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Bullying y educación emocional

El bullying se define como el acoso hacia una persona de forma permanente. El psicólogo y escritor Alejandro de Barbieri versa sobre sus causas y posibles soluciones.
Alejandro de Barbieri es un referente en el abordaje de temas educativos, emocionales y laborales. Fuente: Colegio Francisco Espinosa

Alejandro De Barbieri es psicólogo especialista en logoterapia. Desde hace varios años desarrolla esta técnica en diferentes campos educacionales, líricos y laborales de Uruguay. Está casado con Marcela, y es padre de Martina y Belén. Ha escrito varios libros; entre ellos La vida en tus manos, Educar sin culpa, y Economía y felicidad. En diálogo con el programa Hoy quiero hablarte, de Radio Oriental, analizó el tema del bullying

¿Qué es el bullying?

Bullying es cuando hay una agresión a una persona de forma permanente. Tiene que ver con el acoso verbal o físico: un insulto, un apodo, la burla por su orientación sexual, etcétera. Existen distintas circunstancias que llevan al bullying. 

Existe siempre una condición de desigualdad entre las partes: uno más grande y otro más chico; uno más fuerte y otro más débil. En otros casos se trata de una agresión puntual, que no debería pasar pero sucede. Ningún niño feliz es hostigador, tampoco el que tiene una buena autoestima. En el caso del bullying todos son víctimas, el que hostiga y el hostigado.

¿Es notorio cuando un niño está sufriendo bullying?, ¿qué características presenta?

La exteriorización depende de su personalidad o de su forma de ser, no siempre tiene por qué ser exteriorizado. Los adultos debemos estar atentos a las manifestaciones. Hay niños que lo expresan más que otros. Por ejemplo: le puede doler la cabeza, caerle mal la comida, somatizar de alguna manera el problema. En el caso de un adolescente le suele ir mal en los estudios. Si es un chico que le cuesta aceptar los límites, se enoja y rompe todo. Ese tipo de chiquilines son quienes más entran en el perfil del que hostiga, ya que les cuesta manejar sus impulsos.

¿Cómo se aborda el bullying desde el contexto educativo y desde la familia cuando un niño lo padece? 

Lo primero es encontrar el diagnóstico correcto, ya que muchas veces se utiliza la palabra bullying por su popularización. Siempre le digo a los docentes que si los padres, en la puerta del colegio, dicen que a su hijo le hacen bullying, lo tomen a bien y no se enojen. Siempre se debe hacer un diagnóstico grupal, donde están el hostigado, el hostigador y los espectadores. Otro actor es el adulto, cuatro en total. Tenemos que trabajar con todos los actores. Como familia tenemos que estar conscientes de qué rol cumple su hijo: si es el hostigado o el que hostiga. Hay detalles que nos muestran en qué lugar está. Por ejemplo, si está triste o si viene con la ropa rota o sin la cartuchera. Son situaciones que afectan el aprendizaje del niño. 

¿Cómo se resuelve la situación?

Ningún caso de bullying se resuelve si el adulto no interviene. Hay casos donde los chicos frenan, como en un video que lanzó el Atlético de Madrid en las redes sociales con motivo del Día Internacional contra el Acoso Escolar. Hay más vulnerabilidad cuando el chico se encuentra solo. Necesitamos muchos padres, madres y docentes preparados para identificar esto y ayudar a intervenir, ya que estos eventos pueden llevar a la depresión o al suicidio. Hay que educar en valores.  

A los chicos no los podemos obligar a ser amigos, pero sí podemos exigirles que se respeten. No hay por qué hacerse amigo, porque puede que no tengan feeling, pero sí el respeto al que piensa distinto, al que se viste distinto. No dejarlo solo. En el video del Atlético de Madrid hay un niño que está solo comiendo, después vienen las chicas y le hacen bullying —siempre es entre varios—. El matón se nutre de esos secuaces que no se animan a llevarle la contra porque después reciben ellos el bullying; es como una especie de mafia. 

¿Cómo es la situación en Uruguay con respecto a este tema?

Recibo diariamente de padres y directores, y encuentro que los docentes no dan abasto. Por ejemplo, en un liceo de Las Piedras y de La Paz hubo estudiantes con intentos de suicidio y lesiones. Se ve permanentemente. Se atienden los casos más urgentes pero hay muchos que se pueden escapar. Laura Lewis recomienda que en los portales web de las escuelas o colegios haya espacios donde los niños o adolescentes puedan denunciar en forma anónima. La denuncia también puede realizarse ante el profesor, pero es aconsejable que el niño no vaya solo, sino que lo acompañen otros. A veces los profesores no lo hacen de mala voluntad, pero en el estrés de estar con cuarenta chiquilines corriendo se les puede pasar, o dejarlos sin querer en evidencia. 

¿En qué consiste el proyecto de ley sobre educación e inteligencia emocional?

 A los jóvenes les cuesta autorregularse, los padres a veces están presentes y otras veces no. Yo hago el intento de que trabajen con ellos, pero no siempre se puede lograr. 

Existe un anteproyecto de ley que presentamos en el parlamento, en el cual hay varios actores involucrados como las psicólogas María José Soler y Silvia Peláez, el psicólogo Roberto Balaguer, y la educadora Carmen Albana Sanz, quien es el alma matter de la ley y su principal promotora. Se trata de que el Estado brinde y promueva en los chiquilines la educación emocional.

Tiene como objetivo formar ciudadanos más sanos, más compasivos, que puedan convivir con quienes piensan distinto. Es casi como reconocer que los padres ya no dan este tipo de educación. Estoy de acuerdo en que puede ser una premisa dura y que hay muchas excepciones en la realidad. 

Hay un problema grave en Uruguay y es que el 60% no llega a cuarto año de educación secundaria. Un chico que solo llega a ese nivel y que queda boyando, ¿qué va a hacer? Se trata de apostar a la salud mental y la educación emocional, lo cual les va a aportar herramientas. Le insisto mucho a los estudiantes en mis visitas a los liceos y colegios en que terminen de estudiar.

Los temas del bullying, la depresión y las autolesiones se dan en chicos de doce años, eso implica que los padres tenemos que ser conscientes. No es un tema de contexto social, ocurre en todos los estratos y en diferentes puntos del país. La disponibilidad emocional de los padres es fundamental para evitar estos comportamientos y darle sentido a la vida.

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