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Mons. González: "Los migrantes están escribiendo la historia de esta patria"

El pasado domingo 25 de setiembre se celebró la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. La misa fue presidida por Mons. Luis Eduardo González, mientras que, culminada la celebración, hubo un espacio de encuentro con comidas y danzas típicas de algunas colectividades.
Los fieles colmaron el templo de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción. Fuente: R. Fernández

La parroquia Nuestra Señora de la Asunción y Madre de los Migrantes vivió una jornada de fiesta. El pasado domingo se conmemoró la 108ª edición de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, y no fue casualidad que se celebrara, justamente, en aquel templo. Esta parroquia, perteneciente a la congregación de los scalabrinianos, reúne habitualmente a fieles de distintas regiones y países, y realiza una importante labor de apoyo hacia aquellos extranjeros de escasos recursos.

La misa fue presidida por el obispo auxiliar de Montevideo, Mons. Luis Eduardo González, quien celebró acompañado por el P. Wilnie Jean, párroco de dicha parroquia. La celebración comenzó con el ingreso de representantes de todas las colectividades presentes, quienes luego se ubicaron a los costados de la nave central del templo, cada uno portando su respectiva bandera y vestimentas típicas.

 Un día de fiesta

Justamente, al comenzar su homilía, Mons. Luis Eduardo González hizo mención de la forma en la que se estaba llevando adelante la misa: “¡Qué lindo cómo comenzamos esta celebración, que es un día de fiesta para cada uno de nosotros! Empezamos con las banderas ingresando, representando a distintas culturas. Cada uno, en su corazón, tiene un pedacito de su tierra, de su gente, de su canto, de sus sueños, y de sus familias”, expresó.

En esta línea, el obispo afirmó que “somos hijos de Dios y hermanos en la fe, y eso nos une mucho más que los lazos de sangre, porque son vínculos del Espíritu Santo, que nos pone como hermanos. Por eso la patria común, que es la patria del cielo, la debemos practicar en la tierra, ayudándonos entre todos y acompañándonos en el camino de la vida”.

Representantes de cada colectividad, ingresando con sus respectivas banderas. Fuente: R. Fernández

La necesidad de ayudarnos

Refiriéndose a la liturgia dominical, aclaró que la palabra de Dios nos interpela y es una luz dentro de nuestra existencia. “Hoy se nos narra una vida de contrastes. En la primera lectura del profeta Amós, se nos muestra un contexto de prosperidad para algunos y ruina para otros. No nos cuenta una amenaza, sino que advierte, en nombre de Dios, de que hay algo que está mal. Algunos están en sitios lujosos, con grandes banquetes, libertinos por la vida, mientras otros están en la ruina total. Entonces ya hay una advertencia: antes de que llegue el Mesías, Jesús, nos piden tratarnos como hermanos, buscar igualdad en las oportunidades, en todas las circunstancias de la vida”, explicó.

Asimismo, aclaró que, al referirnos a las necesidades de las personas, los migrantes presentan una mayor vulnerabilidad: “Los recursos permiten ampliar el horizonte incluso de aquellos que dejaron su país para tener mayores oportunidades, salud, educación, proyectos para sus hijos y para ayudar a la familia que quedó atrás. Hay hermanos nuestros que necesitan esas posibilidades para crecer, para transformar su vida. Indigna que millones de personas no tengan esas oportunidades. Pero el que decide siempre es cada persona, en su corazón. Por eso, la palabra de Dios nos interpela hoy más que nunca, y nos impulsa a preguntarnos: ¿Cómo estoy viviendo? ¿Cómo estamos compartiendo con nuestros hermanos? Todos somos vulnerables, migrantes y no migrantes, pero los migrantes y refugiados tienen, además, otras situaciones de vida. Pensemos en el desarraigo de la familia, de su casa, y ese recuerdo con el deseo de también querer volver. ¿Cómo no ayudarnos?”, se cuestionó.

"La justicia de Dios es mucho mayor que la injusticia humana"

Mons. Luis Eduardo González

La historia la escriben los Lázaros

En el desarrollo de su prédica, Mons. Luis Eduardo González expresó que, dentro de esa dualidad entre ricos y pobres, “el 'aquí y ahora' del hombre pobre, tiene nombre: se llama Lázaro. El rico no lo tiene. Podría ser cualquiera de nosotros, pero no tiene nombre, es una vida sin sentido. Al necesitado Dios lo conoce por su nombre, como a cada uno de nosotros, y sabe nuestras faltas, dolores y sufrimientos. El rico no es reconocido, no necesita ni de Dios, ni de los profetas, ni de nadie. El hombre pobre necesita de todos”, aseguró.

Posteriormente, afirmó que “el 'aquí y ahora' del hombre rico es de condena. Él está en su mundo y el egoísmo lo domina. El adinerado tiene la oportunidad de colaborar con sus hermanos, pero no lo hace, casi ni conoce lo que pasa fuera de su realidad”. Acerca de este aspecto, no dudó en afirmar: “La historia se escribe con los Lázaros. El hombre rico no será quien escriba la historia, porque la vida de Lázaro es historia de salvación. Los migrantes están escribiendo la historia de esta patria. Como lo hicieron en los inicios italianos y españoles, hoy son venezolanos, cubanos, haitianos, colombianos, mexicanos o peruanos. Son una bendición para nosotros, por eso el lema de la jornada es construir el futuro con los migrantes y refugiados. Es reconocer todo lo que aportan en los lugares que van; no solo los valores de su cultura, sino desde la fe.

Al finalizar su homilía, el obispo pidió recordar a quienes están en su patria y a tantos hermanos migrantes que los acompañan desde el sentimiento y el corazón, además de agradecer a la comunidad de la parroquia por su obra hacia los migrantes: “Esta parroquia es un lugar de encuentro, de posibilidades, de hermandad y fraternidad. Jesús es el buen samaritano de todos, y hoy, con esta enseñanza, nos quiere decir que debemos aprovechar la vida y decidir entre vivir de una forma sabia y solidaria, o hacerlo de una manera egoísta. Él nos advierte que, después de la muerte, ya estará escrita nuestra historia. Estamos a tiempo, por gracia de Dios, de ayudarnos, de hacer algo por los demás”, concluyó, para luego rezar, en voz alta, la oración del papa Francisco para los migrantes.

Una comunidad comprometida

Dentro de la entrega de las ofrendas, y presidiendo al pan y al vino, se entregó una imagen del beato Juan Bautista Scalabrini, quien será canonizado el próximo domingo 9 de octubre. Su retrato fue ofrendado en representación de toda la comunidad para remarcar su compromiso hacia los migrantes y refugiados.

Los fieles, trasladando las ofrendas hacia el altar. Fuente: R. Fernández

Por otra parte, antes de culminar la celebración, el P. Wilnie Jean, párroco de dicho templo, pidió poder expresar una serie de agradecimientos, en nombre de la comunidad. El padre haitiano pidió algunos aplausos y reconocimientos a los fieles presentes, en gratitud hacia Mons. Luis Eduardo González, por presidir la misa; a las autoridades, embajadores y representantes consulares y municipales presentes; a los consejos vecinales, por su colaboración con la parroquia; a las organizaciones de la sociedad civil, tanto nacionales como internacionales, por su empeño en favor de los migrantes; y a las distintas colectividades, quienes prepararon comidas y danzas típicas de cada región.

El padre haitiano también se preguntó “¿Qué sería de la humanidad sin los medios de comunicación?”, para luego mencionar: “agradezco, en nombre de la comisión pastoral social y de movilidad humana, al canal ICMtv por la transmisión de esta celebración en vivo y en directo, a todos los medios presentes, y al periódico arquidiocesano Entre Todos. Un fuerte aplauso para este esfuerzo que hacen”, celebró.

Encuentro de culturas

Al concluir la misa, todos los presentes fueron invitados a participar de un intercambio musical y de danza, organizado por las distintas colectividades, mientras que, en la zona del patio de la parroquia, se colocaron diferentes puestos de comidas típicas. De esta manera, los fieles pudieron degustar platos originarios de sitios como Bolivia, Ecuador, Perú, Argentina, Cuba, Haití, Venezuela, Panamá y de regiones como País Vasco.

Cada comunidad organizó su propio puesto, con variadas propuestas. Fuente. R. Fernández

Las distintas muestras musicales se fueron interrumpiendo con palabras de agradecimiento de varios representantes consulares, además de la entrega de diplomas hacia cada conjunto artístico que se hizo presente.

Las diferentes agrupaciones mostraron repertorios musicales y de danza, con participantes de todas las edades.

Las propuestas artísticas le sumaron color a los festejos. Fuente: R. Fernández

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