El jueves 12 de junio se realizó la renovación de la consagración al Sagrado Corazón de Jesús a nivel nacional, al cumplirse 150 años de la que hizo el beato Jacinto Vera.
El aire templado de este jueves otoñal en Montevideo traía algo más que brisa: traía historia. En el Santuario Nacional del Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerrito de la Victoria, cientos de fieles renovaron la misma promesa de fe que, un siglo y medio atrás, Jacinto Vera proclamó.
De esta manera, la santa misa —que comenzó de tarde con un tímido sol y finalizó cuando la noche comenzaba a ganar protagonismo— fue el punto culminante de una jornada única: ciento cincuenta años después del gesto del obispo Jacinto, toda la Iglesia que peregrina en Uruguay —obispos, sacerdotes, religiosas, laicos, familias, niños y jóvenes— volvió a pronunciar aquella oración que consagró al país entero al Corazón de Cristo.
“Te rogamos, Señor, acojas benignamente nuestras plegarias por tu Santa Iglesia, por la salvación de los hombres, y por la paz y prosperidad de nuestra patria”, se escuchó en boca de cientos de fieles, resonando entre los muros del santuario. La misma plegaria de 1875, pero ahora con los rostros y los desafíos del siglo XXI.
Renovamos nuestra consagración
La fila de sacerdotes avanzaba por la calle Bruno Méndez, hacia la intersección con Norberto Ortiz, mientras los seminaristas animaban con rezos. La oración se escuchaba desde fuera del santuario, lugar donde aguardaban varias decenas de fieles. La procesión iba lenta, y la fila era extensa. Obispos de todo el país, junto con los sacerdotes arquidiocesanos iban rumbo a la renovación de la consagración del Sagrado Corazón de Jesús.
“Sean todos bienvenidos”. La voz del padre Davi de Miranda destacó en el silencio del templo. Los relojes se acercaban a las cuatro de la tarde, hora señalada para compartir la santa misa. Los sacerdotes y obispos permanecían en el interior del santuario desde las dos y media de la tarde, hora en la que ingresaron para tener un rato de oración, confesión y adoración.
Los bancos de la iglesia rápidamente quedaron ocupados, ante el ingreso de cientos de fieles. Incluso algunos de ellos tomaron bancos ubicados en el fondo del santuario y los trasladaron, lo más adelante que pudieron, para no perderse ningún detalle de la celebración.
La celebración estuvo presidida por el arzobispo de Montevideo, el Card. Daniel Sturla, y concelebrada por los obispos del Uruguay, junto a todos los sacerdotes y fieles presentes. Durante su prédica, el Card. Sturla destacó la importancia de esta misa: “Queridos hermanos obispos, sacerdotes, diáconos, consagradas, laicos y laicas, que han venido hoy a este Santuario del Sagrado Corazón. Escuchábamos en el evangelio ‘He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes’. Este deseo, que brota del corazón de Jesús en la última cena, es expresión del gran anhelo de Dios».
El arzobispo de Montevideo explicó durante su homilía el valor de consagrarnos al Sagrado Corazón de Jesús. «Este corazón de amigo nos comparte su alegría mayor: ser Hijo del Padre, que luego en el altar de la cruz, en el encuentro humano, se hace salvación en el corazón de Jesús. La amistad se hace ofrenda permanente. Jesús, sacerdote, víctima y altar, será de su corazón abierto, traspasado por nuestros crímenes, del que brote vida”, explicó, para posteriormente destacar que “consagrarnos al Sagrado Corazón es salir al encuentro de quien viene a nosotros, del que nos precede y nos dice que desea ardientemente comer su Pascua con nosotros. Es el Señor presente en el misterio eucarístico. Es el Señor que camina en medio nuestro, en todo hermano que sufre, en el pobre, en el enfermo, en el niño que quiere nacer y es rechazado, en aquel mayor que quiere vivir y es descartado. Al consagrarnos al Señor Jesús, en este encuentro corazón a corazón, no solamente queremos vivir en la intimidad de la amistad, del perdón recibido y de la que nos nutre, sino también vivir la consagración en la dimensión más amplia, que abarca a nuestra sociedad entera, a este país que amamos, a esta patria que es nuestra o que, en algunos casos, han adoptado como propia. La que hoy queremos consagrar al corazón de Jesús como hace ciento cincuenta años, en circunstancias distintas y tremendamente difíciles para la Iglesia universal y para el mundo, y en un país que recién estaba naciendo”.
“Este corazón santísimo, centro y volcán del más puro amor, es a quien debemos, de una manera especial, volver nuestros ojos, poniendo en él nuestra esperanza. Hoy nosotros renovamos esta entrega al corazón de Jesús. ¿Qué significa hoy? Poner nuestro Uruguay y nuestra Iglesia a los pies del corazón de Jesús y consagrarlo, como Jacinto lo hizo. La Iglesia atraviesa una de las épocas más críticas. Cada época podría, quizá, decir lo mismo. Pero estamos invitados a retomar el espíritu indomable de nuestro beato, que no se frenó ante las dificultades, sino que trabajó hasta agotarse y confió con una esperanza sobrenatural en el Dios de las promesas (…) Queridos hermanos y amigos, queridos sacerdotes, tenemos la suerte de haber nacido en este tiempo sencillamente porque es el nuestro, porque es cuando el Señor nos puso para dejar nuestra huella de bien y de amor, en nuestro paso por el mundo y en nuestro servicio al pueblo de Dios. Es en este tiempo en que el Señor nos llama amigos y nos ha compartido su ser. Es ahora que nos da su Espíritu Santo para renovar la faz de la tierra. Volvamos nuestro corazón al corazón de Jesús”.
Al finalizar la misa, los presentes rezaron la oración de consagración al Sagrado Corazón de Jesús.
Un acto de fe que marcó la historia
Este año celebramos los ciento cincuenta años de la consagración del Uruguay al Sagrado Corazón de Jesús, gesto pastoral del entonces vicario apostólico, nuestro beato Jacinto Vera. Como recordaba el padre Gabriel González Merlano en la edición pasada del quincenario Entre Todos, en 1875, en un contexto de tensiones ideológicas y críticas abiertas hacia la fe católica —particularmente desde los ámbitos educativo y periodístico—, nuestro primer obispo proclamó con claridad, a través de distintas cartas pastorales, la Verdad del Evangelio y exhortó al pueblo a no perder de vista a Cristo.
En aquel año, con motivo del año santo proclamado por el papa Pío IX, Jacinto dirigió una carta especial el 20 de mayo, animando a los fieles a vivir con intensidad espiritual el tiempo jubilar. En ese espíritu, tomó la determinación de consagrar solemnemente el vicariato apostólico del Uruguay al Sagrado Corazón de Jesús, gesto que se unió a otras consagraciones similares que realizaron obispos de otros países y que volvimos a repetir el pasado 12 de junio.
En esa época, la ceremonia central tuvo lugar el 4 de junio de 1875 en la Iglesia Matriz, luego de realizada la novena. Allí, acompañado por su clero y una gran multitud, se postró ante el altar y dirigió la oración de consagración, seguida por el canto del Te Deum y la bendición con el Santísimo Sacramento.
Hoy, como entonces, vivimos un nuevo año jubilar y, en continuidad con aquel acto fundacional, el 12 de junio de 2025 volvimos a elevar nuestra oración, esta vez desde el Santuario Nacional del Sagrado Corazón, para ponernos bajo la protección de Jesús.
Con presencia de todos los obispos del país, el icónico templo del Cerrito de la Victoria fue escenario de una celebración histórica: la renovación de la consagración del Uruguay al Sagrado Corazón de Jesús. Una fecha jubilar, una misa emotiva y una Iglesia viva que vuelve a ponerse en manos del Señor.
¡Para rezar juntos!
Oración de consagración al Sagrado Corazón de Jesús
“Corazón de Jesús:
Tú eres nuestro consuelo y nuestra esperanza.
Humildemente postrados en tu presencia,
te pedimos perdón de nuestros pecados.
Proclamamos que queremos vivir y morir en tu servicio
y corresponder dignamente a tus soberanos designios de misericordia
en favor de la Iglesia y de la sociedad.
Te consagramos nuestras personas y nuestras familias,
nuestros intereses y nuestros bienes,
el presente y el porvenir.
Te rogamos, Señor, acojas benignamente nuestras plegarias
por tu santa Iglesia,
por la conversión y salvación de los hombres,
por la paz y prosperidad de nuestra patria y de todos los pueblos.
Amén.
¡Corazón Santísimo, sálvanos!
¡Corazón de Jesús, ten piedad de nosotros!”
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1 Comment
Agradecida poder estar allí en la Celebración, en el Santuario del Cerrito.
Grac8as Padre Dios Gracias ❤️❤️❤️
Espíritu Santo da tus Dones a cada hijo tuyo que como María Virgen respondió ‘ Si’.
Y a todos nosotros Bautisados que queremos seguir el Camino Haci Ti Padre Dios .
Amén