1

Los Pinos: 25 años de potenciar futuros

El centro educativo, devenido en fundación, continúa su camino para generar mejores oportunidades.
Martín y Maryna demostraron que el amor rompe barreras. Fuente: Romina Fernández

A simple vista, la historia de Martín (27) y Maryna (28) podría ser la misma que la de cualquier otra pareja de jóvenes. Apenas el acento de ella —por el que, comúnmente, la asocian a la frontera con Brasil— indicaría lo contrario.

En realidad, su tierra natal está a más de doce mil kilómetros de distancia, en Ucrania. Y su historia de vida no habría coincidido con la de Martín si, a sus ocho años, él no hubiese ingresado al centro educativo Los Pinos, tal como hicieron sus hermanos. 

Precisamente, Los Pinos se encuentra cumpliendo veinticinco años desde su fundación, y, en estas dos décadas y media, su llegada a Casavalle cambió la vida de muchísimas familias.

Todo es posible

Seguramente, ni Martín Anández, ni sus padres y hermanos, imaginaron que el momento en el que él se unió a Los Pinos, le cambiaría la vida para siempre. “Si no fuera por Los Pinos, nada de esto hubiera pasado”, advierte Martín. Su historia tomó un giro cuando participó de un programa de becas junto con la Alianza Uruguay- Estados Unidos, y ganó un intercambio de un mes y medio en el país norteamericano.

“Fue una experiencia increíble, la beca de Los Pinos cubrió los gatos y pude viajar para aprender inglés. Fui junto con una chica de nuestro mismo centro. Sin saberlo, Maryna concursó por la misma beca, y nos conocimos allá. Seguimos en contacto por los chats de Facebook y más tarde por Skype. Me declaré con mucha vergüenza y luego, con la ayuda de mi padre, conseguí el dinero para comprar el pasaje y pude ir a verla a Ucrania. Estuve un par de semanas allá, volví y fue horrible el estar separados. Entonces pensamos cómo hacer para estar juntos definitivamente, que era lo que más queríamos en ese momento. Lo tomábamos muy en serio, teníamos diecisiete o dieciocho años y los dos estudiábamos. Llegamos a la conclusión que solo había una alternativa a todo esto, que era casarnos”, recuerda, con una sonrisa.

La fundación es mi segunda casa. Si no fuera Los Pinos, nada de esto hubiera pasado

Martín Anández 

La vida de Maryna también cambió por Los Pinos. No solo porque conoció a Martín, o porque su nombre cambió —pasó de utilizar el apellido familiar (Cherednichenko) por el de su esposo, tal como es costumbre en su país—, sino que también se involucró con la fundación y comenzó a realizar voluntariado.

“Fue un gran desafío para mí, porque mi familia es muy tradicional. Antes de Martín no tuve novios, y mis padres no aceptarían una relación que esté ahí, en la vuelta por así decirlo. Si salía con alguien, tenía que ser algo serio. Y lo entiendo, porque si una chica menor de edad te presenta un novio que conoció por internet y que está en el otro lado del mundo, es normal que desconfíes. Era difícil por donde lo mires, casi imposible. Nosotros queríamos formalizarlo y que nuestras familias lo tomaran seriamente. Al final nos casamos en Ucrania, junto a dos amigos que nos acompañaron. Parece mentira que hayamos logrado todo esto, nosotros cada tanto volvemos, también he dado clases de inglés como voluntaria. Los Pinos es un entorno totalmente diferente, uno entra y se olvida del resto. Es una burbuja positiva para todos quienes se forman ahí, porque te ayudan a salir adelante. Su obra es impresionante”, resume.

Nuevas oportunidades

“No sé qué hubiese sido de mi futuro sin Los Pinos”, afirma sin vueltas Gonzalo Vidal (31), ex alumno del centro educativo y de otras instituciones de la zona, como el Liceo Jubilar.

Gonzalo es coordinador de deportes de toda la fundación, cargo que se generó hace unos meses para impulsar su potencial. Su historia con Los Pinos se encontraba en pausa, hasta que a sus dieciocho años empezó a trabajar como voluntario. “Daba una mano en deberes y con los deportes. Recuerdo que una vez me llamaron para ofrecerme un curso de programación de Genexus. Estaba convencido de que no, y cuando me preguntaron por qué estaba tan seguro de rechazarlo, les expliqué mi motivo. En Los Pinos, tuve un profesor de educación física que me marcó, y desde los doce años no me podía sacar eso de la cabeza. Veía a una persona con el uniforme del ISEF y me volvía loco, era un sueño para mí”, explica.

Los Pinos continúa cambiando la realidad de Casavalle. Fuente: Gentileza Fundación Los Pinos

A partir de los diecinueve años comenzó como profesor de rugby, actividad que no interrumpió por su deseo de enseñar: “Estoy agradecido con las oportunidades que me dieron, y el hecho de ocupar un cargo de responsabilidad también es una de ellas. Estoy muy contento de mi presente, sin dudas ellos me formaron como persona y construyeron mi personalidad. Sigo viviendo en el barrio y pasé por otras instituciones, pero donde crecí fue en Los Pinos”.

Proceso de cambios

Gonzalo afirma que, durante los últimos años, es notoria la transformación que vivió el centro. “El cambio en la infraestructura fue brutal. Cuando llovía, por ejemplo, teníamos educación física en un salón. Hoy en día debemos tener uno de los gimnasios más grandes de todo Montevideo, aspecto vital con todo este plan de inclusión social a través del deporte que se está implementando. O el cambio de centro educativo a fundación, que no es menor. A mí el deporte me cambió la vida, quiero que transforme la vida de muchos otros chicos. Apostamos fuerte a eso”, remarca.

En este sentido, de acuerdo con Santiago García Costa, director general de Los Pinos, el cambio de nomenclatura tiene una razón específica: “A nivel legal, hace ocho años que la persona jurídica que sostiene la obra es, precisamente, fundación Los Pinos. Esto de la denominación tiene que ver con acompasar la estructura jurídica con nuestra imagen, más allá de la productividad del cambio: no solo somos un centro educativo, somos algo más grande y abierto al barrio”.

“Estamos contentos con los logros alcanzados, pero queremos ir a más

Santiago García Costa

García Costa está hace un año y medio en Los Pinos, mientras que es el director general del centro desde hace nueve meses. Desde su rol, afirma que su misión es continuar generando oportunidades. “El terreno donde se encuentra la fundación era, originalmente, un espacio baldío, y muchas personas lo utilizaban informalmente para arrojar residuos y desechos. Ese comienzo humilde y sencillo, de la mano de Pablo Bartol, se transformó en esta realidad. En estos primeros veinticinco años cerramos esa etapa fundacional y se consolidaron todos los programas de la fundación. Estamos contentos con los logros alcanzados, pero queremos ir a más”, concluye.

 

 
 
 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

Una publicación compartida de Fundación Los Pinos (@los.pinos)

 

Por: Leandro Lia 

Redacción Entre Todos

Commentario(1)

  1. andrea says

    Estimados:
    Es posible que una persona Profesional ya Jubilada, sea aceptada, para trabajar en Los Pinos?
    Gracias…!!
    Cordialmente,
    Andrea Grajales Bassi
    Lic. en Psic. Ucudal

Escribir comentario