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Los Sacerdotes vivieron su fiesta

Sacerdotes en la celebración del Santo Cura de Ars / Arquidiócesis de Montevideo

Una celebración marcada por la Misericordia de Dios


Ayer  4 de agosto por la mañana, en el Seminario Interdiocesano Cristo Rey, el Cardenal Daniel Sturla presidió la Misa de celebración de la fiesta de San Juan María Vianney, mejor conocido como el Santo Cura de Ars, patrono de los sacerdotes y párrocos. Este encuentro, que incluyó el tradicional almuerzo luego de la Eucaristía, es un momento de fraternidad entre los obispos, sacerdotes   y también algunos invitados venidos del exterior. También fue un momento para recordar y agradecer por aquellos sacerdotes que vivieron su pascua durante este año.

Tiempo de Misericordia

La homilía estuvo a cargo del Padre Hebert Pochelú,  sacerdote de la Diócesis de Tacuarembó, que junto al Padre Ernesto Diano de nuestra Arquidiócesis fueron nombrados por el Papa Francisco , junto a otros mil sacerdotes de todo el mundo, “Misioneros para la Misericordia” en nuestro país.

En sus palabras, el Padre Pochelú  recordó lo “difícil que muchas veces es hablar de la Misericordia”, con el sentido de “poner el corazón en la miseria, pero sintiendo lo que el otro o la otra está viviendo, hasta llegar a hacernos cargo de su rescate”.  Esto sólo puede ser llevado adelante con “la mirada del misericordiar (usando una imagen del Papa Francisco) que en mi vida está circunscripta a experiencias personales”. Especificó que en su trabajo pastoral se refiere a dos parroquias riverenses (Tranqueras y Minas de Corrales), en cuyas realidades “parece dominar la inmisericordia” debido a la instalación de sendas multinacionales en la zona que ponen en peligro el medio ambiente.

Luego detalló parte de su experiencia de formación, tanto en nuestro país, como en Argentina “Fui obrero peón en una marmolería y luego en una imprenta”, “fui exiliado en dictadura”. Y se preguntó  “cómo celebrar la vida en medio de la villa donde estábamos trabajando, formándonos para acompañar a los inmigrantes, cuando se lloraba lo inesperado de una matanza en el vecindario… fueron ámbitos de mucho sufrimiento,  cómo sentir o descubrir el Amor misericordioso de Dios en medio de esos hechos de constatación de vida menoscabada”.

A esta pregunta el Padre Pochelú respondía: “Pero la mesa de la Palabra, que estamos compartiendo, nos proporciona sustanciosos elementos para saber descubrir la fuerza misericordiosa de nuestro Padre Dios en medio de nuestras situaciones límites.” Es más, insto a los presentes a “con el salmista podamos cantar una y otra vez, ¿cómo no agradecerte Señor?”.

A continuación recordó al profeta Ezequiel, ”que conoce la dureza del destierro, de confiar cuando todo se viene abajo”, y sus palabras que “nos dice de parte de Yavé, buscaré a las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas, vendaré a las heridas, sanaré a las enfermas, velaré por la que está sana”. Fue enfático al decir “les aseguro que en todos esos ambientes donde he vivido, he sido testigo de esos mensajeros de Dios… es que el misericordiar de Dios es siempre a través de sus mediaciones, de aquellos hombres y mujeres que colaboran con Dios muchas veces sin saberlo, cada vez que obran para que este mundo sea un mundo mejor.”

También en la homilía, el Padre Pochelú se refirió al término “compadecerse, el padecer con, pero desde una actitud comprometida en la transformación, en hacer posible otra manera de ser y convivir. Es un modo concreto de actuar en rescate de otros, para que puedan vivir su vida en decencia y dignidad”

Y recordó que “Para esto Jesús vivía en salida permanente (como dice el Papa)”. Un Jesús que es el “Rostro misericordioso del Padre” que no duda en “hacer centro en la persona, expresándole cariño y respeto. Son sus preferidos los que más lo necesitan. No le era posible pasar de largo sin hacer algo para mitigar su sufrimiento”.

Para finalizar, hizo foco en el ser sacerdote “Jesús involucra a los suyos (a nosotros hoy) en su llamado… y les da poder para sanar la vida”. En última instancia “Nos envía a aliviar los sufrimientos y sembrar esperanza”, concluyó.

Recuerdo y sorpresa

Sobre el final de la misa, el Cardenal Daniel Sturla agradeció a todos los allí presentes y contó algunos detalles de su viaje a Jornada Mundial de la Juventud. También agradeció por la recuperación del Obispo de Tacuarembó, Monseñor Julio Bonino, que fue dado de alta el pasado miércoles 3 de agosto y que se encuentra con recuperación domiciliaria.

Por último, hubo una sorpresa para todos los concurrentes. El grupo de teatro  Texas (de ex alumnos salesianos), compartió un fragmento de la obra basada en Monseñor Jacinto Vera..

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