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Los jóvenes vivieron un carnaval misionero

Más de 400 chicos de al menos cinco grupos diferentes hicieron misiones en distintos puntos del país

Desde hace unos años el fin de semana largo de febrero se ha consolidado como una fecha ideal para realizar misiones o convivencias. ENTRE TODOS entrevistó a jóvenes de cuatro grupos diferentes, que contaron cómo vivieron los días de Carnaval. Se trata de chicos de la Red Juvenil Ignaciana, la Parroquia Stella Maris, los Nazarenos y el Club Sotanillo.  A continuación, los testimonios de los protagonistas. 

 

"Una misión 'externa' y una 'interna'"

María Jesús Rachetti e Ignacio Born, coordinadores de la Misión San Francisco Javier, de la Red Juvenil Ignaciana

¿Cuántos chicos fueron, de qué edades o grupos? ¿A dónde fueron?

La Misión San Francisco Javier es organizada cada año por la Universidad Católica del Uruguay y convoca a jóvenes en edad universitaria, de Uruguay y Argentina, vinculados a la Red Juvenil Ignaciana. El primer ciclo fue en la diócesis de Melo en 2001, y cientos de jóvenes han seguido misionando en sucesivos ciclos de tres años en Florida, Tacuarembó, Salto, Mercedes, San José y ahora en la diócesis de Maldonado-Rocha.

¿En qué consistió la misión, cuáles fueron las actividades principales?

Monseñor Milton Tróccoli y la comunidad diocesana nos enviaron durante el rosario-adoración que tuvo lugar el sábado 15 de febrero en Punta Ballena, y durante toda la semana unos 80 universitarios nos instalamos en diversas parroquias y capillas de la diócesis (Pan de Azúcar, Maldonado Nuevo, San Carlos, Balneario Buenos Aires, Rocha).

Nos acompañaron trece religiosos jesuitas, incluyendo al Provincial jesuita P. Rafael Velasco, que estuvo misionando en Nuestra Señora de los Remedios, Maldonado Nuevo. También por religiosas Esclavas del Sagrado Corazón y laicas consagradas de las Cruzadas de Santa María.

Una jornada tipo de misión empieza y termina con ratos de oración personal y de compartir en cada grupo. Pero lo más importante es salir “de dos en dos” a visitar las casas de los vecinos, invitar a talleres que se organizan en las tardes, celebrar la eucaristía con la comunidad, y estar atentos a otras necesidades del barrio.

¿Qué cosas destacarías?

Destacaría la oportunidad de poder hacer proceso en un lugar durante tres años. Este año, al ser el primero, fue de conocer donde estábamos, quienes vivían ahí, qué hacían, qué presencia tenía la Iglesia en ese lugar, la fe de las personas y sus necesidades. Todo esto de a poco, con paciencia, sabiendo que no se trataba de una sola semana sino intentando visualizar el ciclo entero de tres semanas de misión en tres años sucesivos, discerniendo los caminos orientados siempre con la pregunta que nos dejó San Ignacio de Loyola: “¿A dónde vamos y a qué?” y poder responder de la mejor forma a los objetivos y problemas que vamos percibiendo.

En medio de todo esto, Dios nos regala la confianza de que Él siempre es más, que Él fue a ese lugar y empezó a trabajar mucho antes que nosotros. Nos regala poder simplemente soltarnos al encuentro. Nos regala estar e irnos con la confianza de que Él se ocupa, y que la comunidad va a seguir haciendo proceso junto a Él como lo venía haciendo antes de nuestra misión. Pero sobre todo, nos regala la gracia de poder ser testigos de mucha promesa y de una “iglesia que quiere ser hospital de campaña”.

¿Qué fue lo que más te gustó?

Más allá del encuentro con la gente, en el que uno sale más misionado que otra cosa, la oración es clave. La propuesta de todas las mañanas y el cierre del día hacen que uno le haga espacio a Jesús y sea Él quien acompañe y vaya guiando a todo el grupo a lo largo de la semana. Nos gusta decir que vivimos una misión “externa” pero también una misión “interna”. Es una semana de disfrutar el ponerlo un poquito más en el centro a Él, y desde ahí salir.

 

"Misionando de corazón, uno se encuentra verdaderamente con Jesús"

Manuel Uría, coordinador del retiro misionero de la Parroquia Stella Maris

¿Cuántos chicos fueron, de qué edades o grupos? ¿A dónde fueron?

En la misión de carnaval “Remis” están convocados los chicos de Confirmación de la parroquia Stella Maris. Esta vuelta (entre catequistas y confirmandos) fuimos unos 200 jóvenes entre 17 y 22 años aprox. Fuimos a las Ciudades de Cardona y Florencio Sanchez separadas por una vía de tren.

¿En qué consistió la misión, cuáles fueron las actividades principales?

Arrancábamos el día con una oración en el templo de la parroquia Nuestra Sra. del Luján. Luego volvíamos por el desayuno al colegio Jesús María, donde nos recibieron las hermanas. Cada mañana salíamos a misionar casa por casa, hasta el mediodía. A la vuelta rezábamos un Rosario todos juntos. Después del almuerzo había un momento de descanso, seguido de una dinámica personal o grupal, o una formación. De tarde la misión variaba cada día.

Pudimos salir casa por casa, luego juntarnos todos en el parque con actividades para niños, jóvenes y adultos, llegamos a visitar los ocho hogares de ancianos y culminamos convocando al clásico “show de talentos”, donde se presentaron muchos talentos del pueblo y donde pudimos transmitir un fuerte mensaje de fe y esperanza para todos. Cada día lo terminamos con un testimonio de sacerdotes y consagradas y cerrábamos con una oración todos juntos en el templo parroquial.

¿Qué cosas destacarías? ¿Qué fue lo que más te gustó?

Me gustó mucho cómo nos recibió la gente de la ciudad. Muy abiertos y dispuestos; nos abrieron las puertas de sus casas y se sumaron con gran entusiasmo a las actividades que propusimos. De verdad sentí muy presente una fuerte “sed de Dios” en muchos de ellos. También es impresionante la transformación en los jóvenes misioneros: cómo misionando de corazón, es con Jesús mismo con quien uno verdaderamente se encuentra.

Este año hicimos algo por primera vez que creo que marcó la diferencia: a lo largo de todo el Retiro Misionero los guías hicimos adoración perpetua a Jesús. Siempre había uno de nosotros mano a mano con Jesús... ¡creo que eso dio mucho fruto!

 

"Nos abrieron las puertas de la casa, de la parroquia y del corazón"

Sara Negrín, misión de la Fraternidad Contemplativa María de Nazaret

 

Todos los años desde hace ya 11 años realizamos una experiencia de servicio a la Iglesia, allí donde se nos llame, misionando en el fin de semana de Carnaval. Este año comenzamos un ciclo de tres años en la diócesis de San José, en las parroquias Ntra. Señora de Fátima y Ntra. Señora del Rosario de Pompeya en la ciudad de San José, con el lema: “El mejor regalo: JESÚS, el gran amigo”, uniendo lo que nos regaló el Papa en la exhortación apostólica Christus Vivit y la preparación al V Congreso Eucarístico Nacional, centrando nuestro corazón en este Jesús amigo, vivo y realmente presente en la Eucaristía.

Comenzamos este ciclo "misionero" de un menos a un más, por eso en esta misión centramos nuestras fuerzas en acoger, escuchar, conocer y darnos a conocer a las comunidades y a aquellas personas que no han conocido aún al Señor o que por alguna razón se han alejado de la Iglesia. Para esto, divididos en dos grupos (uno por parroquia) en la mañana, celebramos Laudes con las comunidades y realizamos las visitas puerta a puerta. En la tarde hicimos juegos y talleres con niños y al mismo tiempo íbamos, por turnos, haciendo adoración Eucarística. Luego rezamos el Rosario, celebramos la Eucaristía y cerramos con encuentros y talleres con adultos. También visitamos las capillas de dos pueblos que pertenecen a la parroquia de Fátima: la de Cañada Grande y la de Castellanos.

Fuimos alrededor de 70 participantes, jóvenes (la mayoría entre los 18 y 25 años), consagradas, jóvenes en formación a la consagración, una familia completa con sus cuatro hijos, madres de algunos de los futuros consagrados y de otros jóvenes... O sea: misioneros desde los dos añitos en adelante, pasando por todas las edades.

Como Nazarenos aspiramos a vivir la unión con Dios 24/7, dejando que sea el mismo Jesús Resucitado quién actúe en cada una de nuestras acciones y eso se vivió de una forma impresionante. El amor con que cada misionero aceptó el cansancio y los imprevistos, el amor con que se respetaron los tiempos de cada actividad, renunciando al individualismo y pensando como verdadero cuerpo fue increíble. Y que todo eso haya sido no solo al momento de ir puerta a puerta o de realizar los talleres, sino en todo momento y circunstancia, me hicieron experimentar lo que nos dijo Monseñor Nicolás Cotugno, nuestro fundador, antes de partir: “Ustedes no se van de misión, ustedes son misión, y eso solo lo puede lograr el Resucitado actuando a través de nosotros”. Sumado a eso, lo vivido con las comunidades que nos acogieron fue un regalo enorme del Señor, fue experimentarlo vivo en la vida de cada uno de los que nos abrió no solo la puerta de la casa o de la parroquia sino del corazón; en esos niños que con una sonrisa o un abrazo te hacían sentir el abrazo y la sonrisa de Jesús, en las "jovencitas" (que llegaban y pasaban los 90) que seguían con entusiasmo amasando torta fritas para los misioneros y animando las Misas y los encuentros, en los sacerdotes que con su generosidad y alegría nos hicieron sentir en casa y experimentar la alegría de la entrega al Señor...

Nos venimos con el compromiso de seguir acompañando a las dos comunidades durante el año; y redescubriendo que Dios nos llamó desde nuestro Bautismo a vivir unidos a Él y dejarlo ser misión en nosotros. 

 

"Dejamos una semillita germinando"

María Eugenia Algorta, del Club Sotanillo

¿Cuántos chicos fueron, de qué edades o grupos? ¿A dónde fueron?

Fuimos 24 chicas de edades variadas, desde las más chicas que están en el Liceo hasta algunas profesionales que nos fueron a dar una mano, la mayoría éramos de los primeros años de facultad. Fuimos al barrio Kennedy en Maldonado, uno muy carenciado, desde hace unos seis años están realojando familias pero aún quedan muchas en esa situación.

¿En qué consistió la misión, cuáles fueron las actividades principales?

Visitamos a las familias del barrio, invitamos a los niños a la capilla donde hacíamos actividades para ellos, desde una charla de salud bucal hasta juegos y fiesta de disfraces. Además queríamos acercarlos para que después siguieran yendo a la catequesis durante el año. El domingo celebramos Misa en la capilla, en la que pintamos los bancos, limpiamos y ordenamos. La celebración estuvo muy concurrida, especialmente por los niños.

¿Qué cosas destacarías? Qué fue lo que más te gustó?

Destaco la buena voluntad, tanto de todas las chicas que fuimos a ayudar como de las personas encargadas del barrio, así como del diácono y las señoras que nos acompañaban.
Lo que más me gustó fueron las salidas misioneras, ya que tuvimos la oportunidad de hablar con la gente y de prestar un oído a tantos que realmente tenían necesidad de contar sus situaciones. Lo más lindo es que la mayoría tenía fe, y cuando le decíamos que íbamos a rezar por ellos se los notaba esperanzados. Por último, quiero destacar que a la mayoría nos impactó la necesidad de cariño que tenían los chicos: todo el tiempo estaban buscando un abrazo y cercanía.

En general, me parece que fue muy provechoso y que dejamos una semillita germinando que esperamos que florezca.

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