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30 años de asociación de madres y padres de los sacerdotes salesianos

La Asociación Mamá Margarita (AMM) cumple tres décadas de encuentros, servicio y vida compartida
Grupo de madres de la Asociación Mamá Margarita. AMM

Graciela Pérez es la mamá del P. Francisco Lezama. Junto con su esposo Luis forman parte de la Asociación Mamá Margarita (AMM), que se fundó en 1990 y está integrada por madres y padres de sacerdotes salesianos de Don Bosco.  En la AMM las familias comparten la vocación de sus hijos y tienen espacios de reflexión, servicio y trabajo en comunidad. Graciela es mamá de Francisco, Agustín, Isabel y Guillermo, y, junto con Luis, son abuelos de Mauricio e Inés. En la siguiente entrevista con ENTRE TODOS, Graciela habla sobre la Asociación Mamá Margarita (que lleva el nombre por Margarita Occhiena, la madre de Don Bosco), de su familia y de cómo es compartir, desde su lugar de mamá, la vocación de su hijo sacerdote. 

Cuéntenos de su familia...  

Estoy casada con Luis Lezama y tenemos cuatro hijos: Francisco, Agustín, Isabel y Guillermo. A su vez está nuestro yerno César, nuestras nueras María Pía y Valentina; y nuestros dos nietos: Mauricio e Inés. En nuestra familia conviven personas con diferentes formas de “ver el mundo”. En casa tratamos de que cada integrante pueda desarrollarse lo máximo posible, respetando a los demás, en un clima de amor y fe. Vivimos la fe tratando de comprometernos por el amor que Dios nos ha regalado, siendo sensibles a las necesidades de nuestros hermanos y profundizando en su Palabra. 

Usted es la madre del P. Francisco Lezama Pérez, ¿cómo fue el proceso de acompañarlo en su vocación sacerdotal?  

Cuando, a los diecisiete años, nuestro hijo mayor Francisco nos planteó que quería “probar” e ir a vivir al Aspirantado Salesiano nos sorprendimos, pero accedimos. Fue una sorpresa para la familia que conocía sus inclinaciones por compartir y su alegría, pero no llevado a una determinación tan importante.    

Entre todas las cosas que nos habíamos imaginado sobre este primer hijo tan querido, no estaba la de ser religioso. En ese momento lo apoyamos, y creo que lo hemos seguido haciendo.   

Creemos que es importante respetar las decisiones de los hijos y mantenernos cerca para colaborar y continuar siendo una familia. Hoy día, ya hace 23 años que entró en el Aspirantado Salesiano y  12 que fue ordenado Sacerdote de Don Bosco.   

Es por eso que, junto a su esposo, participan de la Asociación Mamá Margarita...  

Sí, mi esposo y yo participamos de las actividades de nuestra parroquia y en la Asociación Mamá Margarita. 

¿Cómo definiría a la Asociación Mamá Margarita?  

La Asociación Mamá Margarita es el lugar de encuentro de las madres y padres de consagrados salesianos. Su nombre se debe a la madre de Don Bosco, Margarita Occhiena, quien influyó y acompañó con amor a su hijo. La mayoría de los participantes son las madres, pero también participan algunos padres. En los encuentros mensuales participamos alrededor de veinte personas. 

¿Cuándo comenzaron a participar con su esposo en la Asociación?  

En 1997 comencé, junto a mi esposo, a integrarme a la Asociación Mamá Margarita, cuando nuestro hijo entró al aspirantado salesiano. 

¿Cómo y cuándo surgió la Asociación?  

Según consta en la publicación por los 25 años de fundación de la Asociación Mamá Margarita, en una historia construida por la memoria de sus integrantes, en el año 1989 la Sra. Carmen T. de Lasarte le comunica al P. Inspector Victor Reyes su inquietud de fundar una asociación de madres de consagrados salesianos. El objetivo era crear un grupo de madres de consagrados para conocerse, intercambiar experiencias y rezar por sus hijos y por todos los consagrados.  

Fue ella quien invitó a un grupo de madres a acompañarla en esta idea, algunas de las cuales continúan hoy participando: Ana Ma. Barcos de Young, Teresita Guillén de Bernardoni, Martha Larrieux, Marta Dutra, Milka Ormazábal de Bauer, Graciela Deambrosi de Araújo y Aída Muzikantas de Fontona. Organizaron la Asociación y Carmen, además, escribió y publicó una revista e hizo el Reglamento de la Asociación.  

El P. Techera fue el encargado de acercarle el proyecto al Rector Mayor P. Egidio Viganó, quien respondió con una afectuosa carta: “Mi mamá estaría entre las primeras en querer participar”. Decidieron entonces, comenzar a reunirse y se contactaron con los padres que residían en el interior del país.   

¿Esta experiencia existe en otros países?  

A partir de esta experiencia se estableció comunicación con padres de salesianos de otros países para propagar la idea. Así fue que se formaron grupos en Argentina, México, Italia, Eslovaquia, Nicaragua, Corea y Bolivia.  

¿Cuáles fueron algunas de las primeras acciones que se hicieron?  

En 1990 se consiguieron donaciones en alimentos, útiles escolares y medicamentos que se enviaron a una misión en Angola. En 1997 se realizó un Encuentro regional en la Casa de retiros del Colegio Domingo Savio, donde participaron grupos de padres de Argentina, México y Uruguay, en jornadas de retiro y convivencia. 

¿Y cómo fue el crecimiento de la AMM a los largos de los años?  

Los sucesivos padres Inspectores de la Congregación salesiana alentaron siempre la permanencia de la AMM. Luego del fallecimiento de Carmen T. de Lasarte, en el año 2008, la AMM debió enfrentar un vacío que afectó mucho al funcionamiento del grupo. Fue el entonces P. Inspector, Daniel Sturla,  quien alentó a continuar reuniéndose y encontrar nuevas formas de organización, manteniendo el espíritu inicial. A partir de 2009 se continuó compartiendo las reuniones mensuales.   

¿En qué consisten estas reuniones?  

En las reuniones reflexionamos sobre diferentes temas y se comparte la Misa. Se realizan encuentros anuales, en mayo y diciembre, a los que asisten padres y madres que viven lejos y les resulta más difícil participar mensualmente.   

¿Cómo se siente formar parte de este grupo de madres y padres?  

La AMM es una rama más de la Familia salesiana, así nos gusta considerarnos. Aportamos todo lo que está en nuestras manos y en nuestro corazón, para colaborar con nuestros hijos. Es una bendición formar parte de un grupo de personas que han vivido una experiencia similar, pero que se manifiesta en formas tan diversas. Lo importante es que nos sentimos parte de una familia que comparte sus alegrías y sus preocupaciones con amor y fe.  

En palabras de Carmen T. de Lasarte, mamá fundadora, al cerrar el encuentro de 1997: “Fuimos llamados a comprender la opción de nuestros hijos, a hacerla nuestra y también vivirla, ellos en su comunidad, nosotros en nuestro medio, pero profundamente unidos interiormente”. 

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