El domingo 10 de noviembre, en la Catedral de Florida, se renovó la Consagración de la Patria a la Virgen de los Trienta y Tres. También fue el punto culminante de la peregrinación que llevó a miles de fieles a visitar a la Patrona del Uruguay.
Desde muy temprano los peregrinos fueron llegando a la Plaza Asamblea e instalando sus sillas o reposeras. Arribaban de varios puntos del país, algunos de ellos después de tres o cuatro horas de viaje. Se pudieron observar algunos vehículos provenientes de Argentina y Brasil. Otro detalle que caracterizó esta peregrinación fue la presencia de comunidades parroquiales de todo el país y en esa comitivas algunas familias de migrantes venezolanos, cubanos y dominicanos. Todos con el mismo objetivo; renovar la consagración de nuestro país a la Virgen, poner a sus pies los desvelos, las angustias, pero también las alegrías y esperanza de nuestra gente.
Sobre la 8:30 ya se podían observar algunos de los puestos y stands que se instalaron en la plaza. Se ofrecían desde artículos religiosos, ropa y comida. Muchos aprovecharon la espera de la Misa, que comenzó sobre las 10 de la mañana, para desayunar, conocer la zona o simplemente estirar los pies luego del viaje.
Poco a poco el lugar se iba colmando y los animadores, acompañados por la música, empezaban a recibir a los peregrinos. A medida que los grupos llegaban se iba anunciando por los altoparlantes la procedencia de cada uno de ellos.
Apenas pasadas las 9:30 horas llegó a la plaza el grupo de chicos de Iglesia Joven de Montevideo, unos 43 entre sacerdotes, seminaristas y laicos. La tradicional 100k, como es denominada esta actividad, cumplió así su cuarta edición. Otros grupos de caminantes también llegaron al pie de la Virgen: por un lado unos 14 muchachos de la Juventud Misionera Ignaciana que habían partido desde la localidad de 25 de Agosto; por otro, una peregrinación que se realiza desde el año 1997 y que tiene como punto de partida Durazno, también recorre 100 kilómetros con personas de todas las edades.
Y tal vez por aquello de “La patria se hizo a caballo”, es que llegaron dos grupos de jinetes, con sus familias completas, niños pequeños incluidos, dispuestos a homenajear a la Virgen, desde distintos puntos de la República. Uno de estos grupos era comandado por una adolescente, de no más de 15 años, que llevaba orgullosa entre sus manos una talla de la patrona del Uruguay, del mismo tamaño de la imagen de la Catedral floridense.
Cada grupo que llegaba era recibido con aplausos por quienes ya estaban allí instalados. Para muchos fue un momento de reencuentro, de abrazos, de emoción y de recordar historias en común. Lo primero que hacían era entrar al templo para rezar ante la talla original de María, y después buscaban un sitio en la plaza.
Misa multitudinaria
La Misa comenzó puntualmente a las 10 y fue concelebrada por todos los obispos del Uruguay y el nuncio apostólico. No estuvieron Mons. Fernando Gil (obispo de Salto, enfermo) y Mons. Pablo Galimberti, emérito de esa diócesis, que lo estaba acompañando. Presidió la concelebración el Card. Daniel Sturla y acompañaron decenas de sacerdotes de todo el país, así como diáconos y seminaristas. El coro fue, precisamente, del Seminario Interdiocesano Cristo Rey.
El Card. Daniel Sturla pronunció la homilía, en la que hizo referencia a las raíces cristianas de la patria y a la vocación cristiana de anunciar la salvación. También se refirió a la figura de María y a la importancia de consagrarse a ella. “Queremos ser fieles a nuestra vocación cristiana… no ser cristianos flojos, achicados, que se disuelven con la lluvia como si fuéramos de azúcar, queremos ser amigos leales de Cristo”, dijo en un momento, despertando aplausos. En efecto, el pueblo se hizo notar en algunos pasajes de la homilía (que se puede leer completa aquí). También se vio al cardenal visiblemente emocionado cuando se refirió a los sacerdotes.
"No puedo dejar de pedir ahora un fuerte aplauso. No es fácil ser sacerdote hoy, no es fácil ser sacerdote en el Uruguay... Muchas sombras se han cernido sobre la vida sacerdotal y muchas veces la escasa respuesta a tantos desvelos puede desanimar... pero es la más linda vocación que existe sobre la tierra... representar a Cristo cabeza y pastor...", mencionó.
Antes de que terminara la Misa, los concelebrantes y algunos fieles ingresaron al templo para hacer, ante la imagen de María, la renovación de la consagración. El texto, casi igual al pronunciado por San Juan Pablo II en 1988, fue leído por el Card. Sturla, Mons. Arturo Fajardo y Mons. Martín Pérez Schremini. La plegaria (se puede leer completa aquí) es una gran súplica por los uruguayos y por la Iglesia de este país. Quienes estaban en el templo la siguieron mirando a la Virgen, y los de afuera pudieron vivirlo a través de las pantallas gigantes.
Antes del final, todos entonaron la Salve Regina, en latín, demostrando una vez más la devoción a María.
Siguió la fiesta
Para la gran mayoría de los peregrinos la ida a Florida fue un paseo completo que prosiguió en el Prado, un parque junto al río Santa Lucía. A mediodía se podían ver rondas de lo más variopintas, gente que compartía en comunidad el almuerzo y la fiesta. Un par de horas después, se retomó la actividad.
En una zona del Prado se concentró la gente para ver un espectáculo de folklore interpretado por niños y jóvenes de la ciudad de acogida. Después fue la presentación de Modo Cristo, una banda de cumbia dirigida por el P. Mauro Fernández e integrada por un seminarista de Paysandú y otros tres jóvenes de parroquias de Montevideo. Grandes y chicos, pero especialmente grandes, se pararon para bailar al ritmo de la cumbia católica.
Una segunda banda de música fue la que se presentó a continuación, haciendo el cierre de esa parte de la jornada. A las 16.30, aproximadamente, se retomó el clima de oración y los peregrinos se pusieron nuevamente en camino. Al frente iba la imagen de María llevada en andas por distintas personas, con destino la catedral. Una vez en el templo, se rezó el Rosario y se recibió la bendición impartida por los obispos.