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Pachacutí 2019: unos 500 jóvenes llegaron a 30 puntos del país

Alumnos de colegios jesuitas dedicaron una semana de sus vacaciones al servicio y el encuentro
Hicieron trabajo de obra y encuentros con la comunidad. /COLEGIO SEMINARIO

En idioma guaraní, “pachacutí” significa “mundo al revés”. Es el témino que da nombre a un campamento de trabajo que organiza el Movimiento Castores y al que asisten chicos de 4to, 5to y 6to de liceo. Este año fueron casi 500 los jóvenes que dedicaron una semana de sus vacaciones al servicio y el encuentro con los demás.

La actividad es organizada por el movimiento del Colegio Seminario y asistieron 305 chicos que participan en los grupos durante el año. Se unieron los de otros colegios jesuitas del país —95 del San Ignacio de Montevideo y 46 del San Javier de Tacuarembó— y de países cercanos. Este año llegaron del Colegio del Salvador de Buenos Aires (7 chicos), la Red Jesuita de Colegios de Chile (12), el Cristo Rey de Paraguay (12) y Loyola Highschool, de Los Ángeles, EEUU (5 jóvenes).

Todos se inscribieron en el campamento sabiendo que iban a pasar una semana lejos de su casa y centrados en la fe, el servicio y la vida en comunidad. La expectativa se concretó el primer lunes de las vacaciones, cuando llegaron al punto de partida. Ahí se enteraron de a dónde irían, con quiénes, y qué harían.

Los 482 chicos, con sus coordinadores y asesores, fueron distribuidos en 30 grupos. En cada uno había entre 16 y 18 adolescentes, más dos o tres responsables. Y su integración fue aleatoria, de forma que en general no se conocían entre ellos. Los ómnibus salieron luego para distintas zonas del país: Canelones, Colonia, Durazno, Florida, Lavalleja, Paysandú, Río Negro, San José, Soriano y Tacuarembó. Se alojaron en iglesias, escuelas y cooperativas, y ya el lunes de tarde comenzaron a trabajar.

En todos los casos, tuvieron jornadas de ocho horas: las primeras seis se las dedicaron a la construcción y las otras dos, al encuentro con la comunidad. En su gran mayoría participaron en cooperativas de viviendas o similares, haciendo trabajo de obrero. La actividad de encuentro fue más diversa, ya que algunos estuvieron con niños, otros visitaron residenciales de ancianos o hicieron talleres con adolescentes, todo según la realidad de cada uno de los puntos visitados.

En su mayoría trabajaron en cooperativas de viviendas. /COLEGIO SEMINARIO

En su mayoría trabajaron en cooperativas de viviendas. /COLEGIO SEMINARIO

Además de esto, durante la semana se guiaron según un tema, que esta vez fue “es Él quien nos convoca y nos envía”. En esa línea, cada día había una propuesta referida a un pensamiento, una imagen y un sentimiento. Y los chicos compartieron todas las jornadas un tiempo de reunión y de liturgia.

Junto a estas propuestas diarias y al encuentro con los locatarios, el Pachacutí es característico porque propicia la relación entre los chicos. Sin conocerse, coinciden en una experiencia fuerte y, en general, establecen vínculos sólidos. Además, valoran de otra manera el reencuentro con su grupo de origen cuando se reúnen, el sábado siguiente, en la ciudad de San José.

“Para todos es un momento, un hito en nuestra historia de fe”, comentó Ignacio Gadola, asesor de Movimiento Castores. La organización y la logística son intensas, pero la experiencia lo vale. “Para los que acompañamos, el gran desafío es resignificar la experiencia, ayudar a los chicos a que la traduzcan a su vida cotidiana”, indicó Gadola.

"Gran experiencia de servicio y austeridad"

Testimonio de Rodrigo Barquín, alumno de 5to año del Colegio Seminario

rodrigo barquín

El Pachacutí fue para mí una gran experiencia de servicio y austeridad. En él viví por segunda vez la experiencia de embarcarme con gente desconocida a un lugar desconocido y servir teniendo como eje de partida a Dios.

Supe trabajar como nunca lo había hecho, y disfruté de conocer a la gente del lugar al que fui, que se mostró muy abierta a recibirnos. Fueron muchos los momentos en los que sentía a Dios presente, tanto en la gente de la cooperativa donde trabajamos, como en los niños que animamos por las tardes, como en la gente de mi grupo. Grupo que, por cierto, sigue siendo muy unido y pasamos de ser desconocidos a tener una muy linda amistad.

"Él nos convoca"

Testimonio de Federica Katzenstein, alumna de 6to año del Colegio Seminario

rodrigo barquín

Esa afirmación nos guió a más de 500 jóvenes dispersos por el país. Desde Florida, mi grupo participó en la construcción de tres casas de familia del Plan Juntos, animamos niños de la zona y fuimos a acompañar a unos enfermos con sida.

En las obras avanzamos dos semanas de trabajo. Tal vez no hicimos mucho, pero sin duda se dio vuelta nuestro mundo. Él dio vuelta nuestro mundo. Dejar a un lado nuestra comodidad no se nos hizo tan difícil, vivir con 20 desconocidos no nos pareció una locura, despertarnos con frío y caminar hasta la obra no fue un sacrificio. Lo que dejábamos nos dejó de parecer importante, los desconocidos pasaron a ser familia, e ir a trabajar resultó hasta divertido. Así fue que entre mezcla y risas Él nos convocó y nos envió a hacer sentir al otro más humano.

Se organizaron en 30 grupos y estuvieron en 10 departamentos /COLEGIO SEMINARIO

Se organizaron en 30 grupos y estuvieron en 10 departamentos /COLEGIO SEMINARIO

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