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¿Hay algo por lo que realmente valga la pena dar la vida?

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Mártires de la Eucaristía, ayer y hoy

El pasado 27 de marzo un grupo de cristianos que celebraba la Pascua en un parque en Lahore, Pakistán, fue agredido por terroristas. Un suicida se detonó en medio de la gente y murieron 72 personas, en el que fue el atentado más sangriento de los primeros tres meses del año en ese país. Los muertos estaban reunidos en torno a la Eucaristía y dieron la vida por ella.

No son pocos los mártires de hoy en día. De hecho, el Papa Francisco se ha referido más de una vez a esta realidad, que es más frecuente en países de Medio Oriente, donde los cristianos son minoría y avanza el terrorismo islamista.

“Hoy en día hay más mártires en la Iglesia que en los primeros siglos”, aseveró Francisco en una Misa en junio de 2014. “Los mártires de hoy no son noticia, pero dan su sangre por los demás”, comentó luego hace pocas semanas, a propósito del asesinato de cuatro monjas en Yemen.

Según la ONG Puertas Abiertas, en 2015 hubo más de 7.000 cristianos asesinados en todo el mundo por razón de su fe, 3.000 más que el año anterior. Y la cifra no incluye a Corea del Norte, Siria e Irak, países donde no existe información precisa y donde se intuye que la realidad es contundente. En el mismo año se atacaron o dañaron 2.300 iglesias, el doble que en 2014.

“En Medio Oriente están despareciendo los cristianos. Se trata de iglesias fundadas por los apóstoles. Los cristianos estaban presentes en esos países desde los primeros siglos de nuestra era. Hoy muchos son perseguidos a causa de la fe. En varios países rigen leyes discriminatorias o se coarta la libertad de profesar la fe”, recordaba el arzobispo de Montevideo, el cardenal Daniel Sturla, a comienzos de abril en una Misa celebrada por los cristianos perseguidos.

El primero que murió por el pan divino

San Tarcisio es el patrono de los monaguillos, ministros de la Eucaristía y de los que hacen su Primera Comunión.

San Tarcisio es el patrono de los monaguillos, ministros de la Eucaristía y de los que hacen su Primera Comunión.

Hay muchos mártires en la Iglesia, pero la proximidad de la fiesta de Corpus Christi invita a mirar a aquellos que tuvieron especial devoción a la Eucaristía. El primero que fue asesinado por custodiar a Jesús en el pan fue san Tarcisio.

Tarcisio era un adolescente que ayudaba a la celebración en una de las iglesias domésticas de los primeros siglos de la cristiandad. En plena persecución contra los creyentes, el emperador romano Valeriano había promulgado un edicto que condenaba con pena de muerte a quienes hicieran cualquier tipo de culto cristiano.

Los cristianos coincidían los domingos en casas de familia para la fracción del pan; según el relato de san Justino, que en el año 165 describió a esas primeras reuniones de hermanos en la fe. “Después se distribuye a cada uno los alimentos consagrados y se envían a los ausentes", especificó san Justino.

Llevar el pan “eucaristizado”, como lo denominó este autor, era peligroso después del edicto de Valeriano. Solían elegir para esto a niños o adolescentes porque eran menos sospechosos y podían circular con mayores libertades.

Después de una celebración el 15 de agosto del 257, Tarcisio salió temprano con el pan para llevárselo a los enfermos de la comunidad. En el camino, unos soldados vieron que escondía algo en su túnica, a la altura del pecho, y le dijeron que se los entregara. El joven se negó y los soldados lo golpearon hasta matarlo. Al final los hombres se sorprendieron de que hubiera defendido con su vida algo que apenas parecía un pedazo de pan.

La diferencia es que para los cristianos no había allí solo harina y agua, sino que estaba lo que el mismo Jesús había prometido: “Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre”, “el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día”.

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