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Hna. Chiara Cazzuola: “No hay necesidad de que asumamos el sacerdocio para ser alguien en la Iglesia”

La actual superiora general de las salesianas visitó Uruguay por primera vez.
La Hna. Chiara Cazzuola en la capilla de la casa inspectorial. Fuente: Romina Fernández

Su voz es suave y su sonrisa se mantiene intacta. Se la ve una mujer tranquila, parece que el cargo que tiene lo lleva con calma. La Hna. Chiara Cazzuola (68) fue elegida Madre General del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora el 5 de octubre de 2021 y se convirtió en la décima sucesora de santa María Mazzarello (1837-1881), quien fundó la congregación en 1872 junto con san Juan Bosco (1815-1888). 

La religiosa arribó a Uruguay el pasado 21 de octubre y permaneció hasta el 6 de noviembre, cuando partió hacia Roma. La mayor parte del tiempo estuvo en la primera casa de las Hijas de María Auxiliadora en América, ubicada en Villa Colón, donde llegaron las primeras salesianas al continente en 1877. 

Durante su estadía en Uruguay, la Hna. Cazzuola participó de los Ejercicios Espirituales de las Conferencias interinspectoriales de América. Después, visitó varias obras que llevan adelante los Salesianos de Don Bosco y las Hijas de María Auxiliadora: colegio Pío, Madre Magdalena Promis (Las Piedras), parroquia San Pedro (Rivera) y los centros educativos salesianos ubicados en Juan Lacaze (Colonia), Paso de los Toros (Tacuarembó) y Rivera. 

A su vez, se reunió con dos obispos uruguayos. El primer encuentro fue con Mons. Pedro Wolcan, pastor de la Diócesis de Tacuarembó. El segundo fue el 1.° de noviembre con el Card. Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo, quien presidió una misa en la Casa Inspectorial en Villa Colón, en la que participaron varios miembros de la familia salesiana en Uruguay. 

 

 
 
 
 
 
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Además, la superiora general aprovechó su visita para conversar con varias hermanas salesianas y conocer sus planteos e inquietudes. “Mi tarea principal fue escuchar para entrar en diálogo con cada una”, dijo. 

Aunque no domina del todo el idioma español, sí lo comprende. En el marco de su visita a Uruguay, la Hna. Cazzuola hizo una pausa a sus actividades para conversar con Entre Todos. A continuación, un resumen de la entrevista.    

¿Cómo está viviendo estos días en Uruguay?

Para mí es una hermosa experiencia de conocimiento directo de los orígenes del instituto, porque aquí llegaron las primeras misioneras desde Italia. Estoy maravillada de lo que el Señor ha hecho en nuestro instituto a través de mujeres muy simples, por tanto no muy instruidas, pero con mucho coraje y que han vivido cosas extraordinarias con una simplicidad increíble. Además, con dinamismo y sentido del humor, aun cuando faltaba la comida o vivían sufrimientos de este tipo. 

Al mismo tiempo, para mí ha sido una buena ocasión para encontrarme con todas las superioras provinciales de América. Fue un encuentro muy importante.

 

 
 
 
 
 
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¿Tenía alguna idea de cómo era la realidad de la congregación en Uruguay? 

Veo que hay mucha vitalidad, todavía muchas ganas de hacer el bien. Las monjas se mueven de forma muy dinámica. Es cierto que tienen un gran sentido de pertenencia al instituto, al Señor, tienen una idea clara y la meta de nuestra vida. Noto algunas dificultades en el continente europeo, que también noto en el continente americano, no en todos los ámbitos por igual, por lo que se está viviendo la vida consagrada en este tipo de sociedades, en este momento. Entonces siempre digo que quien nació primero, envejece primero; no es que aquí hayamos envejecido pero ciertamente sentimos los efectos del tiempo.

¿Qué fortalezas y qué debilidades le encontró a la congregación en Uruguay?

Las fortalezas son la fidelidad, el avanzar con valentía, el no desanimarse en este camino de esperanza. Las debilidades: el número, la edad, la salud y los pocos votos que hay. Desde el punto de vista carismático capto la gran vitalidad, más allá del número. Solo tengo algunos aportes que hacer porque no tengo un conocimiento profundo de la inspectoría, pero por lo que he visto —y también recibí del contacto de las hermanas mayores— que las hermanas tienen una gran fortaleza. Hay una gran pasión carismática y la conciencia de ser verdaderamente la tierra donde el carisma comenzó por primera vez en América.

Usted es docente, ¿cuál es el aporte que le hace la congregación a la educación a nivel mundial?

Pienso en este trabajo sistemático, de la educación a través de la cultura y la formación porque para nosotros todo es importante, incluso el tiempo libre. La predicación bien hecha en los centros juveniles son momentos que continúan formando a los jóvenes, sobre todo en la escuela y en la formación profesional. Se les da a los jóvenes una habilidad que ayuda a posicionarse en la vida con un perfil específico, que no es solo un perfil profesional, sino también una forma de interpretar la vida. Y esto lo he verificado alrededor del mundo, en todas las casas que he visitado.

 

 
 
 
 
 
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¿Cómo ve el rol de la mujer en la Iglesia de hoy?

Mirando un poco lo que pasó en el sínodo y con experiencia de la ex madre general, Yvonne (Reungoat), que fue invitada por el papa Francisco como experta en vida religiosa. Vi que trabajaban usando unas mesas redondas y las mujeres se sentaban al lado de los hombres, tanto los cardenales, como los obispos, sacerdotes y laicos —quizás por primera vez en la historia de la Iglesia— y esto es un símbolo. 

Después, está la discusión sobre el sacerdocio. En mi opinión no hay necesidad de que asumamos el sacerdocio para ser alguien en la Iglesia, si realmente vivimos nuestra vocación materna, nuestra vocación de educadoras, de mujeres generadoras de vida. Este es un rol ya bien definido que significa hacer la Iglesia más madre, más cercana en medio de las personas. Creo que ha crecido en la Iglesia un espíritu de escucha, y ha crecido precisamente por parte de los propios cardenales y obispos, y también el reconocimiento del papel de la mujer en la Iglesia, en la vida civil, social, y familiar. Las mujeres están ahí y llevan adelante un aporte concreto, dentro de la propia Santa Sede. Nuestra congregación de hecho tiene hermanas allí.

Algunas de nuestras monjas también ayudan temporalmente en las comisiones de consulta, pero también pienso en algunas de nuestras hermanas, que sé que fueron invitadas por los obispos y que asumieron, por ejemplo, la responsabilidad de coordinar la pastoral juvenil o pastoral social en algunas diócesis en Italia, algo que nunca había pasado. Ejemplos como estos se han replicado en otros continentes. 

Un desafío actual en la congregación es la falta de vocaciones. 

Es un desafío muy fuerte. Ciertamente que la situación de la sociedad y de la cultura ha cambiado enormemente. Siento que no es reconocido el rol de la mujer consagrada, muchas veces hasta internamente. Sí hay un reconocimiento de la gente, de las personas con las que convivimos, las que conocen el carisma, de las jóvenes que residen en nuestras casas. Para nosotros esto se trata del futuro del carisma,  Es verdad que en otras zonas, por ejemplo, en Asia, está floreciendo el carisma de una manera increíble.  

Para nosotros se trata del futuro del carisma. Es cierto que el instituto en otras zonas, como en Asia, está floreciendo de manera increíble, sobre todo entre los más jóvenes; pienso en India, en Vietnam y en algunas zonas de África. Pero esto no nos autoriza a creer que esto pasa en todos los lugares, por ejemplo en Europa y en otros lugares, donde la sociedad está envejeciendo, no solo en lo físico, sino en las ideas y en la esperanza. 

Mencionó una palabra puntual: esperanza. ¿Cómo ve el futuro de la congregación a nivel internacional?

Hablo de esperanza o de una gran esperanza. En mi opinión existe la posibilidad de que podamos, seguramente ya no con los mismos números, ni con las mismas vocaciones, seguir viviendo el carisma que el Señor nos inspira a través de los jóvenes, con las mismas esperanzas.

Por: Fabián Caffa

Redacción Entre Todos

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