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Todos juntos somos Iglesia

Con un millón y medio de jóvenes provenientes de todos los rincones del mundo, Lisboa celebró la energía de una generación ansiosa por compartir su fe, sus sueños y su compromiso con un mundo mejor.
La cercanía con el Santo Padre fue uno de los momentos más recordados por los jóvenes presentes. Fuente: R. Fernández

“No tengan miedo. No tengan miedo”. Las palabras de aliento del papa Francisco, durante la misa de envío de la Jornada Mundial de la Juventud, resonaron en los corazones de los miles y miles de jóvenes presentes.

Participar en una Jornada Mundial de la Juventud es una experiencia muy especial. La ciudad se convierte en un escenario donde una sinfonía de culturas, lenguajes y sonrisas, la tiñe de color durante una semana única. La edición 2023, en Lisboa, no fue la excepción: la diversidad de culturas y de carismas los unió bajo el idioma universal de la fe.

“No hay acto de amor más grande que el servicio”

Lucía Taborda (21) vivió una Jornada diferente. Ella fue la única voluntaria uruguaya en la JMJ, y nunca había pasado por esa experiencia. Muchos de quienes hayan concurrido a las actividades centrales del evento, posiblemente la hayan visto colaborando con la organización.

“Me tocó estar en el área de seguridad, entonces estaba en los accesos de los eventos centrales y ayudaba en los trayectos por los que pasó el papa”, explica.
Ella pertenece a la comunidad de la parroquia de Belén, pero esta vez su identificación fue a partir del servicio al otro. Sus tareas como voluntaria no impidieron que disfrutara su participación de la Jornada de Lisboa, pero su experiencia no se compara a la que atravesaron el resto de los jóvenes.

“A pesar de ser mi primera JMJ, puedo concluir que se vive de otra manera, porque se mezclan los tiempos que uno puede tener para rezar y de oración, con las actividades propias del trabajo. La relación personal con Dios se lleva de una forma especial, pero sabemos que cada cosa que hacemos es para su gracia. El voluntariado se hace con amor, dedicación y humildad”, detalla.

Las estimaciones indican que un millón y medio de jóvenes participaron de la edición 2023 de la JMJ. Fuente: R. Fernández

Una de las experiencias más importantes que los voluntarios pudieron disfrutar, fue un encuentro junto al papa Francisco luego de realizada la Santa Misa de envío. “¡Me marcó muchísimo! El encuentro con él fue espectacular, nos agradeció por nuestro trabajo y se refirió específicamente al rol del voluntario. Lo resumió como un gran acto de amor, y explicó que todos estamos llamados a servir en lugar de ser servidos. Me quedo con esa frase. No hay que perder el foco de nuestro rol. Lo viví con el orgullo de haber sido parte de eso”, reconoce.

Para Lucía, la JMJ se vivió con intensidad, pero espera poder participar desde otro lugar: “Me encantó haber vivido esta JMJ y volvería a ir como voluntaria, fue erizante ver otras personas como yo, de otros países, unidas por el amor hacia Dios. Pero también creo que, ahora que ya pasé por esa experiencia, me gustaría estar también como peregrina. El voluntariado requiere de tiempos específicos que te lleva a perderte de algunas actividades en las que uno quiere participar. Estar en una JMJ es de las cosas más grandes que se pueden vivir dentro de la Iglesia. Es una experiencia única”.

“Creo que algo cambió dentro de mí”

¿Se imaginan cantar ante un millón y medio de personas? Para muchos, el pánico escénico impediría poder hacerlo. En otros casos, los nervios estarían presentes y aparecerían los temblores de piernas, o la ansiedad propia de momentos de semejante tensión. Marcos Agüero (24) no fue la excepción.

“Como católico, tener un millón y medio de jóvenes en frente tuyo, y con el papa diez metros atrás, te deja sin palabras. Por supuesto que te puede poner nervioso, porque son momentos absolutamente únicos. Bajé del escenario con los ojos llorosos y fui directo a hablar con Dios, a darle las gracias. Es algo que difícilmente se llegue a repetir”, confiesa.

La JMJ de Marcos fue muy especial. Su participación artística se combinó con su rol peregrino, haciendo de cada momento un disfrute absoluto: “Pienso que no pudo haber sido de mejor manera. Ver tanta juventud y la alegría compartida por personas de países, lenguas y culturas diferentes, impresiona. Pensar que todos nos podemos reunir para adorar a un mismo Dios, realmente te eriza la piel. Es algo que va más allá de la fiesta y del fervor con el que todos participaron en Lisboa”.

Marcos también participó de algunas actividades artísticas durante el Festival de la Juventud. Fuente: R. Fernández

Al revivir distintos recuerdos de la JMJ, remarca la identidad de todos los cristianos presentes. “Había un sentido muy grande de sacrificio. Tener que afrontar gastos, dormir en el piso, caminar largas distancias bajo el sol y resolver situaciones con pocos recursos, fue impresionante. Que la ciudad quedara impecablemente limpia también es una muestra del trabajo de todos y de lo que implica ser cristianos. Participamos de una fiesta multitudinaria, pero fundamentalmente, sana”, afirma.

Marcos sostiene que este tipo de vivencias transforman el interior de cada uno: “En lo personal, el momento que más me marcó fue la vigilia. Pero, en general, creo que algo cambió dentro de mí. Todos quienes participamos somos conscientes de que tenemos una misión, y que debemos aprender a saber escucharla. Mi misión en ese momento concreto fue cantar y acompañar la oración, pero en la vida también estamos llamados a decir presente en otros lados. Mi llamado no terminó en el escenario. Desde que me bajé, mi deseo es ser testigo del amor de Dios también en Uruguay. Todos tenemos que ser y llevar luz”.

“La Iglesia es de todos y el amor de Dios es infinito”

Hablar de la primera JMJ de Carolina Prinzo (24) es hablar inevitablemente de Hakuna. Este movimiento, que está hace diez años dentro de la Iglesia y fue reconocido por el papa Francisco como una ‘familia eucarística’, marca a fuego vivo cómo Carolina vivió su experiencia de Lisboa.

“La adoración eucarística es el centro del carisma. Todas las demás cosas emanan de ese encuentro con Jesús”, agrega. Hakuna surgió en 2013, durante la Jornada de Río de Janeiro. Rápidamente se desarrolló en España y, posteriormente, despertó el interés en otros países. El caso de Carolina, en Montevideo, es un claro ejemplo de ello.

“La filosofía de Hakuna es vivir arrodillados ante Cristo, para poder servirle al mundo. Por otro lado, somos amados por él y somos dichosos de semejante regalo. Eso ya es motivo para vivir en la alegría de ser hijos de Dios, y transmitir esa alegría al resto. Participé de la Jornada bajo ese lema”, sostiene.

La experiencia de la JMJ superó con creces lo que Carolina había imaginado: “Desde los días previos, ya la vivía con mucha ilusión. Obviamente sabía lo que era, pero desconocía a ciencia cierta con qué me iba a encontrar. Había estado investigando un poco, pero tenía mucha incertidumbre. Lo más lindo fue ver cómo tantos jóvenes de todo el mundo, de lugares en los que ni siquiera reconocía su idioma o su bandera, estaban ahí. Fue una experiencia maravillosa, sobre todo en la misa de apertura. Ver toda esa gente me shockeó mucho, porque es común que cada uno se encierre en su comunidad y en su carisma. Pero la Iglesia es una y somos todos hijos de Dios. Capaz no nos entendemos con palabras, pero todos hablamos el idioma universal de la fe y comprendemos que Jesús murió en la cruz por todos nosotros”.

“Capaz no nos entendemos con palabras, pero todos hablamos el idioma universal de la fe y comprendemos que Jesús murió en la cruz por todos nosotros”

Carolina Prinzo

“Creo que de esta JMJ me llevo la invitación a reflexionar sobre nuestra vida. Decir que Dios te ama por lo que sos parece algo sencillo, pero en el fondo es un gran misterio. La Iglesia es de todos y el amor de Dios es infinito. A veces nos perdemos en otras cosas y perdemos el foco de valorar lo más sencillo y maravilloso que tenemos. Me llevo la necesidad de vivir la fe desde la sencillez. El milagro de Dios está cada día, en cada momento. Impacta ver a toda la iglesia universal y saber que no estamos solos. Solo resta decir: ¡Que viva Cristo Rey!”, concluye.

“El camino del Señor se hace con las mochilas ligeras”

Desde su República Dominicana natal, Santa Ramírez (46) tuvo precisamente en Lisboa su estreno dentro de las Jornadas Mundiales de la Juventud. “Como ocurre con muchos, esta fue mi primera jornada. A veces, nos toca en diferentes momentos de la vida, y también la vivimos de distintas maneras”, asevera.

Más allá de las multitudinarias celebraciones de la Santa Misa de bienvenida o de envío, hubo otra visita que movilizó particularmente a Santa.

“En mi experiencia, me marcó estar presente en el Santuario de Nuestra Señora de Fátima. Comencé a hacer la procesión de rodillas. Iba rápido, y cuánto más avanzaba, empecé a sentir el dolor y el peso de mi mochila. Son en esos momentos cuando uno se conecta con Dios y empiezas a escuchar esa voz interior que te dice que no te detengas, que sigas hacia adelante. En ese momento invoqué la presencia del Espíritu Santo, porque quería sentir su compañía conmigo”, recuerda, para luego reflexionar: “Tenía la tentación de mirar hacia atrás, pero el camino del Señor se hace con las mochilas ligeras y con la mirada hacia adelante. Debemos tener desapego, porque cuanto más grande sea la carga, más lentos serán nuestros pasos”.

Para Santa Rodríguez, su visita a Fátima fue un resumen de sus propias vivencias de fe. “Para mí fue una experiencia cargada de simbolismos, porque representa la vida de todo cristiano. Son momentos que te hacen crecer desde lo espiritual y que se disfrutan, como cada actividad de esta JMJ”.

La JMJ en la voz de los jóvenes

Lucía Taborda

“A pesar de ser mi primera JMJ, puedo concluir que se vive de otra manera, porque se mezclan los tiempos que uno puede tener para rezar y de oración, con las actividades propias del trabajo. La relación personal con Dios se lleva de una forma especial, pero sabemos que cada cosa que hacemos es para su gracia. El voluntariado se hace con amor, dedicación y humildad”

Marcos Agüero

“En lo personal, el momento que más me marcó fue la vigilia. Participar por primera vez y como cantante es un recuerdo que voy a atesorar en mi corazón y a valorar muchísimo con el paso de los años. Como católico, tener un millón y medio de jóvenes en frente tuyo, y con el papa diez metros atrás, te deja sin palabras. Bajé del escenario con los ojos llorosos y fui directo a hablar con Dios, para darle las gracias”

Carolina Prinzo

“Desde los días previos, ya la vivía con mucha ilusión. Obviamente sabía lo que era una JMJ, pero no sabía bien a lo que iba o con qué me iba a encontrar. Había estado investigando un poco, pero tenía mucha incertidumbre. Lo más lindo fue ver cómo tantos jóvenes de todo el mundo, de lugares en los que ni siquiera reconocía su idioma o su bandera, estaban ahí. Fue una experiencia maravillosa”

Santa Ramírez

“En mi primera jornada, me marcó estar presente en el Santuario de Nuestra Señora de Fátima. Comencé a hacer la procesión de rodillas. Iba rápido, y cuánto más avanzaba, empecé a sentir el dolor y el peso de mi mochila. Son en esos momentos cuando uno se conecta con Dios y empiezas a escuchar esa voz interior que te dice que no te detengas, que sigas hacia adelante”

Por: Leandro Lia

Redacción Entre Todos

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