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"La transformación del trabajo tiene que ser cuidada"

El Lic. Paulo Olascoaga, director ejecutivo de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), da su mirada sobre el futuro del trabajo y los cambios que esto conlleva
Paulo Olascoaga, director ejecutivo de ACDE/ Fuente: Federico Gutiérrez

El enfocado su carrera laboral en la producción de tele visión, comenzando por Lic. Paulo Olascoaga a la dirección del informativo Subrayado en Canal 10 cuando tenía 28 años. Desde 2015 trabaja en la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), donde ocupa el cargo de director ejecutivo. “Yo digo que en ACDE pagan por hacer voluntariado, una cosa insólita... empresarios que se apoyan mutuamente con un impacto en miles de familias”, dice Olascoaga al referirse al trabajo que se hace desde ACDE.
En la siguiente entrevista, el comunicador habla de la cultura del trabajo, la cuarta revolución industrial y los desafíos que presenta el futuro del trabajo para la formación del talento humano según la visión de la Iglesia Católica.

¿Cómo se construye una cultura del trabajo en las empresas?

La cultura del trabajo en una empresa se construye desde quienes tienen las mayores responsabilidades. El cuerpo directriz debe generar formas de relación ejemplares con los demás, con la naturaleza y con el trabajo mismo. Un empresario es un trabajador, como dice la Iglesia, que pone en riesgo un capital para generar una
empresa donde tiene la función especial de liderarla. Como trabajador que es, dando ejemplo de entrega y rigor en el cumplimiento de sus tareas, confiando en sus colaboradores y siendo justo con
ellos, va generando formas particulares de relación en la organización que conforman la cultura de la misma, de la comunidad. Cada uno de los integrantes de la empresa es corresponsable en ese clima.
También, los colaboradores de la empresa tienen un rol muy importante en la dirigencia sindical, que velará por los derechos de sus afiliados, pero también deberá hacerlo con justicia y teniendo
en cuenta sus responsabilidades.
Cuando se establece una cultura clasista, la relación es tensa o confrontativa, y allí el valor fundamental no es cada persona sino la clase... el valor de una clase que está por encima de la persona. Esa cultura es discriminatoria, no tiene a la persona como valor máximo, porque el fin, la supremacía de clase, justifica los medios. Puede ser impuesta por el sindicato o por el empresario, o ambos a la vez.

¿Qué valores son claves para la construcción de una cultura de trabajo?

El primer valor clave es la persona como tal. Toda cultura, todo trabajo, debe estar centrada en que son las personas las que lo realizan para sí y para otros. Porque el trabajo es un derecho no solo porque da sustento, sino porque a través de él la persona se desarrolla y se realiza. De ese valor supremo, innegociable, se derivan los demás. Si la persona es el valor máximo de referencia, se deduce que la realización de esa persona-trabajadora es un valor. El mínimo necesario es que sea un trabajo digno, que no provoque daño, pero es un mínimo que no nos ha de contentar, sino que se ha de buscar la realización de la persona integralmente.
La justicia en su triple acepción (dar a cada uno lo que corresponde, la equidad y dar más a quien menos tiene), es un elemento fundamental en las relaciones laborales. Y también se ha de considerar en el mundo del trabajo la renta justa y los impuestos justos. Otro elemento que se puede destacar como valor es la ordenación del trabajo al bien común, en su cuidado y construcción. En ese marco se encuentra el destino universal de los bienes de la tierra donde todos tienen derecho a su uso. Podríamos seguir, pero digamos que estos son los valores fundamentales. Todo esto lo hemos trabajado en ACDE sobre todo en un documento de mayo del 2017 que titulamos Aportes para la construcción de la cultura del trabajo 4.0, en alusión a la cuarta revolución industrial.

¿Qué desafíos presenta el futuro del trabajo para la formación del talento humano según la visión de la Iglesia Católica?

Hay que releer el mensaje del papa Francisco a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el centésimo aniversario. Allí explica que la formación del talento no es solo para tener trabajo y con ello salario, sino para la realización de la persona y que pueda aportar lo mejor de sí. Es la entrega de lo que soy para la construcción del bien común. El problema es el descarte de los trabajadores, sea por sustitución por máquinas o porque no tienen oportunidad de recapacitarse.

¿A qué se le denomina la “cuarta revolución industrial”? ¿En qué momento de esta revolución nos encontramos?

Llamamos cuarta revolución industrial a la época caracterizada por una nueva forma de producción tecnológica digital, transversal a todos los sectores y que impacta en toda la organización social. Hay quienes dicen que ya estamos en la quinta o sexta revolución.
La característica fundamental según Stefano Zamagni, presidente de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, es que los cambios son tan vertiginosos que no dan tiempo para la reflexión ética y repercuten más en aquellas economías cuya fuerza laboral es menos capaz de adaptarse a lo nuevo, por lo que los países emergentes son los más afectados. Según Zamagni, estamos en el momento de decidir los rumbos que han de seguirse.
Muestra de esto es lo que sucede con Facebook, empresa cuyo valor llega a los dos mil millones de dólares y está siendo el centro de discusión sobre cómo ha de ser regulado el sector en el que opera. Por una parte, porque su forma de operar repercute en las elecciones de presidentes a través de la publicidad y, por otra parte, por el uso que hace de los datos personales.

¿Cuáles son los grandes objetivos que debería perseguir la construcción de la cultura del trabajo en la cuarta revolución industrial, según los valores cristianos?

Primero, la centralidad de la persona es el gran objetivo. La persona no debe ser como un objeto descartable, sino que es posible y necesario reeducarla para otras tareas dentro o fuera de las empresas, como, por ejemplo, en el sector salud y cuidado de las personas que requerirá más personal por el aumento de la longevidad. La transformación del trabajo tiene que ser cuidada,
no solo planificada. Por tanto, se deberá buscar el trabajo decente para todos.
Segundo, esta es una revolución industrial que está impactando en todo, por ejemplo, en lo ecológico. Es por eso que el Papa insiste en el cuidado de la casa común y que la revolución industrial debe llevar a una mejor relación con la naturaleza y la creación.
Tercero, otro objetivo debería ser el destino de la productividad y su justa distribución. La productividad crece por la tecnología, generando mayor renta. Por esto, la brecha o desigualdad entre ricos y pobres es cada vez mayor y ese es otro reto.
Hay quienes piensan en la renta universal que ya se experimentó en Finlandia, para el desempleo, pero se necesita mucho más que eso, porque una cosa es tener lo básico para subsistir y otra cosa es trabajar para realizarse como persona.

PAULO OLASCOAGA

Licenciado en Comunicación Social. Desde 2015 trabaja en la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), donde ocupa el cargo de director ejecutivo. Trabajó en Canal 10, Radio Carve, TCC y Canal A+V. Es docente de Ética en la Universidad Católica del Uruguay (UCU). Está casado y tiene dos hijos.

ASOCIACIÓN CRISTIANA DE DIRIGENTES DE EMPRESA (ACDE)

ACDE busca apoyar a los dirigentes de empresas, como agentes de transformación de sus empresas y entorno, en la creación de un mundo más justo y humano inspirado en los valores del pensamiento
social cristiano.

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