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El deporte y la persona

Se presentó el documento “Dar lo mejor de uno mismo” sobre la perspectiva cristiana del deporte y la persona humana
Ciclismo/ Alexander G. - Flickr

El viernes 1° de junio se presentó, en la oficina de Prensa de la Santa Sede, el documento “Dar lo mejor de uno mismo” sobre la perspectiva cristiana del deporte y la persona humana. A cargo del Dicasterio para los laicos, la familia y la vida, el documento tiene 5 capítulos y viene precedido de un mensaje enviado por el Papa Francisco al Prefecto del Dicasterio, el Cardenal Kevin Farrell.

Hacia un objetivo común

En el mensaje enviado por el Sumo Pontífice, que hace de prólogo del documento, se destaca al deporte como “instrumento de encuentro, de formación, de misión y santificación”. Francisco habla del deporte como lugar de encuentro “donde personas de todo nivel y condición social se unen para lograr un objetivo común”.

En cuanto al espacio de formación, el Papa opina que los deportistas de todo nivel y edad deben ser un ejemplo, sobre todo para las generaciones más jóvenes, de virtudes como la generosidad, la humildad, el sacrificio, la constancia y la alegría.

También insistió el Obispo de Roma sobre el deporte como medio de misión y santificación. Entiende que el deporte “nos ofrece la oportunidad de participar en momentos bellos, o de presenciarlos. En este sentido, el deporte tiene el potencial de recordarnos que la belleza es una de las muchas maneras de encontrar a Dios”.

El deporte y los valores

En el primer capítulo del documento se recuerda que el Papa Juan Pablo II designó el deporte como un “fenómeno típico de la Era Moderna (...) 'un signo de los tiempos que corren' capaz de interpretar las nuevas necesidades y expectativas de la humanidad”. Pero también subraya que el sistema deportivo no puede generar los recursos necesarios por sus propios medios, y esto lo hace estar disponible de forma fácil y rápida “para servir a intereses ideológicos, políticos o económicos de otros, ya que de lo contrario no sería capaz de generar los recursos que necesita para sobrevivir”.

Se muestra, además, la relación entre el esfuerzo físico que realizan los deportistas, las cualidades morales que deben acompañar el esfuerzo y como las reglas no limitan la creatividad humana, al contrario, la revitalizan. Acudiendo nuevamente a San Juan Pablo II, se recuerda que los atletas tienen la misión de ser “educadores también, ya que el deporte puede inculcar de manera altamente efectiva valores como la lealtad, la amistad y el espíritu de equipo”.

Una actividad que une a las personas

El documento, en el segundo capítulo, hace foco en el fenómeno deportivo en la sociedad contemporánea. El deporte muchas veces se transforma en un fenómeno universal compatible con casi todas las culturas. Esto lo convierte en un medio potente para unir personas y sociedades muy dispares o desconocidas mutuamente.

En el tercer capítulo se profundiza el tema del significado del deporte para la persona. Se parte de consideraciones sobre temas ya conocidos en el debate católico sobre el deporte (cuerpo-alma-espíritu). Allí se abordan algunas cualidades inherentes al deporte, que a su vez lo unen con la vivencia cristiana: el espíritu de sacrificio, el sentido de la responsabilidad, el respeto de las reglas, la capacidad de trabajar en equipo, la alegría, el valor, la solidaridad, la armonía.

Desafíos y oportunidades

Ya en el cuarto capítulo se visualizan los retos que tiene el deporte como promotor de un desarrollo integral de la persona. Se expone el hecho de la búsqueda desenfrenada de un beneficio económico, o los intereses ideológicos y políticos, llevan a una búsqueda desesperada del triunfo. En este marco hay 4 desafíos claros que el deporte debe afrontar: la degradación del cuerpo, el dopaje, la corrupción y la violencia de los hinchas y espectadores.

El quinto y último capítulo está dedicado al papel de la Iglesia como protagonista en este camino de humanización a través del deporte. En casa, en la familia, en la escuela, en el gimnasio, en la parroquia: son tantos los lugares donde se manifiesta una pastoral del deporte que quiere desarrollar en cada sujeto, practicante o espectador, ese bagaje de buenas cualidades y virtudes que caracterizan a un buen deportista, a un buen ciudadano y a un buen cristiano.

Puede leer el documento completo aquí

En base a Vaticannews y elaboración propia

 

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