El sábado 30 de noviembre por la mañana, en el Colegio Seminario, se desarrolló el 7° Taller Jacinto Vera en el marco de la misión Casa de Todos. Unas 100 personas, entre obispos, sacerdotes, religiosos y laicos de toda la arquidiócesis, se reunieron para compartir experiencias y evaluar el desarrollo de la misión.
La jornada comenzó con la animación musical de un grupo de jóvenes encabezado por Gabriel Suárez. Después el fue momento de la Lectio Divina, a cargo del Vicario Pastoral, el P. Daniel Kerber, que profundizó en la experiencia del discípulo misionero. Además, profundizó en la necesidad de la contemplación y en el sentido de las pausas para evaluar lo vivido. Explicó que para el discípulo la palabra descanso significa estar con Jesús.
Testigos de Jesús
A continuación, el Card. Daniel Sturla le habló a los presentes sobre el desafío de la evangelización para la Iglesia de Montevideo y el compromiso que debe asumir el cristiano en tiempos de misión. Agregó que para esta tarea el cristiano es llamado, no lo puede hacer sí mismo. "El misionero es un testigo de ese amor que vence a la muerte, y además está encarnado. Es un testigo de Jesús", reflexionó.
Siguiendo su alocución reflexionó sobre los elementos claves del misionero: "Es fundamental que amemos pero también nos sintamos amados por el Señor. Sabernos hijos de Dios y hermanos de Jesús". Llamó a los presentes a tener una memoria agradecida, e invitó a los presentes a cerrar los ojos y pensar en aquellas personas que marcaron la vida de fe de cada uno. "Ahora es el tiempo para que nosotros compartamos la fe", exclamó.
Anunciar, proclamar y compartir a Cristo
El Arzobispo de Montevideo recordó que "estamos llamados a compartir la alegría de conocer a Cristo", y remarcó que "no somos poseedores de la verdad, somos servidores de la Verdad". Señaló que en nuestra ciudad hay un pueblo ansioso por escuchar la Palabra de Dios. "Tenemos que salir a misionar con el fervor de Jacinto", añadió. Y argumentó que no es uniforme, que no es hacer todos lo mismo; porque "hay diferentes carismas, experiencias, realidades; se adapta, no se coartan las iniciativas propias de cada comunidad. Compartimos el espíritu misionero y el momento de misión".
Sobre el final, sosteniendo un cuadro del primer obispo del Uruguay, reflexionó sobre su escudo. Dijo que "nuestra victoria, al igual que la de Jacinto Vera, vendrá por la Virgen. Es una victoria de amor, por eso le rezamos a ella", concluyó.
Luego de un breve descanso se trabajó en grupos. A continuación se pusieron en común distintos testimonios de la misión por toda la ciudad de Montevideo.