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Oración, liturgia y trabajo: la vida del primer monje diocesano

El P. Néstor Etchepare vive junto a la Capilla de Santa María de la Trinidad y Reina de los Apóstoles
El trabajo en la quinta es parte de la vida del monje./ Fuente: Federico Gutiérrez

Son las 3:30 de la mañana y el P. Néstor se despierta para comenzar una nueva jornada. Va a la capilla que está al lado de su casa y reza Vigilias. Desayuna y sobre las 6 de las mañana es hora de rezar la Misa con Laudes. El resto del día se repartirá entre oración y trabajo, día tras día, marcados por el tiempo de la liturgia y por los ritmos de Dios. Así ha sido su vida en los últimos siete años, desde que se fue a vivir a un predio de menos de media hectárea, rodeado de chacras, casi todas ellas dedicadas a la fruticultura y la cría de ovejas, al norte del departamento de Montevideo, donde el arroyo Toledo marca el límite con Canelones y a pocos minutos de la ciudad de Las Piedras

El silencio y la vocación

Pero, ¿cómo nació esta vocación? Si bien abrazó la vida monacal ya siendo sacerdote, el P. Néstor explica que esta inquietud está desde los orígenes de su vida de fe, que arrancó de forma temprana, cuando tenía apenas 10 años. Siempre le atrajeron las misiones y la vida contemplativa. “Esta última la conocía más por videos y, más adelante, a través de las hermanas benedictinas que están en El Pinar”, cuenta. En un primer momento su vida religiosa se decantó por la misión y, luego de vencer muchos miedos y dudas, abrazó la vida monástica.

El monje ya había sido párroco en dos comunidades de la Arquidiócesis y luego de un largo proceso de discernimiento comenzó el camino monacal. Se define como una persona de carácter hiperactivo —aunque parezca contradictorio con su vocación— y asegura que el estar embarcado en varios proyectos y tareas había repercutido desfavorablemente en su vida espiritual. “Haciendo unas semanas de ejercicios espirituales, cuando aún funcionaba el Monasterio de la Pascua (de monjes benedictinos) en Canelones, resurgió el tema de la vida contemplativa”, relata.

Sintiendo este pedido del Señor y haciendo el discernimiento correspondiente, el P. Etchepare fue encontrando señales claras de la Providencia que lo llevaron a visitar la abadía de Ntra. Sra. de los Ángeles, cercana a la ciudad argentina de Azul, en el centro de la provincia de Buenos Aires. “La experiencia de Azul me fascinó, y eso que solo fui a la hospedería para hacer un tiempo de ejercicios”, rememora. Estando aún allí pidió para hablar con los superiores y empezar un camino de discernimiento que le llevó casi un año, que incluyó visitas periódicas a la abadía, conocer otro monasterios (donde descubrió cómo en cada uno de ellos se vive una realidad diferente, dentro de la misma regla benedictina) y el acompañamiento de un director espiritual. “Mi mayor miedo en ese momento era el silencio”, explica, y esto lo llevó a descubrir la diferencia entre el silencio y el mutismo. “El monje no es mudo, también habla. Pero además estás cantando todo el día alabanzas al Señor. El silencio exterior, que en realidad lo vas disfrutando, gozando y gustando a medida que te introducís en él, no tiene nada que ver con esos miedos e imágenes que me iba creando al principio”, argumenta. La vida del P. Néstor, más allá de su soledad en la vida monacal, también se alimenta del encuentro con la comunidad que se ha formado en torno a la nueva capilla, sobre todo en la Misa dominical.

Sed de Dios

Después de recorrer este camino, y con la autorización del Arzobispo, pidió el ingreso al Monasterio de Azul para poder realizar la primera experiencia de tres meses de clausura. Luego, a medida que iba confirmando su vocación, sintió un llamado fuerte de Dios. El P. Néstor grafica con esta imagen la experiencia vivida: “Yo estaba sediento de Dios, de una experiencia de encuentro con Él, y en Azul encontré una fuente de agua en la que me sumergí y me sacié. Y cuando estaba 'haciendo la plancha' fantásticamente, Dios me dice: '¿Viste qué maravillosa fuente de agua? Bueno, yo quiero que caves un pozo allá”.

Con toda esta vivencia, y dialogando tanto con los monjes de la abadía como con el Arzobispo de Montevideo (en ese momento Mons. Nicolás Cotugno), nació la decisión de comenzar una experiencia de vida monástica en Montevideo. “Y empezamos a cavar aquí luego de unos seis meses buscando un lugar que reuniera las condiciones mínimas”, comenta sonriendo. “Esto era monte, ni siquiera se veía la construcción de chapa que protege la capilla de barro”, asegura. Hubo que realizar un trabajo arduo, no solo limpiar el terreno, sino también traer el agua y la luz al lugar, algo que en este caso viene de la mano porque para extraer el agua se necesita un motor eléctrico.

Una vocación actual

Esa experiencia clave en la vecina orilla se transformó en la base de su cotidianidad .“Yo sigo a los cistercienses de Argentina porque fue donde me inicié y formé. La experiencia de clausura en Azul fue fundamental y allí aprendí lo básico de una vida monástica. Y actualmente me sigo comunicando con ellos para consultarles algunas cosas o resolver algunas dudan que van surgiendo”, cuenta. Deja claro que es un monje diocesano o, como lo describe el Derecho Canónico, ermitaño. “Yo no gusto mucho de utilizar la palabra ermitaño o anacoreta, que es lo propio de mi caso, porque lo soy ocasionalmente, no por vocación”, advierte. “Yo siento la vocación de monje cenobita, es decir, que viven en comunidad. Yo no vivo en comunidad porque no hay otro monje, si lo hubiese viviría en comunidad. Eso está en manos de Dios, escapa a mí. Quien tomó mis votos fue el Card. Daniel Sturla y es mi superior directo”, añade.

Más allá de los cambios y evoluciones que ha tenido la vida monástica con el paso de los siglos, y los diferentes lugares adonde esta ha llegado, mantiene su actualidad. Para el P. Néstor una de las cosas que la sostiene como vigente a pesar del paso de tiempo es la propia regla de San Benito, que fue escrita entre el siglo V y VI aproximadamente. “Pensemos que durante casi 10 siglos lo que existía como vida religiosa en la Iglesia era la vida monástica y los misioneros eran los propios monjes, que evangelizaban países enteros en Europa y eran enviados por los papas a evangelizar; lejos de esa imagen de estar de espaldas al mundo. La vida monástica siempre ha dado respuestas a su entorno y aún hoy lo sigue haciendo”, asegura.

Luego de terminadas las labores, que además del cuidado de las plantaciones incluye trabajos de albañilería, sobre las 17:30 reza Vísperas y después de cenar, sobre las 19:30, es hora de terminar la liturgia diaria con el rezo de Completas. Después de un día de labor y cantar alabanzas, el P. Etchepare se retira para descansar, porque al otro día, sobre las 3:30, el tiempo de Dios volverá a llamar.

Historia de dos capilla

El 18 de mayo de 1811 tuvo lugar la Batalla de las Piedras, que permitió el comienzo del primer sitio de Montevideo y comenzaría a escribir la historia del legado artiguista. Esta gesta tiene un punto de unión con el lugar donde está ubicada actualmente la Capilla de Santa María de la Trinidad y Reina de los Apóstoles, pues dicha capilla tuvo en esa ubicación un antecedente, otra similar pero construida de barro, con una estructura que data de la segunda mitad del siglo XVIII.

La capilla que cobijó al prócer

De hecho, la conocida simplemente como Capilla de Barro, dedicada a Ntra. Señora del Carmen, fue por mucho tiempo la única de la zona. El paso del tiempo y el clima hicieron mella en la estructura, lo que llevó a que la comunidad de la zona construyera, a principios del siglo XX, una especie de galpón de chapa para resguardarla. Actualmente tiene un deterioro importante, pero dentro de su estructura conserva una imagen de la patrona en buen estado, así como parte del confesionario y algunos bancos.

Pero además de un interés histórico religioso, guarda un interés histórico con la propia Batalla de las Piedras debido a que allí, en ese mismo templo, pasó la noche del 17 al 18 de mayo el Gral. José Gervasio Artigas, y seguramente puso su futuro y el de sus soldados en manos de Dios.

El nuevo templo

Por su parte, la actual capilla, también dedicada a la Virgen María, demoró varios años en ser construida, siempre a base de donaciones y esfuerzo del P. Néstor Etchepare, personas de la comunidad y algunos fieles llegados de otras comunidades. Según cuenta el monje, “los espacios comenzaron a quedar pequeños y la precariedad del inicio nos impulsó a buscar la concreción de una casa para Dios, un templo, casa de todos donde encontrarnos y juntos celebrar la alegría de la fe”. Es así como el 9 de diciembre de 2018, luego de casi seis años, los trabajos estaban culminados y el templo fue oficialmente inaugurado y bendecido.

El diseño de la nueva iglesia responde directamente a su nombre, con un gran rosetón sobre la puerta de entrada que simboliza a la Santísima Virgen. Partiendo de la misma puerta y hacia ambos lados hay 12 azulejos con los nombres de los Apóstoles, entre los cuales figura Matías en el lugar de Judas Iscariote. Sobre el altar hay tres cruces vidriadas significando la Santísima Trinidad. En definitiva, la Iglesia reunida para alabar a Dios, guiada por la Virgen unida a los Apóstoles en Pentecostés.

Votos monásticos

El 6 de enero de 2016 el Padre Néstor Etchepare realizó sus votos monásticos, bajo la regla de San Benito. La profesión religiosa fue tomada por el Card. Daniel Sturla, Arzobispo de Montevideo. Esta experiencia nueva en la vida de la Iglesia arquidiocesana busca ofrecer un espacio de vida contemplativa. La capilla está ubicada en Cno. de la Ermita 8831, cerca de Toledo. Tel: 2227 1171. Correo: p.nestor@vera.com.uy.  

Comentarios(5)

  1. Freddy Miguel Perez says

    Es un grande el Padre Néstor, estuvo en Mater Admirabilis, y trabajamos juntos, siempre lo recuerdo con cariño, un Abrazo y bendiciones!!!

  2. Adriana Chiesa says

    Felicitaciones por el CAMINO.En tiempos tan difíciles para la humanidad y para la Iglesia Universal la Contemplación es una preciosa invitación.Se ha abierto con esta entrega una puerta a Dios…

  3. Adriana Villalva says

    Gracias Padre Néstor por su amor a su comunidad, por servir a Dios y a sus hermanos con tanto amor, dedicación y fe en nuestro Padre Celestial.
    Yo no tengo el gusto de conocerlo en persona ya que soy una Uruguaya que vivir en EEUU, pero conozco de usted por mi mamá, Nelis.. Ella me comparte lo que usted hace y cómo es con todos los feligreses.
    Usted huele a ovejas, que Papá Dios nos Bendiga con Sacerdotes, Religiosas y todos los ordenados, como usted,que amén su vocación y reflejen a nuestro Señor con su vida.
    Gracias.
    Paz y Bien.🙇‍♀️🙇‍♀️

  4. Hector Omar Gonzalez says

    Hermosa historia que recién comienza, tuve la gracia de conocerlo en su lugar de tanta Paz.Gracias por su entrega por su carisma solo ruego a Dios que me lo siga cuidando y protegiéndolo. Lluvia de bendiciones padre

  5. Edy says

    Me siento feliz de conocer al P Nestor y a esa Obra de Dios que ahora al darse a conocer en toda su riqueza no dudo atraerá a muchos jovenes a querer consagrase y seguir a Jesús!!!
    Bendiciones Padre!!!

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