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Federico Reyes, director ejecutivo de Fundación Sophia: "Es una obra de Dios"

Tras casi una década de trabajo en la red de colegios católicos, el educador deja el cargo para asumir una nueva responsabilidad en la congregación salesiana.
En estos días, Reyes se despide de la Fundación Sophia para asumir un nuevo cargo en la congregación salesiana. Fuente: Juan Andrés Nopitsch

Federico Reyes (47) llega diez minutos tarde a la entrevista y dice que viene de una entrega de becas a un grupo de niños y adolescentes para que puedan estudiar en alguna de las instituciones que integran la Fundación Sophia. 

Se lo ve agitado. Posa delante de una biblioteca y sonríe a la cámara. Su agenda está apretada. Para Reyes, este diciembre es un mes de despedida y transición. Después de estar al frente de la Fundación Sophia como director ejecutivo durante nueve años, decidió dar un paso al costado para asumir como administrador laico de los salesianos en Uruguay, un nuevo puesto dentro de la congregación, que acompañará al ecónomo religioso. 

“Este discernimiento fue en familia”, dice Reyes, quien está casado con Virginia Larrosa —trabajadora social y misionera en Angola desde agosto— y es padre de Juan Pedro (9) y Vicente (7). Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Entre Todos

En su cuenta de X —antes Twitter— se define simplemente como educador. ¿Cuándo surgió su vocación por la educación?

Soñé toda la vida con vivir en el campo, ser agrónomo o veterinario. Hice la primaria en Libertad (San José) y la secundaria en Maturana, donde empecé a acercarme a Don Bosco y la vida salesiana. A los trece años participé de una misión en Libertad y me invitaron a sumarme al oratorio. En simultáneo, integraba el Grupo Scout. Se dieron una serie de circunstancias que me llevaron a ser el encargado de los scouts de Libertad y del oratorio. Ahí fue donde descubrí la vocación por la educación. 

Hice hasta cuarto de liceo en Maturana y después pasé al Juan XXIII. Cuando terminé quinto decidí entrar a la congregación salesiana para hacer el aspirantado y empecé el proceso formativo. Fui salesiano y viví durante diecisiete —hermosos— años en la congregación, hasta 2011. 

¿Cómo surgió la idea de la Fundación Sophia y cómo fue llevarla a la realidad?

El cardenal Daniel Sturla, desde que era salesiano, tenía la inquietud por la educación católica y sobre todo por los colegios que estaban en situación de fragilidad y debilidad. Eso me consta de muchísimos diálogos que tuvimos porque ambos compartíamos esa preocupación. 

Entre 2009 y 2010 hice el MBA (Máster en Administración de Empresas). Mi tesis trataba sobre una solución similar a la Fundación Sophia, en formato empresarial, pero que tenía la finalidad de fortalecer las instituciones de educación católica. 

Cuando a Daniel lo ordenaron obispo auxiliar de Montevideo, en 2012, empezó a trabajar fuertemente en la Vicaría de la Educación. Y cuando lo nombraron arzobispo, en 2014, una de las primeras decisiones que tomó fue tener en cuenta a los colegios católicos para que no cerraran. 

A finales de 2012 se había cerrado abruptamente el colegio San José de la Misericordia, que era atendido por las religiosas de la Congregación de Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia, que fue vendido a la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). Fue un cierre muy trágico por lo que significaba la institución y un golpe fuerte para la educación católica. Esa fue la gota que derramó el vaso. 

Una de las primeras cosas que hizo Daniel fue hablar con el padre Julio Fernández Techera, jesuita, que tiene muchísima experiencia en la educación. Julio siempre hace este cuento. El cardenal le dio una hoja con todos los colegios que funcionaban en edificios de la arquidiócesis y el P. Julio empezó a recorrer cada una de las instituciones. Después se conformaron dos comisiones y el 1.° de setiembre de 2014 se realizó la primera reunión. 

Dado que yo era docente de la Universidad Católica y el P. Julio era mi jefe, me pidió que hiciera un estudio económico, financiero y administrativo de una institución que estaba en una situación frágil, y de paso me dijo: "El cardenal quiere hacer algo con los colegios católicos, ¿a vos te gustaría participar?". Y yo respondí: "Sí, me encantaría". Sentía que este proyecto era lo mío y era lo que quería hacer. Gracias a Dios se fueron dando las cosas y el 1.° de noviembre de 2014 empecé a trabajar en la Fundación Sophia. 

¿Cómo se gestiona y coordina el trabajo con los centros educativos de Montevideo y el interior?

Cuando era obispo auxiliar de Montevideo, Daniel hizo la propuesta a todos los obispos. Pero no estaban todos convencidos. La fragilidad y la soledad de los colegios del interior era evidente. Cuando hicimos la presentación del proyecto fuera de Montevideo, en la Semana Santa de 2016, delegaciones de varios colegios del interior se acercaron a pedirnos ayuda. 

Entre 2016 y 2017 hubo un salto numérico. En el primer año había cuatro instituciones, en el segundo, ocho. Y en el tercero, diecisiete. Fue un golpe en la estructura de la fundación, que era muy pequeña en ese momento. Pero era claro lo que teníamos que hacer. Ese paso temerario fue lo que hizo posible la salvación de veinticinco instituciones. Hoy treinta y seis centros integran la fundación. 

Más adelante surgió la Fundación Sophia Virgen de los Treinta y Tres, que contiene formal y jurídicamente a los colegios del interior. El proyecto es el mismo, con la misma dirección y administración. Trabajamos con unidad de acción y tenemos dos equipos educativos-pastorales. 

Hay una buena integración entre todos los centros. El Elenco Sophia, las jornadas deportivas, la feria de ciencias, la jornada formativa anual para los docentes y el evento María Fest, que celebra las distintas advocaciones de la Virgen, son las experiencias macro. Pero también están las micro como lo son los campamentos que se realizan entre un colegio de Montevideo con otro del interior. Hay retiros y misiones en el interior, donde hay un colegio de la fundación. 

Reyes durante la entrevista en Radio Oriental. Fuente: Juan Andrés Nopitsch

¿Cuáles fueron los mayores logros que hasta ahora ha tenido la fundación?

Haber consolidado un proyecto educativo en todas sus dimensiones formales y económicas. Hoy la fundación es una realidad desde el punto de vista organizativo y económico sostenible. Somos una institución grande y fuerte para afuera, aunque para adentro reconocemos nuestras debilidades económicas. 

Desde el segundo año trabajamos con el Método Singapur. La verdad es que estamos contentos con los resultados. Incluso, podríamos tener mejores resultados. La pandemia nos retrasó un poco pero la mejora se mantiene y ha sido constante. Este método da la oportunidad de formar a los docentes con nuevas herramientas. 

En el área académica de primaria tenemos muy buenos resultados en lengua y matemática. Si lo comparamos con el promedio de la educación uruguaya, tanto privada como pública, estamos siempre un escalón por encima. El trabajo continuo en los distintos años de formación acumula la mejora y multiplica los resultados. Estamos logrando la calidad, pero no es suficiente. En inglés tenemos que profundizar. Con IH (International House) realizamos un trabajo muy bueno y algunos estudiantes han dado exámenes internacionales. 

¿Qué rol juega la coordinación de la pastoral?

Es un orgullo tener una propuesta pastoral definida y desarrollada, que es eficaz a la hora de evangelizar y formar cristianos. ¿Nos gustaría tener más frutos? Sí. Pero tenemos claro cuál es el camino en la vida de fe de los estudiantes, con el desarrollo de las tutorías y con la formación cristiana —en primaria— y sacramental —en secundaria—. Incluso hemos desarrollado nuestro propio material de formación en la fe. Por otro lado, tenemos una propuesta apostólica para ciclo básico, bachillerato y egresados que no solo es de voluntariado. La pastoral es tan importante porque constituye la base de la comunidad que queremos armar. 

"Es un orgullo tener una propuesta pastoral definida y desarrollada, que es eficaz a la hora de evangelizar y formar cristianos"

A nivel personal, ¿qué frutos se lleva tras desempeñar el cargo? 

Me llevo muchísimos frutos. Soy la misma persona, no cambié. Soy el mismo Federico Reyes pero mejorado en cuanto a lo profesional, como gestor de la educación y administrador. Humanamente, me siento una persona más madura, y espiritualmente siento que crecí muchísimo. Estar dispuesto a vivir y a ser testigo de la acción de Dios en la vida de la fundación durante estos años me hizo crecer. Estoy enormemente agradecido con Dios y con todas las personas con las que trabajé. Me siento contento y tranquilo de que la fundación queda en buenas manos porque hay un equipo muy potente y valioso. La Fundación Sophia es una obra de Dios y nosotros somos sus instrumentos. Somos testigos de su acción durante estos años. 

Por: Fabián Caffa

Redacción Entre Todos

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