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La esperanza se hace lugar

Un día de trabajo en la Pastoral Penitenciaria
Los hermanos privados de libertad son los primeros en agradecer a Dios por su presencia constante./ Fuente: Federico Gutiérrez

En este informe queremos compartir con ustedes parte del trabajo que realiza la Pastoral Penitenciaria. En este caso en la Unidad N° 6, ubicada en Punta de Rieles.

El lugar

La Unidad Nº 6, o Cárcel de Punta de Rieles, es un centro exclusivamente para personas privadas de libertad con sentencia firme. Allí un 90% de los más de 500 reclusos trabajan y/o estudian.

La tasa de reincidencia del centro es de un dígito, cuando el promedio del sistema penitenciario uruguayo es muy superior al 50%. Es casi inexistente el intento de fuga. Los operadores penitenciarios pasan en determinados momentos del día para verificar la presencia de los internos, a pesar de que los lugares de reclusión están sin llave.

Lo anterior nos lleva a otro motivo por el que este centro es modélico: la forma de reclusión. Los internos están fuera de sus celdas la mayor parte del día, ya sea por su trabajo o estudio, o por las actividades que se realizan en el mismo predio. Son unas 38 hectáreas divididas en módulos, internamente denominadas barracas, en la que están los internos. Cada uno de estos espacios cuenta con lugares comunes, como jardines o patios, que mantienen las personas que allí pasan sus días.

Un detalle, que es un signo de la particularidad de esta unidad penitenciaria, es que en cada barraca hay una especie de placita; con juegos infantiles, pequeños arcos de fútbol y zonas con plantas y flores. Es que en esos lugares los internos reciben a sus familias, antes de la pandemia más de una vez por semana, por tanto necesitan un lugar para compartir con los hijos.

Es un centro de reclusión particular, también, porque muchos de los hombres que están allí tienen sus propios emprendimientos: almacén, peluquería, herrería, panadería, huerta, entre otros. Además hay talleres de diferentes temáticas, la posibilidad de apoyo para el estudio y dar exámenes en la propia unidad.

En el predio también hay un gimnasio, inaugurado en el mes de octubre, en el cual los internos participaron de su construcción.

Encontrarse con Jesús vivo

Más allá de todas estas particularidades, que posicionan la Unidad N°6 o Puntas de Rieles Vieja (para diferenciarla de la Unidad N° 1 que está al lado, más nueva y de alta seguridad) como un centro modelo, el estar privado de libertad es un momento difícil para cualquier persona. Es por eso que la pastoral penitenciaria, al igual que en otras 3 cárceles en Montevideo, acompaña y visita, semana a semana, a quienes están pasando por esta complicada etapa de sus vidas.

“La pastoral penitenciaria hoy día cuenta con 100 agentes aproximadamente en todo el país, la mayoría concentrados en Montevideo”, cuenta Rosina Gossweiler, quien hace cuatro años concurre a la Unidad N°6 y hace dos es la coordinadora de la pastoral en ese centro.

Este grupo de católicos que trabaja en la pastoral concurre a cuatro establecimiento carcelarios: la Unidad N° 4 “Santiago Vázquez", la Unidad N°1, conocida como Punta de Rieles Nueva; la Unidad N° 6; y la Unidad N° 5, la Cárcel de Mujeres.

Cada unidad tiene un grupo de la pastoral, de acuerdo a los horarios y días en que los agentes pueden concurrir.

Gossweiler remarca que la llegada del coronavirus alteró el trabajo que se venía realizando en la unidad “hasta el inicio de la pandemia éramos un grupo de 14 o 15 personas, muchos de ellos mayores de 65 años. Esto hizo que al reiniciar el servicio -que se vio interrumpido por cuatro meses- nos quedamos con muy pocas personas para concurrir. Entonces tuvimos que rearmar con agentes que nos acompañan en otras unidades”. Actualmente, la pastoral visita la cárcel de Punta de Rieles Vieja dos días a la semana: lunes y jueves, en la mañana. “Dentro de la unidad nos distribuimos en distintos subgrupos para tener el encuentro más personalizado con los privados de libertad”, sostiene.

Para Rosina son ocasiones propicias para dar testimonio del amor de Dios: “cada semana luego de salir de la unidad penitenciaria siento una plenitud que es difícil de transmitir. Tengo que reconocer que salgo un poco cansada ya que son encuentros intensos, pero es un cansancio distinto, que me deja reconfortada, puedo decir ‘hoy estuve un rato junto a ellos, que bueno que pude volver’....En definitiva es donde me encuentro con Jesús vivo, allí con el hermano sufriente, de corazón, aunque no sea visto así por la mayoría de la sociedad. La historia que le tocó al otro....difícil, carenciada desde todo punto de vista, con necesidades básicas insatisfechas, muchas veces sin afectos, sin referentes, en fin…”.

Y reflexiona: “siento que nos podemos regalar un rato lindo de conversaciones y enriquecedor para todos”.

 

Espacio de esperanza

Diego llegó a la Unidad N° 6, hace 8 años, proveniente de la cárcel de Santiago Vázquez. Todavía le queda un año para cumplir su condena de 12. Ni bien llegó a Puntas de Rieles se puso en la cabeza el proyecto de construir una especie de templo ecuménico, que hoy por hoy comparten católicos y evangélicos.

“Yo soy albañil y desde que llegué además del taller para enseñar el oficio busqué la forma de construir un lugar para juntarnos los que compartimos la fe en Jesús”, relata Diego. Lo siguiente fue conseguir donaciones, que poco a poco, permitieron construir el templo. El trabajo fue de los propios internos.

“Aquí nos encontramos para rezar, reflexionar la Palabra, compartir la fe”, cuenta. En este espacio de fe hay libros de espiritualidad, discos con música o dvd's con la vida de santos; y por supuesto muchas biblias. Todo es material donado por los diferentes grupos cristianos que acompañan a los internos.

“Para nosotros -comenta Diego- estos son espacios de esperanza, en los que vivimos la presencia de Dios y podemos compartir la vida”.

“Estuve preso y me viniste a visitar”

Para el sacerdote jesuita Ignacio Rey Nores el trabajo en la pastoral penitenciaria ”es una gracia y un deseo que tenía en el corazón, desde los tiempos del noviciado”. Había vivido una experiencia, en la ciudad de Salta, en el segundo año de su noviciado, mínima en el tiempo. Después, a lo largo del tiempo de formación y de ministerio sacerdotal nunca tuvo la posibilidad de participar

Pero desde el año pasado, acompañando a los novicios jesuitas que viven en la Parroquia San Ignacio, comenzó a visitar distintos centro carcelarios. Primero la Cárcel de Mujeres en Colón, después Punta de Rieles nueva y, actualmente, la Unidad N° 6.

Estas visitas para el P. Rey Nores “son espacios para compartir la fe, introducir la Palabra de Dios para que ilumine la situación vital de estos hermanos privados de libertad. También para enriquecernos juntos con nuestra fe y nuestras propias búsquedas. Una gracia regalada mucho tiempo después de haberla pedido y rezado”.

Manifiesta estar agradecido “por ser parte de una pastoral que viene funcionando hace tiempo, que tiene una diversidad de misiones en otras unidades carcelarias y de la cual nosotros somos una partecita”. Y agrega: “es hacernos presente en lo que el Papa Francisco llama las periferias existenciales”.

Pertenecer a esta pastoral, para el sacerdote, es formar parte de una Iglesia con variedad de carismas y de pertenencias, “pero con el mismo foco de encontrarnos con Cristo en el rostro del hermano privado de libertad”. Es, en definitiva, concretar las palabras del Evangelio: “Estuve preso y me viniste a visitar”.

Testimonios

Un grupo de novicios jesuitas estuvo acompañando al equipo de Pastoral Penitenciaria hasta el mes de noviembre. Ellos mismos nos cuenta su experiencia en este trabajo pastoral.

Nahuel Gauna: La experiencia en la pastoral carcelaria fue una oportunidad para conmoverme de cómo Dios los acompaña, los conforta. Me surge un sentimiento de alabar al Padre por revelarse a los más pequeños y sencillos. 

Guillermo Jauregui: Para mí la pastoral penitenciaria ha sido un lugar de encuentro privilegiado con los hermanos privados de libertad, que me ha ayudado a convertir mi sensibilidad con respecto a la compleja situación del delito y la cárcel. Siento que es un gran regalo poder escucharles, ayudar a que se generen espacios en los que ellos puedan sentirse valiosos y entenderse en dinámicas diferentes a las que suelen vivir día a día. Encuentro un signo de la presencia de Dios inmerso en esa realidad.

Carlos Núñez: La pastoral carcelaria fue para mí una experiencia de encuentro con personas frágiles como yo, pero necesitados de reconciliación, también como yo. Ha sido de mucho consuelo el encuentro desinteresado y espontáneo con ellos. 

Felipe Vicuña: La pastoral penitenciaria ha sido una oportunidad hermosa para descubrir cómo las semillas del Reino están repartidas por todos lados. Conmueve ver como Dios va obrando en la vida de tantas personas privadas de libertad invitándoles a un nuevo proyecto de vida. Para mí es un tesoro espiritual, es el espacio para escuchar, para acompañar con la presencia, para dejar atrás la lógica del hacer por la del simplemente estar y así caminar juntos como hermanos en nuestra vida de fe. 

Commentario(1)

  1. Mototruco says

    VIVA JESUCRISTO!!!!!!

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