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Sembrar con generosidad

El Cardenal Daniel Sturla y los Diáconos / Fuente: Arquidiócesis de Montevideo

La Iglesia de Montevideo celebró el Jubileo de los Diáconos


El pasado miércoles 1º de agosto se celebró, en la Catedral Metropolitana, el Jubileo de los Diáconos Permanentes. Cientos de personas se congregaron para celebrar la Eucaristía en la fiesta de San Lorenzo, y dar gracias por la vida de los diáconos permanentes y sus familias.

Sobre las 19 horas llegaron las primeras familias, porque si por algo se destacó esta celebración fue precisamente por la cantidad de familias que acompañaron a los diáconos en su Jubileo. Precisamente los diáconos, junto con sus esposas, hijos y algunos nietos, fueron quienes encabezaron la procesión de entrada. La Misa, presidida por el Cardenal Daniel Sturla, contó con la presencia del Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis, Monseñor Milton Tróccoli, y del Obispo Emérito de Melo, Monseñor Luis del Castillo. Además un buen número de sacerdotes y fieles de varias comunidades (incluidos algunos llegados de Canelones) acompañaron la celebración.

El servicio y la entrega

El cardenal Daniel Sturla comenzó agradeciendo a los diáconos y a sus familias por su entrega generosa a la Iglesia  “Lo han hecho, la gran mayoría de ustedes, primero en su familia, en su vida de laicos, en su trabajo comprometido en la vida de la Iglesia. Hasta que han experimentado en sus vidas el llamado del Señor, que a través de su Iglesia los ha invitado a participar en ella de un modo especial. “

También destacó que “la clave de toda vida cristiana está en sembrar con generosidad”. Es así que hizo alusión a algunas palabras del Papa Francisco, justamente en la celebración en Roma del Jubileo de los diáconos, y allí el partía de la expresión del Evangelio según San Mateo: “Siervos buenos y fieles”... “El siervo aprende a renunciar, a disponer todo para sí y a disponer de sí como quiere. Si se ejercita cada mañana en dar la vida, en pensar que todos sus días no serán suyos, sino que serán para vivirlos como una entrega de sí. En efecto, quien sirve no es un guardián celoso de su propio tiempo, sino más bien renuncia a ser el dueño de la propia jornada”.

El Papa también dijo “cuantas veces es esa llamada de improviso que nos descoloca de la rutina del día, que nos saca de lo planificado, cuantas veces esa llamada se transforma en una voz de Dios que nos requiere, que nos desacomoda”.  El  Cardenal Daniel Sturla recordó “Como en determinado momento de sus vidas, Dios los sacó de la comodidad que podían tener para ponerlos más y más, al servicio del Señor y de su Iglesia.”

El Arzobispo de Montevideo ahondó en el significado de la palabra misericordia “Es Jesús quien se acerca a toda miseria para sanar, curar, perdonar, darnos el abrazo de su misericordia. De ahí esa expresión tan bonita que usa el Papa: dejarse misericordiar por Dios.”  Agregó que “disponibles en la vida, mansos de corazón y en constante diálogo con Jesús, no tendrán temor de ser seguidores de Cristo; de encontrar y acariciar la carne del Señor en los pobres de hoy.”

Desde su faceta de profesor de Historia, el Cardenal Daniel Sturla trajo a memoria a San Lorenzo “Ese diácono, que siendo el administrador de los bienes de la Iglesia en Roma allá por el siglo III, cuando el juez le dice (plena persecución de Valeriano) que tenía que entregarle los tesoros de la Iglesia, le pide un tiempo para reunirlos. Reúne a los pobres de Roma, aquellos que la Iglesia sostenía y atendía, y se presenta ante el juez diciendo: “Estos son los tesoros de la Iglesia”.

También se recordaron las palabras del Evangelio en las que  Jesús habla del grano de trigo, “Esta parábola nos habla del Amor. Del amor que es el centro de la vida cristiana, de la vida de familia, y de esta familia de Dios que es su Pueblo y su Iglesia… ustedes han decidido ser granos de trigo, y el principio de este grano es idéntico al principio del amor: significa dejarse a sí mismo, entregarse.” Y aseveró “Es pensar en este pueblo uruguayo, nuestro pueblo, que ha sido secularizado, descristianizado, y que sufre el drama de tantos y tantos hermanos nuestros que no encuentran un sentido a sus vidas.”

Por último llamó a no jugar en cancha chica “Podemos, obviamente, jugar a lo pequeño, a lo mezquino, a la competencia, y de ese modo perderíamos el tiempo y pasaríamos por tontos”, sino  tomar la decisión de “realmente vivir la vocación de servicio a la que el Señor nos llama, y dejar que el Espíritu Santo dilate nuestro corazón y nos abra los horizontes amplios de la Iglesia.”

El agradecimiento y la oración

Antes de concluir la celebración, el diácono Raúl Fernández, en representación de todo el cuerpo diaconal tomó la palabra. Recordó las palabras de Jesús en el Evangelio “No hemos venido para ser servidos sino para servir.”  No olvidó a quienes acompañan en todo momento a los diáconos “Si bien sabemos que el mismísimo Jesús va caminando con nosotros y nos anima con su Espíritu, que María nuestra Madre nos acompaña, hay alguien más que camina a nuestro lado, que nos apoya… que nos aterriza cuando es necesario, son nuestro “cable a tierra”. Esas son nuestras esposas.” También agradeció a las familias, a los obispos, sacerdotes y las diferentes comunidades en las que los diáconos permanentes viven su ministerio.

Luego fue el turno de Marita, la esposa del diácono Raúl, que hizo mención del acompañamiento activo de las esposas en el servicio “en especial a los más necesitados”. Pidió para que Dios siga acompañando a los diáconos permanentes, e hizo mención para terminar al Salmo 16: “Señor, Tú me llenas de bendiciones, mi vida está en tus manos. Primoroso es el lugar que Tú me has dado, preciosa es la herencia que me has conseguido”.

Seguidamente, el Obispo Auxiliar Monseñor Milton Tróccoli agradeció a los diáconos permanentes “por el sí al Señor”. Destacó “el espíritu de cuerpo” de los diáconos, para “acompañarse y servir a la iglesia”. Así mismo recordó a dos sacerdotes que tuvieron mucho que ver con el diaconado permanente en Uruguay luego del Concilio Vaticano II, Miguel Britos y José Luis Bonifacino.

Una vez concluida la Misa, ICM se acercó para dialogar con el último diácono permanente ordenado, Carlos Sarachaga. En primer lugar dijo estar “muy feliz por lo que está viviendo y el llamado de Jesús a servir”. Destacó “el acompañamiento de la familia en todo momento”, así como la alegría “de pertenecer al cuerpo diaconal”. Ante esta nueva realidad que es su ministerio laical se mostró con “esperanza y mucha fe en Dios” para llevarla adelante de la mejor manera.

 

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