A continuación compartimos con ustedes estas palabras del Card. Daniel Sturla con motivo del fallecimiento del ex presidente de la República, Dr. Tabaré Vázquez.

En la pasada misa dominical, pusimos como intención especial el eterno descanso del expresidente Tabaré Vázquez. Quisimos unirnos al dolor del Uruguay y especialmente de su familia.
Vázquez participó como niño y adolescente del oratorio festivo de la obra salesiana de La Teja. Cuando Talleres Don Bosco cumplió 100 años él era intendente y firmó la carta de saludo como “ex oratoriano”. El presidente Vázquez fue un hombre agradecido a sus raíces. Allí en el colegio conoció a su esposa María Auxiliadora que fue una luz en su vida y que irradió bondad, solidaridad y fe hasta su último día.

En su última entrevista (en el programa El legado, de canal 10), como en otras oportunidades, habló de su fe. Contó que hubo etapas en las que creyó y golpes de la vida que lo llevaron a no creer. Pero mostró apertura y un deseo de volver a confiar en Dios en su última etapa.

Fue un hombre de convicciones. Defendió la vida desde el momento de la concepción, con el famoso veto, cuyos argumentos continúan hoy dando cátedra de solidez en la defensa de la vida humana. Apeló en ellos a su condición de científico y a su conciencia. Ese testimonio lo enaltece a él y a su trayectoria.
En la sede de la masonería, durante su primera presidencia, dio un discurso sobre la laicidad, donde marcó también el rumbo, invitando a superar anacrónicos prejuicios y a caminar hacia una bien entendida laicidad.

Nuestros gobernantes son figuras clave para que este Uruguay, “país de cercanías”, siga promoviendo la cultura del encuentro que aúne los sentimientos colectivos más allá de las legítimas diferencias que tenemos quienes habitamos esta tierra. A ello contribuyó en gran medida el presidente Vázquez.
Dale Señor el descanso eterno y brille para él la luz perpetua.