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Entonces comprenderán que Yo Soy

Se acerca una nueva edición de la procesión de Corpus Christi. Compartimos con ustedes la segunda catequesis del P. Sebastián Pinazzo para preparar esta fiesta.
El pueblo de Dios durante la procesión de Corpus Christi. Fuente: R. Fernández

En la primera catequesis profundizamos en el significado de la expresión “Yo soy” a partir del pasaje de Éxodo 3,14, en el cual Dios revela su nombre a Moisés. En esta segunda catequesis queremos ver el uso que se hace de esta expresión en el Evangelio de San Juan.

Hay un pasaje del profeta Isaías en el que la expresión “Yo soy” aparece vinculada al Siervo de Yahvé, figura profética a partir de la cual Jesús interpretará su misión: “Ustedes son mis testigos, dice Yahvé, y mi siervo que Yo elegí, para que me conozcan y me crean, para que comprendan que Yo Soy. Antes de mí no fue formado dios alguno, ni existirá después de mí. Yo, Yo soy Yahvé, y fuera de mí no hay quien salve” (Is 43,10 s.).

En el capítulo 8 del Evangelio de San Juan, Jesús tiene una disputa con los judíos acerca de su identidad. En ese contexto Jesús les advierte: “Si no creen que Yo soy, morirán en sus pecados.” (8,24b) Jesús se presenta como el testigo, el siervo elegido para que la humanidad conozca al único Dios verdadero, fuera de quien no hay salvación. Algunos versículos más adelante Jesús, en línea con las profecías del Siervo Sufriente, anuncia que es en el misterio de la cruz donde debe ser reconocido: “Cuando levanten al Hijo del Hombre, entonces comprenderán que Yo soy” (8,28a).

La expresión “Yo soy” está utilizada en sentido absoluto, como Dios la usa en Ex 3,14. No se trata de creer o comprender que Jesús es esto o aquello, sino de creer que él es, es decir, se trata de afirmar su divinidad. Esto se vuelve evidente al final del capítulo cuando Jesús utiliza la expresión para afirmar su preexistencia: “De cierto, de cierto les digo: Antes que Abraham llegara a ser, Yo soy” (8,58b). La reacción de los judíos que tratan de lapidar a Jesús (cf. 8:59) por considerar esas palabras una blasfemia (cf. Lv 24,16), son una prueba clara de la pretensión que la afirmación “Yo soy” tenía en boca de Jesús. También en la última cena, tras anunciar la traición de Judas, Jesús dice a sus apóstoles: “Se los digo desde ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo soy” (13,19).

“Esta fe se profesa de rodillas, postrándose y adorando en espíritu y en verdad”

La fe ha de reconocer en la pascua de Jesús el cumplimiento definitivo de la obra de redención anunciada por Dios en la profecía de Isaías. De allí que la afirmación veterotestamentaria “Yo soy Yahvé, y fuera de mí no hay quien salve” (Is 43,11) es para los primeros cristianos una afirmación que se ha de predicar de Jesús: “En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual seamos salvados” (Hch 4,12).

Desde estos “Yo soy” absolutos en los que se afirma la divinidad de Jesús, se han de interpretar los siete “Yo soy” de Jesús en el Evangelio de Juan. A través del lenguaje metafórico estos “Yo soy” muestran en qué consiste la salvación que Jesús nos ofrece: Yo soy el pan de vida (6,35), la luz del mundo (8,12), la puerta (10,9), el buen pastor (10,11), la resurrección y la vida (11,25), el camino, la verdad y la vida (14,6), la vid verdadera (15,1).

Son imágenes que nos hablan de experiencias concretas de salvación: ser saciados, ser iluminados, ser liberados, ser cuidados, ser sanados, ser guiados, etc. Te invito a que en estos días de preparación a la fiesta de Corpus Christi puedas reflexionar sobre estos siete “Yo soy” de Jesús: ¿A qué experiencias salvíficas concretas de tu vida te remiten? ¿Cuándo Jesús ha sido y es para ti pan de vida, luz, puerta, buen pastor, resurrección, vid verdadera, camino, verdad y vida?

“En la eucaristía Jesús resucitado está verdaderamente presente con su cuerpo entregado y su sangre derramada, con toda su humanidad y su divinidad”

Estas experiencias son el punto de partida que nos conduce a la afirmación de la divinidad de Jesús. Esta fe se profesa de rodillas, postrándose y adorando en espíritu y en verdad. En la primera catequesis culminábamos proponiendo a Jesús como modelo y consumador de la verdadera adoración al Padre. En esta segunda catequesis Jesús se nos muestra como el destinatario de nuestra adoración.

En la eucaristía Jesús resucitado está verdaderamente presente con su cuerpo entregado y su sangre derramada, con toda su humanidad y su divinidad. Todo un Dios escondido, allí, para ti. Si hemos hecho experiencia de que él es nuestro salvador no podemos menos que postrarnos ante él para darle gracias, para bendecirlo y alabarlo, para vaciar ante él nuestro corazón y, como el apóstol Tomás, reconocerlo como nuestro único Dios y Señor (cf. Jn 20,28).

Primera catequesis del P. Sebastián Pinazzo: disponible aquí

Tercera catequesis del P. Sebastián Pinazzo: disponible aquí

Comentarios(2)

  1. Adriana Chiesa says

    Es Adonay el Señor,el Señor de la Alianza,que proviene gratuitamente de El.Somos el Pueblo bajo la Alianza,y ls Alianza supone el Camino que es la Ley de Dios,plasmada en Cristo.

  2. María Rosario Pacheco says

    Así sea, testigo soy🙏👍

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