto a los sacerdotes y diáconos entraban en procesión, mientras que centenares de fieles acompañaron el canto desde sus lugares.

Presidida por el arzobispo y concelebrada con los sacerdotes de la arquidiócesis, en la misa crismal se consagra el Santo Crisma; y se bendicen los óleos de los enfermos y de los catecúmenos. También en esta celebración los presbíteros y diáconos renuevan las promesas del día de su ordenación. Con el sacerdocio como tema central de la liturgia, es uno de los momentos en el año en que la gran mayoría de los sacerdotes pueden concelebrar juntos.

Además, en este 2024, esta celebración fue el punto de partida de un año vocacional, en el que la Iglesia de nuestro país quiere que el pueblo de Dios haga foco en el don de las vocaciones sacerdotales y consagradas, y rece por ellas.

“Me perteneces, te elijo”

Al comenzar su homilía, el Card. Daniel Sturla hizo referencia a la alegría por el trabajo de tantos sacerdotes, consagrados y consagradas, que en las distintas comunidades de Montevideo son testimonio de vidas entregadas hasta el final por amor a Dios.

Dijo, al respecto, que “esta fidelidad hasta el fin, no es fácil de sostener. Porque los llamados por el Señor no somos especiales, no nacimos con clériman, ni con hábito, ni con alba puesta... somos normales”. Y agregó que seguir al Señor es un desafío que supone un combate diario contra las pasiones y las tentaciones.

El arzobispo de Montevideo afirmó: “la maravilla del Señor es que no llama superhéroes, sino que cuenta con nosotros. No elige santos, santifica a los que elige”. Y añadió: “somos nosotros, sacerdotes y consagrados elegidos por el Señor, con una particular vocación dentro del pueblo de Dios, una vocación que tiene —en la promesa del celibato o en el voto de castidad— el sello de una marca de fuego del amor de Dios”.

Un pueblo que reza por las vocaciones

Más adelante, el cardenal compartió un pasaje de la Imitación de Cristo, de Tomás de Kempis que leía cuando era diácono, antes de su ordenación sacerdotal, y reflexionando sobre el texto dijo: “somos lo que somos, pero el Señor nos ha llamado. No quiere los dones que le podemos ofrecer, sino que nos quiere a nosotros ofrecidos a Él, aquí junto al altar”.

Hablándole a los diáconos y a los laicos presentes, mencionó que la vocación universal a la santidad nos compromete a todos como pueblo de Dios en camino, e hizo especial referencia a la importancia de las familias en las vocaciones particulares al sacerdocio y a la vida consagrada .

En este sentido agregó: “hoy la Iglesia nos invita a mirar el altar y pedir que no nos falte la misa y el perdón de los pecados. A mirar aquellos y aquellas que nos indican que la patria definitiva es la celestial”.

En el último tramo de la homilía, llamó a todos a mirar el ejemplo del beato Jacinto Vera y confiar en María. “Trabajemos, recemos y no perdamos el buen humor, de hombres y mujeres normales, que necesitamos del pueblo de Dios. Y hoy nuevamente les pedimos que recen por nosotros y cuídennos, como nosotros lo hacemos por ustedes”, concluyó.

Renovación, consagración y bendición

Luego de la homilía, el arzobispo de Montevideo invitó a los sacerdotes y diáconos a renovar su consagración y dedicación a Cristo y a la Iglesia, tal como lo hicieron el día de la ordenación.
Tras la renovación de las promesas se llevaron en procesión los óleos al altar; y el Card. Sturla los preparó. Con el Santo Crisma —palabra que proviene del latín chrisma, que significa unción—, que se consagró en esta celebración, serán ungidos los nuevos bautizados, signados los que reciben la confirmación y ordenados los futuros obispos y sacerdotes.

Por su parte, los óleos bendecidos de los enfermos y los catecúmenos, serán utilizados en la unción de los enfermos y en los bautismos, respectivamente.

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