El lunes 2 de noviembre tuvo lugar la Conmemoración de todos los fieles difuntos. Por este motivo, el Card. Daniel Sturla presidió una Misa en el pabellón social del Círculo Católico, en el Cementerio del Norte. Fue acompañado por sacerdotes y diáconos, además de autoridades del Círculo Católico y algunos fieles, en número limitado por las medidas sanitarias a raíz de la pandemia.

"No muero, entro en la vida"

“En este día nosotros, los cristianos, rezamos por los difuntos en la esperanza de la fe”, con estas palabras el Card. Daniel Sturla comenzó la homilía. Explicó que esa es la  esperanza de la pregunta que le hizo Jesús a Marta en la lectura del Evangelio. “¿Crees en esto? Sí, Señor, le dijo Marta, creo que eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. “Y por eso es que creemos en Jesús, que vino al mundo para salvarnos, creemos que la muerte es el pasaje hacia la vida”, añadió.

El Arzobispo de Montevideo recordó unas palabras de Teresita de Lisieux cuando estaba muriendo: "No muero, entro en la vida". “Nosotros creemos en la vida eterna”, afirmó. También trajo a la memoria una enseñanza que se daba en la antigua catequesis, la figura de los novísimos que hacen referencia a la realidad escatológica: muerte, juicio, infierno y gloria. Y describió a cada uno de ellos.

“La primera es la inminencia de la muerte; todos vamos a morir. Además, todos vamos a pasar por un juicio, en el que nos encontraremos con Cristo. Encuentro de misericordia, pero encuentro justo. Porque Dios nos invita al cielo, pero nosotros tenemos la terrible posibilidad de romper la invitación. Dios nos invita a todos y nos regala el traje de fiesta, pero nosotros podemos también romper este traje. Y al Cielo se entra con traje de fiesta”, explicó. 

También el Card. Daniel Sturla hizo referencia al infierno que ”aunque terrible, es una posibilidad. Si no quiero ir a la fiesta, Dios no nos obliga. No hay nada peor que ir a una fiesta obligado... si me empeño en no ir, no voy. Es la posibilidad de vivir apartado eternamente de Dios”.

Por último, hizo hincapié en la gloria: “allí ponemos todas las fichas porque esa es nuestra felicidad. Nadie quiere ser infeliz y todos buscamos que un día, pasada esta tierra y esta vida, podamos ir al cielo y encontrarnos con Dios, con la Virgen, con todos los santos y los seres queridos que nos precedieron. Se imaginan lo lindo que va a ser. Ese día seremos lo mejor de nosotros mismos, sin envidias, sin celos, ira, enojos o malos pensamientos. Nosotros purificados”. 

Mirar hacia el cielo con esperanza

Luego, el Arzobispo de Montevideo insistió en que “todos fuimos hechos a imagen de Dios, pero el pecado entró en nosotros e hizo caer la estantería. La vida cristiana, la vida de la gracia es para ayudarnos a restablecer la imagen de Dios grabada en nuestro ser. El Señor nos da esa posibilidad de purificación en el Purgatorio. El Cielo es fiesta, es gozo. No es una sucesión de tiempo, aburrido, sino un presente de eterna felicidad; envueltos por el amor de Dios y de quienes hemos querido aquí, en la tierra”. 

El Card. Daniel Sturla lanzó un mensaje de esperanza, y sostuvo que “estas ganas de Cielo nos tienen que ayudar a afrontar lo que el Señor, en su misericordia, dispone para nuestras vidas; muchas cosas lindas, pero también situaciones dolorosas. Por algo en el Salve, decimos ‘en este valle de lágrimas’”.

En la última parte de su alocución, el Arzobispo de Montevideo hizo foco en la situación de pandemia del Coronavirus que asola a la humanidad. Afirmó que si algo quiso decir el Señor al ser humano con esta situación es que "sea más humildes", “que no nos pase como en el tiempo de la Torre de Babel, en donde por querer construir la torre más alta todos quedaron confundidos”. “Confiemos en el Señor, miremos hacia el Cielo con esperanza y al mismo tiempo continuemos en el buen combate de la fe en nuestra vida”, concluyó.