No comments yet

Cottolengo: Jornada de oración y servicio en imágenes

A principios de octubre, el Cottolengo Femenino Don Orione realizó un nuevo encuentro fraterno y solidario.
La actividad se enmarca en una nueva misión de servicio. Fuente: R. Fernández

"Quien ama no se queda de brazos cruzados, quien ama, sirve, y quien ama corre a servir, corre a entregarse en el servicio a los demás". Por medio de estas palabras, el papa Francisco motivó al millón y medio de fieles, durante la Jornada Mundial de la Juventud, para compartir un mensaje de amor.

Precisamente, el Cottolengo Femenino Don Orione convocó a algunas decenas de jóvenes voluntarios a participar de un encuentro junto a las mujeres que residen en ese lugar. 

ICM comparte el siguiente fotorreportaje, a partir del registro fotográfico a cargo de Romina Fernández.

 

El Cottolengo Femenino Don Orione forma parte de la asociación civil “Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad", que pertenece a la congregación religiosa del mismo nombre. El origen de este camino de fe parte de la acción de san Luis Orione, quien lo fundó en Italia, el 29 de junio de 1915.

La casa principal de la congregación está establecida en Roma, mientras que sus religiosas se encuentran instaladas en distintos países para brindar un servicio de caridad.

De esta manera, el Cottolengo Femenino Don Orione comenzó a funcionar en Uruguay el 24 de diciembre de 1946, por iniciativa de la congregación, en su local ubicado en Bulevar Artigas y Avenida Joaquín Suárez.

En esta residencia se establecen aquellas mujeres que, por diferentes circunstancias de la vida, se encuentran abandonadas o con diversas carencias socioeconómicas o de salud. Algunas de ellas también presentan algunas patologías, por lo que es especialmente importante la asistencia brindada por las religiosas.

Actualmente la población asciende a casi un centenar de mujeres, entre las que se incluyen también algunas niñas y adolescentes, en situación de dependencia. Para colaborar con su proceso de socialización y vinculación, el Cottolengo Femenino Don Orione realizó un encuentro de oración y servicio.

Acudieron distintos grupos de jóvenes para participar de la jornada solidaria. La convocatoria fue para el 1 de octubre y los voluntarios permanecieron en la sede junto a las residentes desde las 15 hasta las 18 horas.

Durante el domingo se realizaron distintas actividades para fomentar el compartir, según el grado de limitación de sus residentes. En el correr de la tarde, también se sumaron algunos seminaristas. Las religiosas procuraron motivar a las mujeres residentes con distintos desafíos lúdicos, además de una merienda general y un espacio de oración en comunidad.

Varias de las mujeres logran establecer un vínculo particular con la música. Los diferentes ritmos musicales fueron su compañía durante toda la tarde, pero varias se animaron también a bailar entre ellas, junto a los voluntarios o incluso con las propias religiosas.

Y si hay música... ¡también hay karaoke! Las residentes también se animaron a probar sus destrezas y se divirtieron recordando temas de otra época. En este sentido, es especialmente importante recordar las palabras de Don Orione: "En el Pequeño Cottolengo se vive alegremente; se reza, se trabaja en la medida que lo consienten las fuerzas; se ama a Dios, se ama y se sirve a los pobres (…) Ellos no son huéspedes, no son asilados, sino patrones y nosotros sus siervos". Esta frase del santo, que data de 1935, sirve como hoja de ruta para sus religiosas incluso en la actualidad.

En el momento de la merienda, tampoco faltaron las rondas de mates junto a los jóvenes voluntarios. La idea de un aperitivo general no solo sirve para hacer la tarde más amena, sino que genera un nuevo contexto para que las residentes continúen sociabilizando y compartiendo sus experiencias de vida. Recibir la escucha resulta fundamental en diferentes etapas de la vida, y para ellas no resulta una excepción.

Mientras el sol comenzaba a ocultarse y aparecían los primeros focos de luz en el patio del centro, la capilla del Cottolengo aguardaba por sus residentes. Las religiosas acondicionaron el templo para que la jornada finalizara con distintas intenciones a los pies del Señor.

La Jornada de oración y servicio culminó con un espacio de oración, reflexión y agradecimiento hacia Dios. Todos los residentes y voluntarios se unieron para rezar y entregar sus intenciones personales, con la compañía de algunos cantos para preparar su espíritu para el encuentro con Cristo.

Escribir comentario