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“La ciencia y la religión nos llaman a buscar la verdad y caminar hacia ella”

Entrevista con el Dr. Juan Pablo Tosar, científico uruguayo que fue destacado por la prestigiosa revista Nature por una investigación sobre ARN extracelular que se está desarrollando entre el Instituto Pasteur y la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República
Tosar se formó en Uruguay y tuvo instancias en EEUU. F. GUTIÉRREZ

Publicado en el Quincenario Entre Todos, n° 476

Juan Pablo Tosar es investigador de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República y del Instituto Pasteur de Montevideo, donde trabaja sobre el ARN extracelular. Semanas atrás, la prestigiosa revista científica Nature lo entrevistó acerca de sus investigaciones sobre esta temática. “Los descubrimientos más recientes sí que están en permanente construcción, y no es descabellado pensar que, si avanza nuestra investigación, va a haber ciertos conceptos que van a tener que cambiar un poco”, comenta Juan Pablo en la siguiente entrevista, en la que habla de ciencia y religión, de su postura como científico y de sus nuevas investigaciones desde Uruguay al mundo.

¿Cómo fue recibir la noticia de que la revista Nature lo entrevistaría por el trabajo que están realizando con el equipo de científicos uruguayos?

La revista Nature me entrevistó a raíz del trabajo de investigación de nuestro grupo, pero nosotros no publicamos un trabajo de investigación en dicha revista. De hecho, el trabajo en cuestión no se encuentra ni siquiera publicado formalmente al día de hoy, sino que está en revisión en una revista científica diferente. Normalmente esperaría a que el trabajo estuviera formalmente publicado para salir a hablar del mismo fuera del ámbito académico, pues es costumbre que todo trabajo científico tenga que ser antes revisado por un par de expertos anónimos, que sean capaces de detectar y señalar cualquier problema metodológico o errores de interpretación que pudieran existir. Sin embargo, la entrevista en Nature dotó a nuestro trabajo de cierto estado público, lo que nos obliga a adelantar un poco el proceso de comunicarlo.

¿De qué se trata dicha investigación?

En sí, lo que hicimos fue un estudio de todos los ARNs extracelulares que libera una célula cuando evitamos que los mismos se degraden. Con un truquito experimental, logramos ver que la célula libera muchos más ARNs de lo que suponíamos. Y entre ellos, describimos la presencia de ribosomas en el medio extracelular. Los ribosomas son un ensamblado de proteínas y ARN, y son muy importantes pues funcionan como la fábrica de proteínas dentro de la célula. Encontrar ribosomas fuera de la célula era algo inesperado ¿Qué hacen allí? Todavía no lo entendemos del todo.

La entrevista en Nature especula sobre la posibilidad de fabricación de proteínas afuera de la célula, pero es una hipótesis muy atrevida y aún no tenemos evidencia directa que la sostenga. Lo que sí tenemos es mucha impaciencia por explorarlo (risas). Lo más lindo de esta entrevista fue que la periodista consultó a expertos internacionales sobre los alcances de nuestro trabajo, y constatar que el mismo es juzgado con bastante respeto es algo que reconforta. Pero recién cuando mucha gente comience a seguir nuestra misma metodo ogía, observe lo mismo y arribe a similares conclusiones, podrá decirse que nuestros hallazgos son "reproducibles". Y eso es lo más lindo que se le puede decir a un científico.

Obtuvo el Premio Morosoli de Ciencia y Tecnología.

¿Se podrían cambiar algunos paradigmas de la biología contemporánea si logran nuevos avances?

Conforme vamos entendiendo más y mejor cómo las cosas funcionan, los paradigmas cambian también. En la ciencia, el cambio es parte de lo cotidiano. Pero no quiero dar la falsa impresión de que todos los postulados sobre los que nos basamos son débiles. En general los conceptos tienden a irse asentando con el paso del tiempo, a medida que más y más investigadores en distintas partes del mundo van obteniendo evidencia concordante con dichos postulados.

Los descubrimientos más recientes sí que están en permanente construcción, y no es descabellado pensar que si avanza nuestra investigación, va a haber ciertos conceptos que van a tener que cambiar un poco. Pero eso vale para nosotros y para cualquier equipo de trabajo que se ponga a investigar cosas que están en la frontera del conocimiento humano.

En ciencias experimentales no demostramos que "las cosas son así", sino que asumimos que las cosas son de una determinada manera "hasta que se demuestre lo contrario". Pero no hay que pensar a raíz de eso que el conocimiento científico es falaz (lo es; pero solo en la teoría), porque eso puede dar pie a la pseudo-ciencia, que es uno de los grandes problemas que tenemos hoy en día. La ciencia está en permanente construcción y recambio, pero hay teorías científicas con montañas de evidencias a su favor. Y eso exige, al menos, respeto.

A partir de la pandemia por Coronavirus, ¿Uruguay está valorando más a sus científicos? Sin duda, hay una valoración mayor por los científicos en Uruguay. Creo que estamos mucho más atentos, como país, a qué cosas están pasando en nuestros laboratorios de investigación. Cuando uno comparte sus alegrías, siente el cariño de la gente que también se alegra con ellas. Y eso es fundamental si queremos ser un país basado en el conocimiento.

¿Y por qué ahora se valora más a los científicos uruguayos?

Porque hemos visto que desde la ciencia hay capacidad de respuesta para nuestros problemas inmediatos. Bien... ahora el siguiente paso es confiar que la ciencia también es importante cuando no se pregunta sobre los problemas de hoy, sino cuando hurga en lo desconocido para poder resolver los problemas del mañana. La mayoría de los descubrimientos que forman parte de nuestra vida cotidiana fueron descubiertos sin tener idea para qué se iban a terminar utili zando. La curiosidad es el motor del progreso científico.

Creo que ese es el siguiente desafío: que aprendamos a valorar no solo a la ciencia que nos ofrece soluciones a corto plazo, sino también a la ciencia cuando se adentra en terrenos desconocidos. Y valorarla quiere decir también financiarla, por supuesto.

La inversión que nuestro país hace en ciencia y tecnología es muy baja, alrededor del 0,4% de nuestro PBI... Israel invierte más de un 4%, Finlandia casi un 3%, Nueva Zelanda arriba del 1%... ¿Queremos conformarnos con que cada tanto un científico uruguayo sea entrevistado en Nature, o queremos tener un país cuya identidad esté puesta en el conocimiento como motor del desarrollo productivo y humano, que genere valor agregado mediante la incorporación de tecnología de vanguardia, y que exporte conocimiento en lugar de exportar científicos, que es lo que está pasando hoy en día? Porque aquí tenemos enormes capacidades, un sistema de formación científica que es realmente excelente, construido con tenacidad a lo largo de los años.

Pero, los científicos que formamos muchas veces no encuentran dónde aplicar aquello para lo que se formaron, y emigran. Yo soy un privilegiado porque he podido insertarme laboralmente en nuestro pequeño sistema académico, pero necesitamos que haya demanda de científicos no solo en el sector académico sino también en el sector productivo, incluyendo empresas públicas y privadas. Se necesita una mayor inversión del Estado, sin dudas, pero también se necesita un cambio de mentalidad a nivel de la población. Y particularmente a nivel de los empresarios. Creo que eso se está empezando a dar. Veremos...

Respecto a ciencia y religión, ¿cuál es la relación que encuentras entre ellas? ¿Son dos visiones opuestas o pueden complementarse?

Depende de qué entendamos por religión. Si tomamos una religión que pretende ver sus libros sagrados —escritos hace miles de años— como si fueran libros de texto sobre biología o astronomía moderna, entonces sí: habría un conflicto.

Pero no es el caso de la religión católica. El catolicismo, al menos el que he conocido en carne propia, es muy respetuoso del conocimiento científico. Por un lado, entendiendo que el método científico es una herramienta idónea para penetrar en los misterios del universo y, ¿por qué no?, descubrir su belleza admirable que nos hace sentir insignificantes frente a la inmensidad, pero al mismo tiempo poderosos, en el sentido en que tenemos la capacidad de ir desentrañando la lógica de la naturaleza. Y también de alterarla; para bien o para mal.

Por otro lado, la religión, al menos la religión cristiana, aborda la dimensión espiritual del ser humano y su relación filial con Dios. También allí hay una dualidad entre pequeñez y grandeza. Pequeñez frente a la majestad divina, y grandeza porque ese Dios todopoderoso nos ama más de lo que cualquier padre o madre en la tierra ama a sus hijos, al punto de entregar su vida por cada uno de nosotros.

Visto de este modo, tanto la ciencia como la religión nos ayudan a tomar consciencia de nuestra insignificancia, pero al mismo tiempo a valorarnos a nosotros mismos a partir, precisamente, de esa conciencia de pequeñez. Y a mirar más allá de nuestro ombligo. Tanto ciencia como religión son comunidad, nos hacen entender que nada bueno podemos hacer sin los otros. Nos ayudan, o al menos deberían ayudarnos, a ser más humildes y agradecidos. Pero sobre todo hay complementariedad en el sentido de que tanto ciencia como religión nos llaman a la búsqueda de la verdad. ¿Y qué es la verdad? Creo que en esa pregunta se resume toda nuestra humanidad. Vivimos para buscarle una respuesta, y la ciencia es sin dudas una herramienta válida y efectiva para abordarla.

La religión cristiana nos dice que la verdad es una persona, Dios mismo, pero que también es camino, y que en ese camino está la vida. La ciencia y la religión nos llaman, por tanto, a no quedarnos quietos, a buscar la verdad y caminar hacia ella.

Con lo anterior no quiero dar a entender que ser religioso sea un atributo positivo o negativo de cara a hacer ciencia. La ciencia tiene sus propios métodos, sus propias reglas, y cualquier persona —religiosa, agnóstica o atea— puede ser un buen científico o una buena científica. De hecho, diría que la religión es irrelevante de cara al quehacer científico, en el sentido de que los campos de estudio de las ciencias experimentales y de la religión no se solapan. La ciencia nunca va a demostrar ni la existencia ni la no existencia de Dios.

La religión puede ser un beneficio para hacer ciencia si nos hace entender que la búsqueda de la verdad es una tarea sagrada. Pero, también puede ser un obstáculo... si no nos permite entregarnos a la tarea de investigar con el pensamiento bien abierto. Si nos obliga a apegarnos demasiado a nuestras seguridades; si ahoga nuestra capacidad de hacernos preguntas. Hacerse preguntas es muy importante. La duda, para la ciencia, no es una actitud estéril sino la esencia de una búsqueda incesante.

Commentario(1)

  1. María Luisa Cuadrado says

    Me encantó las declaraciones y me sentí reconfortada y alegre al ver los buenos argumentos!!!!!Gracias a Dios de que científicos jóvenes y tan preparados piensen así !!!!!!

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