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Misa de conmemoración de la fiesta Nacional de España

En el día de la Virgen del Pilar el Card. Sturla presidió una celebración en la Iglesia Matriz
El Card. Sturla durante la homilía. / Fuente: ICM

El lunes 12 de octubre, en la Catedral Metropolitana, se celebró una Misa en conmemoración de la Fiesta Nacional de España, en el día de la Virgen del Pilar. La Eucaristía, presidida por el Card. Daniel Sturla, acompañado por el Obispo auxiliar, Mons. Pablo Jourdan, contó con la presencia de autoridades y allegados a la comunidad española en nuestro país, entre ellos el Embajador del Reino de España, D. José Javier Gómez-Llera. A continuación compartimos la homilía del Card. Daniel Sturla.

La Virgen del Pilar

Queridos hermanos, les damos la bienvenida a esta Iglesia Matriz, que está dedicada a la Inmaculada Concepción y a los Santos Apóstoles, Felipe y Santiago, patronos de Montevideo. Ya estos nombres los unen a la tradición española de los fundadores de esta ciudad; y a la Inmaculada, ese dogma mariano del que España hizo un mundo de honor de su fe católica. Y los apóstoles, Felipe y Santiago el Menor, cuya celebración conjunta dio nombre a esta ciudad llamada primeramente solo de San Felipe, en honor al rey Felipe V de España, monarca en el momento de su fundación.

Bienvenido al Señor Embajador del Reino de España en Uruguay, D. José Javier Gómez-Llera, y a todos los que hoy participan de esta celebración. Celebramos esta Eucaristía pidiendo al buen Dios por España, en el día de su patrona la Virgen del Pilar. La tradición nos indica que en el Pilar de Zaragoza, en la antigua Caesaraugusta de los romanos, en la noche del 2 de enero del año 40 después de Cristo, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al Río Ebro, cuando oyó voces de ángeles que cantaban “Ave María, Gracia plena”. Y vio la imagen de la Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol.

La Santísima Virgen, que aún vivía, le pidió al apóstol que se le construyese allí una Iglesia en el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que ese sitio permanecería hasta el fin de los tiempos, “para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión, con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio”. La tradición dice que el apóstol Santiago estaba desanimado de la tarea apostólica, y pide una señal al Cielo. Y recibe así esta visión de María. Esta devoción a la Virgen del Pilar se mantuvo, y se acrecentó en el tiempo, atravesando las distintas vicisitudes de la historia de España. La España romana, la visigoda, la musulmana, la de la Reconquista, la del Reino de Aragón y la España una.

Hoy nos reunimos en esta fecha, que a lo largo del tiempo también ha tenido en el calendario de España distintas denominaciones, para celebrar Fiesta Nacional de España y también para los creyentes la Fiesta de la Patrona. Se celebra hoy, 12 de octubre, porque fue ese día en el que se celebró por primera vez en el santuario construido en Zaragoza. Ciertamente esa fecha tiene un sabor especial. Nos habla de descubrimiento, del Día de la Raza, del encuentro de dos mundos y también del día que, por primera vez, la cruz de Nuestro Señor Jesucristo fue enarbolada en estas tierras.

Una laicidad que permita vivir públicamente la fe

La laicidad, bien entendida, supone para nuestros países, plurales y democráticos, una oportunidad para ser más libres; para poder vivir y expresar públicamente lo que profesamos. Y en este caso, también, para vivir públicamente la fe católica. Esta laicidad será auténtica si no desconoce la raíces culturales de nuestros pueblos, que nos hablan, entre otras cosas, de esa matriz católica marcada por una hispanidad con muchas más luces que sombras.

Pensemos en la gesta del descubrimiento, de los misioneros, de la humanización de tantas realidades, de los dominicos como Antonio Montesinos o Francisco de Vitoria, y su influencia en el Derecho Internacional y tantas otras; fueron aportes enormes de España al mundo. En medio, sin dudas, de muchas sombras.

Rezamos por España. Por la Madre Patria, que aprendimos a querer en nuestras familias y en nuestras escuelas. Por la España que quisiéramos ver siempre unida y fiel a lo que constituye la esencia misma de su legado al mundo, indisolublemente unido a la fe católica.

Una devoción profunda

Las lecturas bíblicas, que hemos escuchado, y que son propias de esta fiesta, nos hablan en el Evangelio de esa mujer de pueblo que ensalza con sus palabras a la Madre del Salvador. Y le dice a Jesús: "Feliz el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron". Me hace pensar en la devoción a la Virgen que tiene el pueblo español y que la supo transmitir a los pueblo hispanoamericanos.

Dos veces estuve en Sevilla, también dos veces hice el Camino de Santiago, y en esas visitas estuve en la Santa María de la Esperanza Macarena; soy de la Hermandad de la Macarena, y también estuve en la Virgen del Rocío. Y allí uno vive esa experiencia de devoción a la Virgen, que se siente en las entrañas y por eso digo que bien que cabría la expresión de esta mujer a Jesús en el Evangelio.

Por otro lado, también hemos rezado ese salmo tan hermoso: "El Señor es mi luz y mi salvación. ¿A quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida. ¿Quién me hará temblar? Si un ejercito acampa contra mí, mi corazón no tiembla. Si me declaran la guerra me siento tranquilo". Es la serenidad del creyente que hoy le pedimos de un modo especial al Señor y a la Madre Santísima del Salvador, pidiendo por España, tierra de santos, tierra de María. En este año tan especial, y tan doloroso, para el mundo, nos volvemos más que nunca esperanzados hacia el Pilar de Zaragoza. y al venerar al legado que España dio a América y al mundo no dejamos de rezar y pedir que España se mantenga fiel a la fe recibida de sus mayores, ya a la tradición del Pilar y de Santiago.

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