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De Paysandú a Notre Dame

Mario d’Amico Holzmann es es el uruguayo encargado del desmontaje, almacenamiento y restauración del órgano de la Catedral de Notre Dame
Su pasión por el órgano comenzó en la Basílica Ntra. Sra. del Rosario, Paysandú.

Mario d’Amico Holzmann es un organista especializado en armonización que nació en la ciudad de Paysandú a finales de los 70´ y con solo 19 años se fue a vivir a Europa, donde comenzó a trabajar para “grandes maestros" a los que guarda un profundo agradecimiento por las oportunidades que le han dado.  

En la actualidad, está empeñado en el desmontaje y almacenamiento del órgano de la Catedral de Notre Dame, tras el incendio que sufrió el templo parisino en la tarde del 15 de abril de 2019. Luego, trabajará en la etapa de restauración del instrumento musical. “Este trabajo no es una tarea menor, ya que si no se realiza de forma impecable podría perderse el trabajo artístico realizado por los armonizadores en los más de 8.000 tubos”, explica el experto. En la siguiente entrevista con ENTRE TODOS, Mario d’Amico Holzmann cuenta su testimonio de vida y cómo vivió el hecho de ser organista en muchas catedrales del mundo en las que ha tenido la oportunidad de trabajar.  

¿Cómo recuerda su infancia en Paysandú y el órgano de la catedral de esa ciudad, que lo ha nombrado en varias notas que ha dado?  

Paysandú fue un lugar fantástico donde crecer y todavía tengo fuertes lazos con mi querida ciudad. Nuestra casa familiar está frente a la basílica y, como el párroco no me daba permiso para ir a estudiar al órgano, tenía que escabullirme entre los músicos que venían a tocar en los casamientos.  

Con los años de insistencia me gané la confianza del P. José Verme y de no dejarme subir a la tribuna pasó a darme todas las llaves de la basílica para poder ir siempre que quisiera.  

¿Cómo comenzó su inquietud por los órganos?  

De niño fui a un concierto donde Cristina García Banegas, directora de orquesta y coros, organista y profesora uruguaya, tocó música de Bach. La magia de esa música, que normalmente sería demasiado compleja para los oídos de un niño, quedó resonando en mi cabeza con tal fuerza que despertó en mí ya entonces verdadera pasión.  

¿Qué le atrapó de ese “mundo”?  

La inmensidad del “Tutti” del órgano resonando en un templo es algo que conmueve hasta al más profano. Me gusta citar la frase que dijo un viejo amigo mío al salir de un concierto de órgano: “Lo que escuchamos no era música, era Dios que salía de dentro de los tubos”.  

Lo que me atrapó entonces me sigue atrapando todavía. Es un trabajo que exige largos periodos de viajes, larguísimas jornadas de trabajo muy duro y, a veces, muchos contratiempos pueden llegar a pesar mucho...pero al final de cada obra llega la música que me lleva a caer otra vez en la trampa y embarcarme en un nuevo proyecto. 

¿Cómo pudo profesionalizar esa vocación que descubrió?  

Desde Paysandú no fue fácil, pero con 19 años me fui a Europa, que es la cuna del órgano. Tuve la suerte de trabajar para grandes maestros a los que guardo profundo agradecimiento por las oportunidades y por todo lo aprendido.  

La llegada a España, pese a ser un país hispanohablante, fue un shock para mí. Los uruguayos tenemos mucho más en común con italianos y franceses que con los españoles peninsulares. Finalmente, me instalé en Barcelona a los 20 años, ya que el maestro Gerhard Grenzing me aceptó como aprendiz en su taller. 

¿Cómo describiría el trabajo de un organero?  

El arte de hacer órganos comprende muchos oficios diferentes entre la herrería, la carpintería, trabajo del cuero, la soldadura de estaño, la parte musical que es la armonización y, hoy en día, gran parte del trabajo se desarrolla en la computadora donde se hace el diseño técnico y electrónico.  

¿Con qué materiales se trabaja?  

La mayor parte es de maderas nobles, los tubos en diferentes mezclas de estaño y plomo, los fuelles de cuero y en instrumentos contemporáneos hay bastante electrónica. Existen fábricas de piezas, pero todavía hay muchos talleres como en el que trabajo donde se construye todo de forma artesanal con técnicas milenarias.  

Cada órgano es una pieza única, cuando nos encargan un nuevo instrumento lo primero que tenemos que pensar es en qué estilo musical se quiere tocar en él.  A su vez, la acústica y espacio físico para su instalación y también pensar en el patrimonio instrumental que existe en las cercanías, ya que siempre es interesante construir instrumentos que aporten a la variedad y riqueza musical de la ciudad que lo acogerá. 

¿Qué importancia cree que tiene la música religiosa en las diferentes celebraciones?  

Como decía Patrick Chauvet, Arzobispo de París: “En Notre Dame la música es también centro de la liturgia, al mismo nivel que la palabra”. Creo que en la Europa no italiana ni hispanoparlante se tomó la reforma musical citada en el Concilio Vaticano II de forma más suave y se ha mezclado de forma muy natural la música religiosa de carácter popular con la tradición precedente, sin que se provocara una ruptura y una pérdida de una tradición musical milenaria.  

¿Ha tenido la oportunidad de trabajar en Uruguay?  

Lamentablemente solo colaboré en la restauración del de Paysandú, he hecho pequeños arreglos a modo de “gauchada” en algunos templos, pero no puedo decir que sean restauraciones completas. 

¿Cuáles han sido alguno de los trabajos de restauración que recuerda con más cariño?  

De restauración y construcción, la construcción del órgano de la catedral de Bruselas, el órgano del nuevo auditorio de Radio France en París, un órgano relativamente pequeño en el palacio de Catalina la Grande en San Petersburgo, la restauración en la catedral de México y de Bogotá.... muchos recuerdos buenos. 

¿Cuáles son las etapas del proceso de restauración de un órgano?  

Para restaurar un órgano lo más importante es el conocimiento del oficio, porque las manos inexpertas suelen dañar más que reparar. Una restauración o construcción de un órgano es un trabajo largo y laborioso donde se interviene con las diversas técnicas que engloba el oficio después de observar en profundidad el material y de tener al alcance todos los medios técnicos y económicos necesarios.  

Hay que entender que un órgano es una obra de arte, como un cuadro valioso, y que a pesar de que sea menos visible para “ojos inexpertos”, las malas intervenciones pueden causar grandes estragos. 

¿Por qué países ha viajado gracias a este trabajo?   

Tuve la posibilidad de viajar por México, Colombia, Suecia, Alemania, Dinamarca, Bélgica, Suiza, Francia, República Checa, Austria, Portugal, España, Rusia, Japón y Corea del Sur. En la actualidad, tengo la suerte de vivir en un pueblito provenzal.  

¿Cómo surgió la oportunidad de trabajar con el órgano de la Catedral de Notre Dame?  

Actualmente trabajo para Pascal Quoirin, que es el constructor más grande de órganos de Francia, y nuestro taller es el encargado de este instrumento desde hace algunos años.  

El trabajo actual en Notre Dame es el desmontaje y almacenamiento del órgano, la restauración vendrá después. Este trabajo no es una tarea menor, ya que si no se realiza de forma impecable podría perderse el trabajo artístico realizado por los armonizadores en los más de 8.000 tubos.  

La armonización de cada tubo viene a ser como las pinceladas de un maestro sobre una pintura. La armonización es lo que hace a cada instrumento único y lo que lo diferencia a una obra de arte de una máquina de hacer sonidos.  

¿Cuáles son las características del órgano? ¿En qué estado quedó luego del incendio?  

En el órgano de Notre Dame hay tubos que datan del órgano del siglo XV, XVII, XVIII, XIX, XX y hasta tubos del siglo XXI. En él encontramos toda la historia del arte de hacer órganos en Francia. Afortunadamente solo sufrió por la nube de polvo, pero hasta no poder desarmar los componentes y no analizar en profundidad... no se puede saber el estado de sus mecanismos después de un año expuesto al aire libre. 

Commentario(1)

  1. Estela Furtado says

    Lo que escuchamos no era música, era Dios que salía de dentro de los tubos”.

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