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La Palabra de Dios como clave de recuperación

Entrevista con los fundadores de la Fazenda de la Esperanza
Fray Hans Stapel y laico Nelson Giovanelli, fundadores de la Fazenda de la Esperanza/ Fuente: Federico Gutiérrez

El pasado 19 de octubre la Fazenda Quo Vadis, ubicada en Cerro Chato, celebró sus primeros 10 años de existencia. Para estos festejos llegaron los fundadores de la Fazenda de la Esperanza, Fray Hans Stapel y el laico Nelson Giovanelli. La obra tiene 142 casas en 23 países y se espera que en 2020 haya una nueva en nuestro departamento. Sobre su surgimiento, desarrollo y el cambio de vida logrado en miles de jóvenes tratan estas líneas.

La historia de la Fazenda surgió en 1983 en el barrio de Pedregulho, en la ciudad de Guaratinguetá, estado de San Pablo. Nelson Giovanelli, un joven laico que quería vivir su compromiso con Jesús de forma radical, decidió entregar su vida por quienes estaban al margen. Fue animado a dar ese paso por fray Hans Stapel, su párroco, quien lo incentivaba a vivir concretamente la Palabra de Dios. Quién mejor que él, Nelson, para comenzar esta entrevista.

¿Cómo surge la idea de la Fazenda?

El P. Hans llegó a la parroquia en 1979 y empezó a dar un empuje evangélico para la vivencia de la Palabra. Inició varias obras sociales para niños, para madres embarazadas solteras. Eso hizo que también empezara a recibir jóvenes “problemáticos” en su casa, y nosotros observamos esto. Personalmente, como muchos jóvenes que buscábamos la fe, empecé a vivir un cambio muy grande.

Después encontré algunos jóvenes que vivían en la calle y se drogaban, y comencé una amistad con ellos. Me quedé sorprendido porque la motivación fue el hecho de elegir una cita de la Palabra para que nos inspirara en todas las cosas que hacíamos. Fue la Palabra la que me dio el coraje; es como escribía San Pablo a los Corintios: “Me hice débil con los débiles”. Fue muy impactante que, después de dos meses viviendo con ellos, uno me dijo: “No quiero vivir más esta vida, siento el deseo de cambiar pero necesito una persona conmigo las 24 horas”. Y ahí lo invité a ir a la Misa, porque hasta ese momento iba a la casa pero sin hablar de Dios.

Este acompañamiento gratuito, sin otro interés, creó el deseo de cambiar de vida, de ir a la parroquia y también de traer a otros cuatro. Entonces ya éramos 5 que íbamos a Misa todos los días, así que imaginen cómo estaban los padres. Empezó todo de forma sencilla, sin la idea de crear un centro. Allí el P. Hans consiguió una casa de unos 30.000 metros cuadrados (hasta ese momento habíamos alquilado) y allí decidimos vivir lo que decían los Hechos de los Apóstoles, aquello de “poner todo en común”. Fuimos a ese lugar y se empezaron a cristalizar lo que son actualmente las tres columnas de la Fazenda: trabajo, espiritualidad y convivencia familiar. De esta pequeña experiencia surgió lo que hoy es la Fazenda de la Esperanza.

Además hay algo interesante en del nombre de la Fazenda, porque quien se lo dio fue un periodista laico, de la mayor cadena televisiva de Brasil, la red O Globo, en un importante programa que se llamaba Fantástico.

«Las tres columnas de la Fazenda de la Esperanza son: el trabajo, la espiritualidad y la convivencia familiar» (Nelson Giovanelli, cofundador  de la Fazenda de la Esperanza)

¿En dónde fue esta primera experiencia?

En Guaratinguetá, en la diócesis de Aparecida, en una parroquia que se llama Nossa Senhora da Gloria. Después esto se fue transformando en una llama que se desparramó por todo Brasil, después por Europa. Después de Brasil, los siguientes países fueron Alemania y Paraguay. Actualmente la Fazenda tiene presencia en 23 naciones. La clave de la recuperación de los jóvenes, de la liberación de la esclavitud de la droga, es la vivencia de la Palabra de Dios; su escucha, su reflexión y, sobre todo, su vivencia diaria en comunidad.

Nelson, ¿cómo es el día a día de la Fazenda?

Comienza con el rezo del Santo Rosario, se elige una Palabra del Evangelio para vivir, después se realiza una jornada de trabajo normal, de seis a siete horas, dependiendo de cada lugar. A continuación, tienen el momento de la Eucaristía y ahí compartimos lo que llamamos comunión de experiencia de la Palabra o comunión de alma, donde uno pone un común lo que está sucediendo en su corazón, el trabajo que se está realizando, tanto en lo espiritual como en la convivencia. A la luz de la experiencia de los discípulos de Emaús siempre hay dos encargados en cada Fazenda.

¿Cuáles son las claves para la recuperación de los jóvenes en la Fazenda?

Es una espiritualidad muy clara, no se enmascara, se ve claramente que es Dios. No exigimos que las personas sean católicas, pero nuestra propuesta es vivir el Evangelio. La otra clave muy fuerte es que los que estamos como responsables hacemos esto como una vocación, no como un trabajo sin más.

Esto es muy importante porque, cuando alguien llega y ve a los responsables sin recibir sueldo, puede experimentar la gratuidad. Otro elemento fuerte es el hecho de que nosotros no vamos a los lugares porque queremos o se nos ocurre, sino que es una respuesta al llamado de la Iglesia de ese lugar. Ellos participan también como educadores, como padres de estos chicos y los ayudan en este camino.

¿Qué sucede con la persona luego de ese año en la Fazenda?

Tenemos los grupos de Esperanza Viva que, por un lado, acogen a los que salen, pero por otro lado, reciben a los quieren entrar. Tienen un enfoque muy claro en continuar viviendo la espiritualidad que se aprendió en la Fazenda. Se encuentran para compartir las experiencias de vida de la Palabra y además realizan trabajos concretos. Van a las calles, a las prisiones, a hospitales, para encontrar a los chicos y chicas que tienen problemas. Son parte de la misma obra. Los grupos Esperanza Viva son la conexión con el mundo externo a la Fazenda.

En este punto de la entrevista, F. Hans agrega que en la Fazenda existen tres etapas: "En la primera, quienes están dentro nos cargan en sus brazos; en la segunda caminamos solos; en la tercera etapa nosotros cargamos a los que llegan. Esta última etapa es muy importante y requiere todo un proceso de aprendizaje".

Durante 10 años la Fazenda ha trabajado en Uruguay con cientos de jóvenes, hombres y mujeres. Hay una masculina en Cerro Chato, departamento de Florida, que tiene además una fuerte vinculación con los habitantes de esa localidad. De hecho, para los festejos del aniversario hubo una concurrencia numerosa y las señoras del pueblo bailaron el pericón teniendo como pareja a los muchachos de la Fazenda. La otra casa, la femenina, se encuentra en Melo, Cerro Largo.

«Antes de visitar la Fazenda, el Papa Benedicto XVI me preguntó si basta  con la Palabra para recuperar a las personas. Le contesté que sí» (Fray Hans Stapel)

F. Hans, ¿Cuál es la situación de la Fazenda en Uruguay?

Actualmente hay 30 hombres en Cerro Chato y 7 mujeres en la Fazenda femenina. Igualmente, en las Fazendas de Argentina —sobre todo en Buenos Aires donde hay 3 centros— hay muchos uruguayos que no consiguieron lugar en las de aquí.

Nelson,¿Cómo evalúan el trabajo realizado en Uruguay, tanto en la Fazenda masculina, como en la femenina?

Mirando 10 años atrás, a cuando llegamos, en el marco de la influencia grande del estado laico, nos impactan los resultados por la decisión radical que los chicos y chicas están tomando, luego de descubrir que su experiencia es de conversión real muy fuerte.

Las visitas de los papas Benedicto XVI y Francisco han sido un fuerte envión para el trabajo de la Fazenda. F. Hans, ¿cómo lograron que el Papa Benedicto XVI visitara su obra en 2007?

Cuando tomó la decisión de ir a Brasil por la Conferencia de Aparecida, pensé en hacerle una invitación. Pero surgía la interrogante: ¿cómo llegar al Papa? No es fácil. Me puse en contacto con cardenales, nuncios y obispos diocesanos; escribimos 80 cartas diciendo que valía la pena visitar esta obra de la Iglesia. A su vez yo había recibido una invitación para disertar en un congreso en Roma, donde el Papa Benedicto presentó su primera encíclica (Caritas in veritate). Luego tendríamos la oportunidad de hablar personalmente con el Papa.

Aproveché el momento para llevarle las cartas y hablar con él, lo hice en alemán para ganar tiempo, ya que eran apenas instantes. Le hablé de nuestro método de trabajo, cómo se vive la Palabra. Y él me preguntó: ¿basta la Palabra? Y mi respuesta fue que sí, que basta la Palabra, su fuerza recupera a las personas. Y después de hablar y entregarle las cartas, le pregunté: ¿podremos contar con su presencia de Padre en la Fazenda durante su viaje a Brasil?, ¿visitar a los hijos pródigos? Sí, claro. Después de esa visita cambió todo. En ese momento teníamos 43 Fazendas, y desde ese día no paramos de crecer.

¿Cómo percibieron la estadía del Papa Benedicto XVI durante esa visita?

Para él fue un impacto muy fuerte, que no esperaba. De hecho después, en un retiro que brindó a los cardenales, habló de su viaje a Brasil y el impacto que le había provocado la Fazenda. Y después en los momentos en que coincidimos, recordaba esa visita.

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