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Ceprodih: oportunidades que transforman

El Centro de Promoción por la Dignidad Humana trabaja desde hace veinticinco años, a través de distintos programas, con familias vulnerables, especialmente mujeres con niños que están en situación de alto riesgo social.
El objetivo de Ceprodih es generar alternativas concretas de inclusión socio-económica, para mujeres que atraviesan situaciones de riesgo. Fuente: Romina Fernández

Adriana Abraham tenía treinta y tres años cuando en 1998 fundó el Centro de Promoción por la Dignidad Humana (Ceprodih). El centro es su segundo “hijo”. Al año siguiente nació su otro hijo, Marcos. 

Hoy, a los cincuenta y ocho años de edad, Abraham confiesa que siempre trató de hacer la voluntad de Dios. Siente que en su vida tuvo un milagro tras otro. Uno de ellos fue cuando recibió una orden de desalojo de la sede que tenía Ceprodih y al otro día le avisaron que había un lugar disponible. 

En veinticinco años, la institución cambió dieciséis veces de domicilio. Desde noviembre de 2016, está en Gerónimo Piccioli 3280, al lado del colegio que lleva el nombre de Domingo Savio (1842-1857), patrono de las embarazadas. La llegada a ese lugar fue por pura coincidencia. 

"Este proyecto es del Espíritu Santo. En estos veinticinco años hemos vivido crisis terribles. Creo que el Espíritu hizo que superemos un montón de problemas, adversidades y conflictos. Eso nos permitió estar en un lugar mejor. Cada una de las decisiones las tomé delante del Santísimo", dice Abraham a Entre Todos

Ceprodih ofrece una alternativa a aquellas mujeres que piensan en abortar y presenta soluciones de trabajo, capacitación e inclusión económica. Los pilares de la institución son la vida, la familia y el trabajo digno. “La prioridad siempre es la mujer y el niño. No vamos a eliminar al niño para solucionarle los problemas a la mujer. Hay que empezar desde la concepción a garantizar las condiciones de vida para el bebé y la familia”, plantea. 

Adriana Abraham está al frente de Ceprodih desde sus inicios, en 1998. Fuente: Federico Gutiérrez (archivo)

Involucrar la fe 

Al ser una asociación civil, en los primeros años la fe estaba presente de manera implícita en Ceprodih. "No somos una congregación, pero los principios que inspiran a la obra son cristianos”, aclara Abraham. La mayoría de los funcionarios son católicos, salvo unos pocos que son evangélicos. 

"A medida que fue pasando el tiempo, fuimos más conscientes de que la fe tiene que ser explícita y que la sociedad nos tiene que reconocer como una organización católica. Gracias a Dios, en los últimos años, hemos logrado consolidar un equipo de gente católica comprometida con la vida y la familia. Mucha gente que nos visita dice que hay una 'mística', que es la presencia del Señor”, agrega la directora de Ceprodih. 

Melina Villanueva (24) es trabajadora social y estudiante de Psicología. Coordina el programa “Por venir”, que surgió en 2010 y tiene como objetivo garantizar el pleno desarrollo de las madres embarazadas y con bebés hasta los tres años de edad, especialmente en situaciones de soledad, falta de apoyo, vulnerabilidad económica y embarazo inesperado.

"Ellas reciben de nuestra parte orientación y acompañamiento. Durante la maternidad muchas se sienten solas. Incluso, estando acompañadas, también se sienten solas. Las acompañamos con ayudas materiales, como ropa, pañales, cunas y coches”, dice Villanueva. 

En una primera instancia, parte del trabajo es escucharlas y empatizar con ellas. “Las mujeres cuando llegan a Ceprodih están perdidas realmente por la situación que atraviesan. Aquí se sienten acompañadas y contenidas. Conocen a otras madres que están pasando por lo mismo y no se sienten solas”, dice la trabajadora social. 

“Las mujeres llegan en general bastante solas con sus hijos y otras están acompañadas de sus parejas. Muchas se sienten solas al tomar la decisión de continuar con su embarazo o no se sienten entendidas”, agrega Villanueva. Abraham define a las usuarias de Ceprodih como “mujeres valientes” que “tienen un coraje tremendo” debido a que la presión social las impulsa a que aborte.  

El taller de peluquería posibilita que las usuarias tengan una salida laboral en el rubro. Fuente: Romina Fernández

Promover la dignidad 

Eliana Correa (36) es madre de tres adolescentes y un niño. Actualmente está cursando su quinto embarazo. Conoció a Ceprodih por medio de una publicación de Facebook. Lo que la motivó a anotarse fue la existencia de un taller de construcción, dado que con su esposo compró un terreno en Joaquín Suárez (Canelones) y está edificando su propia vivienda. Además, hizo el taller de Sala y Bar —que capacita para ser mozo— y en este trimestre está en el curso de repostería. Es una oportunidad para seguir capacitándose. Su sueño es tener un  emprendimiento propio.

En mayo se enteró que estaba embarazada. En un primer momento, con el apoyo de su marido, pensó en abortar. En el hospital le hicieron una ecografía que le indicó que el embarazo estaba de catorce semanas. Los médicos le recomendaron que se hiciera el aborto de forma clandestina, pero que esto conllevaba varios riesgos. 

Eso sucedió un sábado. Al lunes siguiente, Correa fue a Ceprodih, participó de una charla sobre el aborto y habló personalmente con la psicóloga. "Eso me hizo bajar a tierra las cosas. Nosotros queríamos abortar porque sentíamos que al niño no le íbamos a dar una calidad de vida. Veíamos la llegada del bebé como una tranca”, confiesa. 

"Me ayudó a darme cuenta de que por más que yo abortara, la solución habitacional no la iba a tener e iba a seguir en las mismas condiciones. Me ayudaron a comprender que la llegada del bebé es por algo. Quizás venga con un pan bajo el brazo. Si pudimos con cuatro, vamos a poder con cinco. Ni mi marido ni yo somos proaborto”, agrega. 

Correa es cristiana. Llegó a Ceprodih sin saber que existía una propuesta de fe. “Lo sentí como un llamado”. Además de acompañarlas y trabajar con ellas, Villanueva dice que reza por ellas y deja todo en manos de Dios: “No obligamos a la mujer a continuar el embarazo, sino que le presentamos una alternativa real, formas de acompañamiento y todo lo que puede lograr. Después cada una toma sus propias decisiones”. 

El espacio infantil queda a cargo de los hijos de las usuarias, mientras ellas realizan sus cursos. Fuente: Romina Fernández

Apoyar y acompañar 

Ceprodih fue la primera organización en atender a las mujeres con hijos, que antes debían dejarlos en hogares del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) para salir a trabajar. En promedio, mil trescientas mujeres se inscriben por año. De ese número, entre quinientas y setecientas terminan los cursos. Muchas abandonan los talleres porque consiguen empleo, pero siguen vinculadas a la organización. 

"La única manera de sacar a la gente adelante es con trabajo”, plantea Abraham. Entre 2010 y 2012, Ceprodih estuvo a cargo de la primera casa para embarazadas y sus hijos pequeños. El hogar y el equipamiento fueron donados por la Arquidiócesis de Montevideo, pero el proyecto no se pudo sostener debido a la falta de fondos. Desde ese entonces, Ceprodih solo se dedica a la atención diurna. 

No obstante, la obra creó los primeros tres hogares que funcionan en Montevideo para atender a víctimas de violencia doméstica. Además, asesora a un cuarto, ubicado en San Carlos, que es atendido por la Pastoral Social de la Iglesia católica. 

Verónica Santa Cruz (57) integra la obra desde hace siete años y es la profesora de repostería. Una amiga la recomendó para trabajar en la organización. "Es una experiencia maravillosa. La meta de Ceprodih es lo que verdaderamente me entusiasma. No tengo enfrente a personas, sino a almas”, dice a Entre Todos. 

Además de elaborar alfajores, tortas, masitas, galletitas y pan, Santa Cruz aprovecha sus talleres para dejar un mensaje: “Les transmito que hay un Dios enorme que las espera siempre con los brazos abiertos, más allá de los problemas. Me encanta estar acá porque tengo la libertad para transmitir el amor de Dios. Se las quiere porque hay un Dios que las quiere. Yo solo soy un instrumento”.

“En la primera clase siempre les digo que se tienen que sentir dignas y valoradas, para que el resto las pueda valorar y trato de fortalecerlas en la fe”, señala la docente. 

Santa Cruz se emociona cada vez que ve que sus alumnas crean su propio emprendimiento, pero reconoce que le conmueve más cuando incorporan valores a su vida. “En general son receptivas y muy agradecidas. Todos tenemos problemas, el tema es cómo llevamos esos problemas. Sin fe, es imposible. Con fe, todo se puede. Porque sabemos que Dios todo lo puede y en él está nuestro sostén”, reflexiona. 

Verónica Santa Cruz es la profesora de repostería. Fuente: Romina Fernández

En Ceprodih se ayuda a las usuarias en todo lo que necesitan. Esto implica el pago de boleto y comida. El proceso puede durar como mínimo tres meses y como máximo un año. "Ellas siguen conectadas con la obra. Ceprodih se convierte en una familia, es un lugar de referencia para las personas que pasaron. Hay mujeres que están trabajando, e igual vienen con sus hijos porque saben que es un ambiente sano para transmitir valores”, dice Abraham.  

Uno de los programas más importantes de Ceprodih es “Convivamos en Paz”, que aborda la violencia doméstica. Se realiza en convenio con la Unión Europea y participan seiscientas familias por año. En este programa se hace más hincapié en lo religioso y en el encuentro con Dios. "La sanación de un abuso o de un maltrato no se resuelve con una pastilla. Esta puede aliviar el síntoma, pero tiene que haber un proceso de sanación interior que solo el Señor puede lograr", plantea la directora. 

Abraham está tranquila por la estabilidad de la obra. Su objetivo a mediano plazo es implementar la catequesis y construir una capilla en la sede. Lo que le preocupa es el futuro de Ceprodih y quién liderará la institución en el futuro. Ella tampoco está sola, detrás tiene a la comisión directiva y al equipo técnico que es católico.

Por: Fabián Caffa

Redacción Entre Todos 

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