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Molina: "Lo único que queda en Nicaragua es la Iglesia católica"

¿Cuál es la situación de la Iglesia en el país centroamericano?
Martha Molina es la autora del informe "Nicaragua: ¿una Iglesia perseguida?. Foto: gentileza de la entrevistada.

La Iglesia nicaragüense es una iglesia perseguida, pero, a su vez, es la única voz que le queda al pueblo de Nicaragua para hacer oír sus reclamos de justicia y paz.

Para interiorizarnos de la situación que se vive en el país centroamericano, el programa Hoy quiero hablarte —conducido por el P. Fabián Rovere—, entrevistó a la Dra. Martha Molina, que ha publicado el informe Nicaragua: ¿una Iglesia perseguida? Compartimos con ustedes parte del diálogo.

 

Antes de entrar a la situación en Nicaragua, ¿nos podés contar algo de tu proceso como exiliada?

Yo siempre he ejercido una ciudadanía activa y señalando todas las violaciones a los DD.HH. que hace la dictadura. Y no solamente a través de la radio —donde tenía un programa—, sino que en mi condición de abogada asistía a las instancias públicas y hacía efectivas esas denuncias.

Entonces, llegó un momento en que la dictadura comenzó a perseguir a las personas que ejercíamos nuestro derecho, pero que lo hacíamos más en público. Llegó un momento en el que tuve que elegir si ir presa o quedarme en el exilio; porque yo salí de Nicaragua por temas de salud. No podía regresar, porque en esa misma semana estaban deteniendo a las personas de mi círculo. Con mi familia y mis amistades coincidimos que lo mejor era quedarme.

Me imagino que fue una decisión dura, teniendo en cuenta estas amenazas contra ti y tu entorno.

Sí, fue una decisión dura. Porque hasta el día de hoy sueño con retornar a Nicaragua, pero me he abandonado en Jesucristo y le he dado gracias por salvarme de esa situación, porque seguramente estaría presa en mi país. Esta entrevista que estás realizando en Nicaragua sería un delito, sería acusada de terrorista. Creo que Dios tiene una misión para cada uno de nosotros, entonces tengo que aceptar y esperar a que sea el momento propicio para regresar. Porque sé que voy a regresar.

¿Por qué la persecución tan encarnizada contra la Iglesia en Nicaragua?

Lo que pasa es que en abril de 2018 ocurrieron una serie de protestas cívicas en el país y la dictadura, en lugar de entrar en un proceso de negociación para resolver las demandas del pueblo, decidió reprimir y asesinar a las personas. Entonces la Iglesia abrió las puertas de los templos para refugiar a los jóvenes y las demás personas que estaban protestando. Y también llevaba el mensaje de amor y de esperanza para aquellos familiares que habían perdido a sus hijos, parientes, esposos. 

También la Iglesia católica, con sus sacerdotes, daba la cara y pedía a las autoridades que soltaran a los presos políticos y a las personas secuestradas, así como pedía información de estas personas. Todo este actuar le molestó a la dictadura, porque lo que busca es una Iglesia compinche, cómplice, que bendiga arbitrariedades y la vulneración de los derechos humanos. Y la Iglesia católica se opuso a todo esto, actuando con la verdad y llamando a las cosas por su nombre. Esto no le debe haber gustado a la dictadura. 

Cuándo ibas elaborando el informe, ¿hubo datos que te fueron sorprendiendo?, ¿te encontraste con realidades nuevas? ¿Cómo fue el proceso de este informe?

Yo siempre he tratado de ser una mujer informada, leer noticias nacionales e internacionales, y además sabía de lo que estaba pasando porque era parte de grupos parroquiales, y en eso grupos parroquiales nos enterábamos. Hay que tener en claro que Nicaragua es un país chiquito, con apenas seis millones de habitantes, los departamentos están cerca unos de otros, y siempre hay alguien en los distintos lugares que conoce la realidad y la transmite. Me iba enterando de distintos ataques, algunos muy parecidos entre sí, y por eso quise empezar a sistematizar esta información. 

Comencé a escribir y detallar estos hechos, y me di cuenta que era un número extremadamente grande. De ahí la necesidad de compartir la información a nivel nacional e internacional, porque la Iglesia en Nicaragua está siendo atacada de manera indiscriminada. 

Hay varios hechos que me impactaron. Uno de ellos fue cuando quemaron a un sacerdote mayor con ácido —en la catedral de Managua— en el momento que estaba confesando. También cuando quemaron la Imagen de la Sangre de Cristo, que tenía más de trescientos años. Y por supuesto, la ocasión en que paramilitares, policía y ejército estuvieron disparando sobre una iglesia durante más de diez horas, mientras que dentro se encontraban sacerdotes, estudiantes y periodistas.

Son una gran cantidad de vulneraciones a los derechos humanos, a la Iglesia y de profanaciones nunca vistas anteriormente.

En Nicaragua no se puede nombrar a Mons. Rolando Álvarez (N.R: obispo de Matagalpa, condenado a 26 años de prisión por el delito de traición a la patria, cuando se negó a ser expatriado a Estados Unidos), ¿no?

No. Recientemente un ex preso político salió, rosario en mano, a rezar a las calles por Mons. Rolando, por su salud, e inmediatamente fue secuestrado por la policía. Entonces, mencionar a este obispo, tanto para sacerdotes como para cualquier persona, es un verdadero peligro.

Y desde tu visión, ¿cómo se sale de esta situación?, ¿ves una salida?

Creo que esto se va a ir incrementando. Las cifras seguro fueron creciendo en este tiempo desde que salió el informe, que es de marzo pasado, y yo ya estoy trabajando en el próximo informe. Están intervenidas las cuentas bancarias de las diferentes diócesis, de las parroquias, de los colegios. Cada día hay una acción del gobierno contra la Iglesia católica, porque es la única institución que ha quedado en el país; el presidente Daniel Ortega se ha encargado de desbaratar absolutamente todos los espacios democráticos. Ni siquiera a los periodistas se los deja trabajar.

Lo único que nos queda en Nicaragua es la Iglesia católica, que con su voz profética sigue anunciando el Evangelio; porque el propio Evangelio es una denuncia de todas estas arbitrariedades. Ortega pretende aniquilar a la Iglesia porque es una voz que le está estorbando. En este momento la situación es caótica porque el presidente tiene en poder al ejército y a la policía, con una gran cuota de impunidad. 

Los ciudadanos no queremos una guerra y, a la vez, no tenemos a quién acudir. Estamos atados de pies y manos, porque quien debería brindarnos protección —el estado—, es quien está asesinando al pueblo, obligándolo a irse al exilio o encarcelándolo.

Tampoco debe haber una gran oposición desde el punto de vista político…

No, porque la oposición política está presa, en el exilio o en el cementerio. Las personas que han quedado en el país tienen un miedo mayúsculo, con justa causa. Ante esta situación lo más razonable es la prudencia y resguardarse.

Para terminar, ¿sentís que la comunidad internacional está haciendo todo lo posible para evitar esta situación, para evitar este poder autoritario del matrimonio Ortega - Murillo?

Creo que no lo ha hecho. Porque los delitos de lesa humanidad no sólo incumben al pueblo nicaragüense, no es algo doméstico; deben interesar a toda la comunidad internacional, porque, además, la afectan. 

Pero la comunidad internacional tiene una doble cara. Por un lado, los organismos internacionales están condenando a Ortega, porque está presidiendo un estado donde reina la impunidad. Pero por otro lado, organismos financieros bilaterales o internacionales, están dándole dinero al gobierno a través de préstamos, préstamos que luego el propio pueblo nicaragüense que está sufriendo toda esta situación tendrá que pagar. Es dinero que es utilizado para las fuerzas de seguridad, para reprimir, para armamento. Por ejemplo, los sacerdotes son vigilados las veinticuatro horas del día, y eso cuesta dinero.

Es una doble moral que existe actualmente en la comunidad internacional. 

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