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Servicio de fe

En el marco del mes de las misiones, hay una infinidad de fieles que parten de sus tierras para anunciar la Buena Noticia. Ese es el caso de Virginia Larrosa.
Ir de misión a África implica diversos desafíos. Fuente: Gentileza Virginia Larrosa

Como es tradicional, la Iglesia conmemora durante el mes de octubre el llamado Mes de las Misiones. Existen innumerables maneras de misionar y anunciar la Palabra de Dios, pero, tal vez, una de las más curiosas son aquellas en las que los fieles realizan su servicio en otro país.

Este tipo de misión Ad Gentes, es decir, salir de la zona de confort y llevar la presencia de Jesús hacia otras culturas y realidades, tiene múltiples desafíos. A partir de estas experiencias, el P. Fabián Rovere dialogó en el programa Hoy quiero hablarte con Virginia Larrosa, uruguaya que se encuentra desde agosto de misión en Luanda, Angola. Compartimos parte de su entrevista:

 

¿Qué tipo de misión es?

Está vinculada a la familia salesiana, soy salesiana cooperadora. De hecho, en la escuela donde me estoy quedando es salesiana. Estoy viviendo y trabajando en los proyectos que tienen los salesianos en Angola.

¿Cómo fue todo este proceso hasta que llegaste allí, cómo se fue dando? Porque, entre otras cosas, tú estás casada y tenés hijos.

Creo que son cosas de Dios. Uno tiene que hacer las cosas que le tocan con tanto amor, tanta entrega y tanta alegría, que quienes nos vean quieran hacer lo mismo. Porque estoy convencida que eso también es evangelizar.

Así me pasó a mí cuando era chica, cuando estaba en primero de escuela. yo iba a un colegio salesiano, el “Domingo Savio”, de Maroñas, y a los buenos días de la escuela vino un misionero a dar su testimonio. Y ese hombre habló con tanta alegría, con tanta pasión, de lo que estaba haciendo en su misión en Angola, que yo siendo una niña de siete años me dije que quería hacer lo mismo.

Su testimonio me convenció. y para mí Dios habla así, a través de nuestra forma de ser y de estar —como a través de ese salesiano—, pone esa semilla de certidumbre misionera. Me acuerdo que ese día llegué a mi casa y le dije a mi mamá: “me voy a ir a Angola de misión”. Ella se mataba de risa en ese momento, pero yo con los años seguí insistiendo en que iba a irme a Angola de misión.

“Lo primero que te interpela y te cuestiona la realidad de acá, es la alegría con la que te recibe la gente. Viven con calidez y amor, cuando apenas tienen lo básico”

Virginia Larrosa

Con el tiempo me fui haciendo salesiana cooperadora y en algún momento me cuestioné si era necesario ir hasta Angola, cuando la tierra en la que uno está ya es de por sí de misión. Misionar en la escuela, en el trabajo, en los ámbitos que frecuentamos en Uruguay, es muchas veces más difícil que salir.

Sin embargo, yo seguí sintiendo esa convicción y todo mi entorno lo sabía. No fue diferente en la familia que fui construyendo con mi esposo y con mis hijos, ellos sabían de este sueño. Y entonces, cuando me recibí este año de trabajadora social, tuvimos una conversación y decidimos que era ahora, era el momento de hacerlo.

Yo pienso que más allá que soy yo la que estoy en Angola. Esta misión la está haciendo toda la familia. Tengo un hijo de nueve y otro de siete años, y se puede decir que este paso de misión lo hemos dado los cuatro.

¿Cómo es la realidad del lugar donde estás? Cuando uno piensa en África se imagina características de pobreza.

¡Totalmente! Es algo que hablábamos con otros voluntarios. Uno se imagina cómo es, pero igualmente una cosa es la expectativa y otra distinta es venir de misión. Estoy en un barrio llamado Lixeira, que significa basural. La escuela en la que estoy se encuentra en el centro del barrio, por lo que la vista desde las habitaciones de aquí es el barrio. Por mucho tiempo esta zona fue un basural.

Para quienes nos escuchan y no conocen, les recomiendo ver un mini documental llamado "Diamante de lixeira", que está muy interesante y habla un poco de esta zona. Acá hay mucha pobreza, para quienes quieren estudiar es complicado. El acceso a servicios básicos es un privilegio. Lo primero que te interpela y te cuestiona la realidad de acá, es la alegría con la que te recibe la gente. Viven con calidez y amor, cuando apenas tienen lo básico. De repente hay enfermedades que en Uruguay se solucionan al recetar un antibiótico, pero acá la gente se muere por no tener acceso a la medicación. Tienen una forma de vida, de 'danzar' como le digo, que es impresionante.

“Es verdaderamente conmovedor participar de esto y ver que el que menos tiene es el que más da”

Virginia Larrosa

Hemos visitado otros lugares y llama la atención cómo a dos horas de acá tenés una realidad y una postura totalmente distinta a la que estás viviendo. Quizás hay lugares que se parecen más al África que ves en las películas, y otros sitios que ni tanto.

Es impresionante cuando uno ve videos en redes sociales de las celebraciones de las misas, porque hacen carne propia la liturgia y la viven con alegría.

Es impactante. Me acuerdo de aquella lectura que habla del que da de dónde no tiene.  Acá hay misas todos los días, celebran a las seis y media de la mañana y la convocatoria es altísima. La escuela Don Bosco se hace cargo de ocho comunidades, y se van turnando. He visitado a esos lugares y a otros, y la participación la ves.

Las ofrendas son conmovedoras, porque se forman filas danzando y pensás cómo esa persona lo vive de esa manera viviendo el día a día. Porque acá muchos trabajan toda una jornada en la calle para conseguir para la comida del día, y sin embargo durante ese momento ofrecen desde plantaciones de mandioca hasta banana. Sienten que deben devolverle a Dios y a la comunidad, por el bienestar de todos quienes trabajan por el barrio. 

Es verdaderamente conmovedor participar de esto y ver que el que menos tiene es el que más da.

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