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Crecer juntos como Iglesia

La parroquia Nuestra Señora de la Asunción y Madre de los Migrantes es un lugar de oración, encuentro y comunión entre uruguayos y distintas comunidades migrantes.
La parroquia es punto de encuentro de algunas comunidades de migrantes. Fuente. Romina Fernández

En el barrio La Blanqueada se ve un constante movimiento. Por la avenida Luis Alberto de Herrera pasan autos y ómnibus permanentemente. La gente se mueve de un lado para otro. En la zona hay hospitales, residencias de ancianos, numerosas obras inmobiliarias y comercios. En medio de todo ese movimiento se encuentra la parroquia Nuestra Señora de la Asunción y Madre de los Migrantes, la que aparenta pasar desapercibida entre tantas edificaciones.

La comunidad es atendida por la congregación de los misioneros de San Carlos —más conocidos como scalabrinianos— que fue fundada en 1887, en Piacenza, Italia, por el beato Juan Bautista Scalabrini, quien dedicó su vida a acompañar a los migrantes italianos. Por eso, el carisma de esta congregación se caracteriza por acompañar a los migrantes, refugiados, marineros y pescadores de forma espiritual y humana.

Los inicios

Los primeros misioneros scalabrinianos llegaron a Uruguay en 1962 e implementaron una pastoral de acompañamiento de migrantes internos. Su misión tuvo lugar en la parroquia de San Adolfo, en el Dorado, departamento de Canelones. No obstante, fue en Montevideo donde se consolidó su presencia, ya que los migrantes italianos se acercaban a la parroquia y pedían asistencia espiritual a los misioneros. Fue así que en 1967 surgió la misión católica italiana.

Antiguamente, Nuestra Señora de la Asunción y Madre de los Migrantes fue un colegio atendido por las hermanas franciscanas. En 1982 fue erigida como parroquia.

La fuerza de una comunidad diversa

Actualmente, son adultos mayoritariamente quienes asisten, aunque algunos jóvenes se han sumado. También hay una presencia activa de las Hermanas Franciscanas de Jesús, Hijas de Jesús y las religiosas de la Comunidad Dalmanutá.

El padre Wilnie Jean es párroco desde 2019. Nació en Haití y sirvió en Colombia, Argentina y Brasil. Cuando llegó a Uruguay conoció la cultura local, marcada por la laicidad, y se adaptó a la realidad. Al llegar, se encontró con una comunidad activa y en marcha: "Las personas dedican tiempo y viven de forma madura la fe".

El P. Wilnie Jean, párroco haitiano de la comunidad. Fuente: Romina Fernández

El padre Tamar Frandry llegó un año antes que el padre Jean. Sirve como vicario parroquial, pero su misión principal es ser el capellán del Apostolado del Mar, otra de las obras de la congregación que está ubicada en Ciudad Vieja. Allí realiza visitas a los barcos, dando apoyo espiritual y humano a marinos y pescadores.

"Tratamos de hacer un equilibrio entre la fe y las obras. Las dos van juntas, ni una va más y la otra va menos”, dice el padre Jean. Por eso, la realidad pastoral de la parroquia se divide en cuatro grandes áreas: la profética, la litúrgica, la social y la de los migrantes.

Dentro de la pastoral profética hay varios grupos y movimientos, cuyo principal objetivo es evangelizar dentro y fuera de la parroquia. El grupo de ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión visita a los enfermos para llevar a Jesús Eucaristía, compartir la palabra de Dios y un momento de oración. El padre Jean menciona que durante la pandemia, debido a la proximidad con los sanatorios del SMI y CASMU, muchas personas se acercaron a la parroquia para pedir la unción y oraciones para sus seres queridos.

La pastoral familiar sigue siendo el camino eficaz para llegar a las familias porque acompaña a los padres y padrinos que han pedido el sacramento del bautismo, y también asesora a aquellos que tienen conflictos en sus hogares.

Por otro lado, el grupo Lazos se reúne los miércoles de tarde. Se trata de un espacio de reflexión bíblica y espiritual. Mientras que el equipo de liturgia se junta una vez por mes o cuando haya necesidad para generar un espacio de formación y planificación de las celebraciones. Acerca de la catequesis, actualmente hay más de una veintena de niños que participan de los encuentros para recibir la primera comunión.

En el marco de la pastoral social funciona Cáritas, que se reúne todos los martes y jueves para distribuir alimentos y ropa a las personas necesitadas. Promueven campañas de donación y una venta económica para el sostenimiento de los gastos de la parroquia.

Recibir, acompañar y escuchar

La pastoral del migrante está conformada por un representante de las colectividades peruana, venezolana y cubana. Su misión es acompañar a los migrantes, mantener su vida de fe activa y ofrecerles un espacio de escucha, valorizando su cultura y costumbres.

Cuando llega el día de la fiesta patronal de la Virgen o del santo de sus tierras, siempre organizan una celebración y comparten un acto cultural en la comunidad. Los peruanos celebran a la Virgen de los Milagros, los venezolanos a la Virgen de Coromoto y los cubanos a la Virgen de la Caridad del Cobre. A su vez, cada mes reciben a la Asociación de los Toscanos Italianos, que impulsan la devoción a san Ciro.

Desde 1984, existe dentro del terreno de la parroquia la casa de acogida “San Martín de Porres”, que en 2019 cambió de nombre a “Beato Juan Bautista Scalabrini”.

El carisma de la congregación se orienta hacia la obra del beato Juan Bautista Scalabrini, que es la de apoyar al migrante. Fuente: Romina Fernández

Este lugar tiene capacidad para veinticinco personas que llegan como migrantes o refugiados, y que tienen bajos recursos o están en estado de vulnerabilidad. Se les ofrece hospedaje durante uno o dos meses hasta que consiguen los documentos y un trabajo estable. Por el momento reciben solo a hombres. Actualmente se están refaccionando las habitaciones y una nueva cocina-comedor.

Por otra parte, funciona el centro de atención al migrante, donde se ofrece asesoramiento sobre deberes y derechos. Además se los orienta sobre cómo conseguir el documento de identidad, tramitar acceso a la vivienda, preparar el currículum vitae y búsqueda de empleo. Para ello se trabaja en conjunto con las organizaciones Ideas y vueltas y Manos VeneGuayas.

Retos y oportunidades

El párroco cuenta que la comunidad tiene dos grandes desafíos: acercar a más jóvenes y tener más contacto con los habitantes de la zona.

En el último tiempo la parroquia generó un diálogo con el municipio CH y presta sus instalaciones para dictar cursos de cocina, crochet, tejido, pintura al óleo y computación El padre Jean comenta que “es una oportunidad para evangelizar de a poco a nuevos públicos”.

El aporte de los laicos

Silvia integra la parroquia desde hace cuarenta y siete años y actualmente es la responsable laica. Su función es trabajar codo a codo junto a los sacerdotes, y ser la voz de la comunidad para cubrir las necesidades de los demás fieles. “Los laicos no seríamos nada sin los sacerdotes, y los sacerdotes no serían nada sin laicos”, dice.

La responsable laica cuenta que la comunidad ha pasado por diferentes etapas a lo largo de los años porque "cada párroco que ha venido ha puesto su impronta". Por otra parte, la pandemia hizo que los fieles no participaran de los encuentros presenciales. Pero en este año se retomaron las actividades de forma paulatina y las personas volvieron a ser parte de la vida en comunidad.

La parroquia Nuestra Señora de la Asunción y Madre de los Migrantes tiene sus puertas abiertas para todos. No importa de dónde provengan las personas. Los religiosos scalabrinianos y los laicos comprometidos hacen posible la presencia viva del carisma y son la voz del mundo de la movilidad humana.

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